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Hasta La última Nota De La Canción


Enviado por   •  19 de Octubre de 2011  •  1.477 Palabras (6 Páginas)  •  513 Visitas

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"Dado el efecto narcotizante de un evento reciente"

La conocí en el Jazz Café, yo fumaba en la barra, mientras me tomaba una cerveza esperando que el concierto iniciara, cuando casi me estaba arrepintiendo de haber salido ese día más cuando el concierto ya se había atrasado casi media hora, bebía a grandes sorbos, esperando que la cerveza se consumiera lo más rápido, en ese momento ella entró, se dirigió a las sillas vacías en la barra justo al lado mío, me pregunto si estaba ocupando el campo. –Me llamo Norma- me dijo, yo sonreí, se me acercó y me dijo que le gustaba mi camiseta (de Led Zeppelin, algo curioso para un concierto de música tropical).

- Soy Marcos – le solté con la mayor parsimonia, no eran más que ¿nervios? No lo sé, estado autómata me imagino.

Bailamos la mitad del concierto, no porque yo lo quisiera, es decir sí lo quería, pero ella fue la que se atrevió a decirme que saliera de mi noctámbulismo, la música daba para más que quedarse ahí sentado, por supuesto, pero yo no era – o soy – de esos que sacan a una mujer a bailar, menos a una como Norma.

Me despedí, beso tímido, me insinuó que no se iba a olvidar de mí. Esa noche soñé con ella, calculo que me llevaba al menos cinco años, poco me importó, la deseaba, la deseaba tanto que no dormí esa noche, me quemaba en deseo, en una vigilia lánguida, que entre la realidad y el sueño acabé pensando en ella, en ir a su casa, bajarnos del taxi a penas pagar la tarifa y ni siquiera esperar el vuelto, nos consumíamos de la ganas de amanecer juntos.

- Me llamo Norma – me dijo, me sonrío y dijo algo de la camiseta de Led Zeppelin que andaba puesta. Lego de algunas cuatro cervezas vacías que dejé en la barra ella me sacó a bailar, no fue que me preguntó - ¿Bailamos? – fue más sutil, desde la pista donde bailaba sin pareja, ella, al igual que muchos otros aficionados al contoneo de formas y sudores me hizo una especie de mueca, sonrío, murmulló un – Venga – en sus ojos me decía que no le tuviera miedo, yo no le tenía miedo, desde que la vi dirigirse a la barra, entendí en ella una fuerza hembra primitiva (no, no me malentienda, no se trata de verla como una mujer de la cavernas) algo así como una mujer consciente de su propio libido, dueña de su propio cuerpo, salí a bailar, total todos lo hacía a su forma, sin técnica, sin pasos, libres por la pista, dando vueltas erráticas, como un átomo excitado ante la cercanía de otro átomo, los campos de fuerza invisibles, que unen la materia los mismo que liberan enormes cantidades de energía en la fisión, ella era eso, una fisión que emanaba energía, que sonreía, que sonreía mientras me imaginaba que le hacía el amor.

Me figuraba desesperado (casi suplicando que fuera así) que en cualquier lugar que ella estuviera, haría lo mismo, imaginar que yo la besaba, que divagaba en su frente, en su labios, en la nuca, en el sol tatuado en la nuca, que le respiraba en el hombro, mientras acomodaba los labios en la tibieza de la piel, la tibieza de los poros aún abiertos por el sudor inamovible que sucede al baile. Imaginaba que la manos con la que le sostenía la cintura mientras aún nos encontrábamos en el Jazz Café, ahora navegaba en la cintura desnuda, que sujetaba mientras besaba los pechos con desenfreno, mientras buscaba el mecanismo para desplazar el pantalón ajustado, al tiempo que me desprendía yo mismo de la faja, mientras sus manos buscaban también el mismo mecanismo para volver la acción recíproca.

Cuando me despedí le dije – Adiós Norma, si te veo mañana en el concierto te refresco la memoria y te digo: Soy Marcos, el mae que estuvo bailando con vos, ayer – me volqué sobre su mejilla y sentí el aliento jadeante decirme – No hace falta, yo a vos te voy a recordar muy bien -. Y luego una hora después la parafernalia febril me llevó a imaginar el momento preciso de tener al frente el aliento cálido de tequila, cervezas, baile, y sonrisa, que me decía no con palabras sino más bien como un quejido sollozante que

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