LA INEVITABILIDAD DE LA SIMBOLIZACIÓN EN LA EXISTENCIA HUMANA

LA INEVITABILIDAD DE LA SIMBOLIZACIÓN EN LA EXISTENCIA HUMANA

La necesidad de expresar emociones, sentimientos, ideas, conceptos, imágenes mentales, entre otras, ocasionó la formación de los símbolos. El símbolo es una creación exclusivamente humana.

Esta asociación es arbitraria, pero una vez establecida, aceptada y conocida por los miembros de un determinado grupo, ha de permanecer invariable para que conserve su carga significativa y comunicadora.

Empleando la terminología que Saussure utiliza en el campo de la lingüística estaríamos hablando de asociar un significado con un significante. Esto es aplicable a cualquier símbolo en cualquier área de la cultura humana ya que el símbolo es, en sí mismo, una forma de lenguaje.

La vida en sociedad del ser humano creó la necesidad de poder comunicarse con el resto de los miembros del grupo, de transmitir necesidades, conocimientos, experiencias, pensamientos... A través de un sistema de signos que fuera común para todos. De esta forma, nació uno de los rasgos culturales más definitorios del hombre: el lenguaje.

La creación del lenguaje ayudó, sin duda, a la adaptabilidad de la especie humana a los distintos hábitats, permitiendo, entre otras cosas, una mayor cooperación entre los miembros para la realización de las actividades cotidianas relacionadas con la supervivencia del grupo: la caza, la protección de los asentamientos o la fabricación de utensilios.

No obstante, una de las mayores contribuciones del lenguaje al desarrollo cultural de la Humanidad ha sido facilitar la transmisión de conocimientos de una generación a la siguiente. Esto ha permitido que los conocimientos y la cultura desarrollada por la anterior no se perdiera, obligando a la nueva a empezar de cero. Cada generación cuenta, de esta manera, con el legado cultural acumulado del grupo para seguir avanzando.

Esta posibilidad simbólica, capacita al ser humano para enfrentar las vicisitudes de la naturaleza y de su realidad compleja. En este sentido, puede afirmarse que el binomio naturaleza-cultura no están del todo separadas ni son opuestas, pues en el ser humano lo biológico es cultural, y viceversa.

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