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La Abuela


Enviado por   •  22 de Agosto de 2012  •  6.344 Palabras (26 Páginas)  •  356 Visitas

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La Vuelta de Pedro urdemales

Vuelve este popular personaje de la tradición folclórica hispana.

Pedro, un pillo que trata de sacar provecho de toda circunstancia.

Sin embargo, como explica el autor, la opinión más importante sobre

Pedro «es la que se forme después de conocer las aventuras y

desventuras de este tipo sufrido, de este huasito que, según dicen

que dice, viene del campo, pero no de las chacras...

Floridor Pérez nació en Yates, «Chiloé continental», en 1937. Ha

sido profesor de escuela y universidad por muchos años y ha escrito

libros para niños y adultos. En el difícil género de la poesía infantil ha

publicado Ci el ograf ía de Chi l e y pronto aparecerá Naveganci as.

También ha escrito Cuentos de si empre para ni ños de hoy,

Mi t os y l eyendas de Chi l e y biografías de Manuel Rojas,

Francisco Coloane, Gabriela Mistral y Pablo Neruda. Desde 1988

dirige el Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda y desde

1989 escribe la revista Tareas Escolares Zig Zag.

Pedro Urdemales un huaso del campo, pero no de las

chacras

Cuando yo era niño, conocí a Pedro Urdemales en mi Libro de Lectura,

donde era el cartero del otro mundo. A la salida de la escuela me volvía

lentamente a casa, deteniéndome en cada esquina, sin perder la esperanza

de verlo entrar al pueblo montado al revés en un burro, mirando

hacia atrás...

¡Urde - males...! Con ese apellido le resulta bien difícil negar su fama de

pillo. Sin embargo, él asegura que no engaña a nadie. ¡Otra cosa muy

distinta es que no se deje engañar!

Y yo diría que junto con algunas diabluras suele darles un merecido

escarmiento a los avaros, que quisieran tener una ollita que caliente sin

fuego, o un árbol que en vez de frutos dé dinero, o un sombrerito que

pague sus gastos...

Pedro Urdemales les dice «no, señores: si quieren gastar menos, economicen

combustible, gánense el dinero con el sudor de su frente y

paguen sus deudas».

Pero la opinión más importante es la que cada uno se forme después de

conocer las aventuras y desventuras de este roto sufrido y divertido, de

este huasito que, según dicen que dice, viene del campo, pero no de las

chacras...

Floridor Pérez

Una verdad del porte de un cerro

Un pueblino de esos que creen saberlo todo, se encontró con

Pedro Urdemales en un pol voriento camino rural.

Al verlo de chupalla, pantalón arremangado y ojotas, se le

ocurrió burlarse de ese huasito.

A poco de entablar conversación, le dijo: —¿Y qué tal es para

calcular, amigo?

—Me defiendo no más, señor —respondió Pedro, con

humildad.

—Bueno pues, dígame entonces, ¿de cuántas camionadas cal cula

usted

que

podría

llevarme

a

la

ciudad

aquel

cerro?

Y

le mostraba el cerro más al to del lugar, en cuya cumbre una

enorme cruz parecía abrazar al valle.

Pedro se acomodó la chupalla con ai re pensati vo:

—Eso depende del tamaño de su camión, caballero. Si su

camión es de la mitad del cerro, va a necesitar dos

camionadas. Pero si se consigue un camión del porte del

cerro, ¡de una camionada se lo lleva!

La apuesta con un campeón

Una helada mañana de invierno, camino de la ciudad, Pedro

Urdemales encontró un gorrión casi escarchado, que ni podía

caminar, mucho menos volar.

Compadecido, lo recogió y se lo echó al bolsillo.

Entrando a la ciudad pasó por el estadio, donde se entretuvo

mirando a un atleta que se entrenaba en el lanzamiento de la bala.

Pedro parecía tan interesado, oye el deportista pensó jugarle una

broma y lo llamó a la pista.

—Pareces un huaso forzudo —le dijo a modo de saludo— y si me

ganas a lanzar la bala, te invitaré a una parrillada en el restaurante

del frente...

De una cancha vecina había caído una desteñida pelota de tenis, y

el lanzador la tomó, simulando que pesaba como las balas de fierro

con que se estaba entrenando. Luego, tomando impulso, la lanzó

con tal fuerza, que fue a caer debajo de las galerías de la cancha de

fútbol.

—¡Lejazos la tiró! -comentó Pedro agachándose a recoger algo-,

Allá en el campo sólo lanzo peñascazos -explicó-, de modo que

lanzaré esta piedra.

Y mientras el atleta aprobaba sin preocuparse de lo que lanzara,

Urdemales cambió la piedra por el gorrión que llevaba en el bolsillo.

—¡Allá va! —exclamó Pedro lanzando el pajarillo que, repuestas

sus energías y recobrada su libertad, voló, voló v voló en línea

recta.

El atleta no salía de su asombro, mientras eso que creía una piedra

cruzaba sobre la pista, las galerías y hasta las blancas murallas del

Estadio Municipal.

Por un momento temió que el peñascazo fuera a caer justo en los

ventanales del restaurante del frente, donde ahora debería ir a

pagar su apuesta a Pedro Urdemales, que ya lo esperaba con un

hambre olímpica.

Las tres flores

El fundo Las tres flores era la admiración de todos en la comarca. A

los agricultores se les hacía agua la boca ver sus rubios trigales, y a

los huasos jóvenes, las rubias trenzas de las tres hermosas hijas de

su propietario: Rosa, Margarita y Jazmín.

Sea porque el padre no se consolara de su temprana viudez, sea

que pensara que en la zona no había amistades dignas de él, lo

cierto es que rara vez salía de su propiedad. ¿Y las niñas? : Apenas

podía vérselas algunas veces, tras un velo de polvo levantado por

su caballo cochero trotando rumbo a la ciudad! Si las niñas se

animaban a pedir permiso para paseos o Fiestas la respuesta del

padre era siempre: ¡no!

Era difícil creer, entonces, que Pedro Urdemales pudiera

presentarse con las tres señoritas en la inauguración de las

próximas ramadas de Fiestas Patrias. Pero así lo había asegurado

él en unas carreras a la chilena. Y las apuestas no se hicieron

esperar.

La más sonada

...

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