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Globalización, Neoliberalismo y Modernidad


Enviado por   •  18 de Mayo de 2017  •  Ensayos  •  8.054 Palabras (33 Páginas)  •  402 Visitas

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Globalización, Neoliberalismo y Modernidad.

Por:

Palacios Santibañez Rosa Paola

Introducción

El capitalismo es un sistema de producción y reproducción de la vida humana, cuya necesidad de expandirse lo distingue de los sistemas anteriores. Esa expansión se caracteriza, al mismo tiempo, por la apertura y totalización: apertura porque siempre necesita de nuevos espacios; y totalización porque los nuevos espacios son inevitablemente subsumidos en la lógica del sistema, de tal manera que la totalización realizada impulsa nuevamente a la apertura.

Desde las últimas décadas del siglo XX, hemos estado envueltos en un conjunto de transformaciones económicas, sociales y culturales, cuya complejidad no admite precedente. La globalización determina un cambio de época, aunque seguimos regidos por el sistema capitalista, es un proceso de integración mundial en los ámbitos político, económico, social, cultural y tecnológico, que ha convertido al mundo en un lugar cada vez más interconectado, en una aldea global.

La globalización ha sido promovida a través de la disminución de las regulaciones en los mercados, los tratados de libre comercio, transacciones de dinero, la creación de mercados entre países y regiones, etcétera. El neoliberalismo surge para sustituir a la clase política por la clase empresarial, arrebatándole al Estado su función reguladora de ciertas actividades económicas, así como su potestad de subsidiar empresas y brindar servicios básicos a la sociedad como la salud, la vivienda, los planes de jubilación y las vías de comunicación, entre otros, equipará la globalización con la necesidad de empequeñecer el Estado y ensanchar el empresariado.

Como tal, la globalización fue el resultado de la consolidación del capitalismo, de los principales avances tecnológicos (revolución tecnológica) y de la necesidad de expansión del flujo comercial mundial. En este sentido, las innovaciones en las áreas de las telecomunicaciones y de la informática, especialmente con el internet, jugaron un papel decisivo en la construcción de un mundo globalizado, que se ve invadido por formas de producción y consumo.

El ser humano siempre ha sido consumidor; pero mientras en otras épocas procuraba consumir de acuerdo con sus necesidades naturales, en la actualidad las personas tienden a crear una serie de hábitos y modos de vida que llevan a consumir por el mero placer de consumir.

El presente ensayo, hace un análisis de los diferentes aspectos que trae consigo la globalización, el neoliberalismo como una doctrina que combate la intervención del Estado en la economía, y además se desarrolla el impacto que tiene esta nueva fase del capitalismo en la vida económica, política, social y cultural de la sociedad moderna.

El capitalismo: un sistema depredador

¿Qué es el capitalismo? ¿Cuál es su naturaleza? ¿Cuáles han sido sus evoluciones? Hacernos estas y otras preguntas es cada vez más importante para develar la esencia del régimen socia que ha llevado a la humanidad por la senda de la autodestrucción. El capitalismo se presenta a sí mismo –a través de sus ideólogos- como una sociedad abierta, de libre mercado, de libertad y progreso, pero en realidad se trata de un régimen que “esconde su naturaleza”. El mercado capitalista nunca ha sido libre y siempre ha estado plagado de ineficiencias y espejismos. El sistema capitalista es un sistema de dominación múltiple: dominación económica, política, social cultural patriarcal y militar. Su característica crucial es la tendencia a la acumulación incesante de capital a costa de la propia humanidad y el medio ambiente.

Entre sus rasgos están: que se sustenta en la explotación del hombre por el hombre, y que es depredador del medio ambiente, empobrecedor, competitivo, acumulador, excluyente y represor. La acumulación incesante lleva al capitalismo, tarde o temprano, al colapso ambiental, financiero, social, político y energético.

Es un sistema lleno de contradicciones, inestabilidades y falacias, como por ejemplo la falacia de que el mercado equilibra su existencia. Por e contrario, el sistema capitalista es lo más destructor que la humanidad haya creado y su desastre impregna toda la realidad social en que vivimos.

Un sistema social creado por el hombre no es eterno: está en movimiento; nace, se desarrolla, envejece y muere; y los hombres van creando nuevos sistemas. Así lo demuestra la historia: la humanidad ha transitado por distintas formaciones económico-sociales, que se suceden una a otra: la comunidad primitiva, el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo.

La separación entre el productor y los medios de producción se hace más profunda con el surgimiento del capitalismo, en lo que se conoce como la era moderna, que abarca los siglos XVI, XVII y XVIII.

El capitalismo se ha desarrollado a través de grandes fases históricas, que podemos sintetizar como “capitalismo de libre concurrencia” o “pre-monopolista”, que llega a su esplendor en el siglo XIX, capitalismo monopolista (imperialista), desde fines del XIX y principios del XX hasta aproximadamente la séptima década del siglo XX y capitalismo monopolista transnacional (coincidente con la actual etapa de la globalización del capital). En los inicios del capitalismo, las expropiaciones violentas de los campesinos y su inclusión en el sistema de trabajo asalariado implicaron un tipo de “disciplinamiento” que contemplaba, según explica Marx en El capital: “leyes grotescamente terroristas, a fuerza de palos, de marcas a fuego y de tormentos”.

A ello añade, que, durante la génesis del capitalismo, se necesitaba el poder del Estado para regular los salarios y alargar la jornada de trabajo. Existía entonces una supeditación formal del trabajo al capital. Una vez que se hace “costumbre” la disociación entre el productor y los medios de producción, es decir, una vez que los productores “se acostumbran” a vender su fuerza de trabajo, estas reglamentaciones se hacen superfluas en el transcurso de la producción capitalista.

Dentro de la marcha natural de las cosas –dice Marx-, ya puede dejarse al obrero a merced de las “leyes naturales de la producción”, es decir, entregado al predominio del capital, predominio que las propias condiciones de producción engendran, garantizan y perpetúan.

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