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La Formación Docente


Enviado por   •  14 de Mayo de 2012  •  3.262 Palabras (14 Páginas)  •  440 Visitas

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“Una perspectiva peculiar de la formación docente actual”

Indudablemente, la educación ha sido, es y seguirá siendo uno de los temas más destacados de nuestra sociedad, esa temática que es causa de debates en importantes centros de convenciones, que ocupa las primeras páginas de los periódicos y diarios de nuestro país, que encabeza las prioridades de los noticieros que escuchamos en la radio, leemos en el Internet o vemos en televisión. No obstante, más que esto se convierte en un aspecto prioritario que nos incumbe a todos como beneficiarios directos del mismo. Es así, como uno de los aspectos más relevantes en lo que concierte al tema de la educación es el referente a la formación de maestros, quienes ciclo a ciclo van egresando y se unen a las filas del magisterio y a quienes se les encomienda la importante tarea de formar a las generaciones del hoy y del mañana.

En relación a este proceso formativo la Secretaría de Educación Pública (SEP) pretende que a través de su formación “los egresados de las Escuelas Normales demuestren activamente una formación estratégica en el campo educativo, caracterizada por la innovación, la calidad y la pertinencia social, a fin de que puedan desarrollarse personal y profesionalmente, con el consecuente impacto en la formación de los alumnos de la educación básica, en un entorno global en el que las prácticas de construcción y uso de conocimiento son claves en el desarrollo de individuos y sociedades”.

Pero ¿estos nuevos docentes cumplen con el propósito antes señalado? o bien ¿están verdaderamente preparados para enfrentarse a la gran cantidad de situaciones adversas seguramente se les han de presentar segundo a segundo dentro de su campo de trabajo?

A partir de esta interesante interrogante, podemos darnos cuenta fácilmente de que la respuesta no ha de ser tan favorable, ya que los resultados obtenidos año con año a través de las diferentes evaluaciones que existen tanto para maestros como para los alumnos no cumplen con los estándares de calidad que se exigen en nuestros días, por lo que evidentemente han de existir una gran cantidad de factores que están obstruyendo el cumplimiento de este propósito. Es de esta manera, como estoy convencido de que uno de los principales obstáculos de la calidad en la formación docente se origina desde sus bases, a través de la formación que están recibiendo los estudiantes normalistas y futuros maestros, ya que el Plan y los Programas de Estudio en el cual se fundamenta la currícula educativa presenta, desde mi particular punto de vista, un severo problema que desde muchos años atrás se ha descuidado y ha venido obstaculizando su función. Este es pues el abandono y descuido en torno a un factor de vital importancia dentro de la formación de maestros, el cual va dirigido a la capacidad de un maestro para contextos diferentes, más específicamente contextos rurales – marginados, con escuelas multigrado.

Para profundizar en esta problemática, considero prudente citar una frase bastante trillada que se usa para muchas de las situaciones a las que nos enfrentamos en nuestra cotidianeidad, pero que finalmente encaja a la perfección para los fines que se pretende alcanzar en el presente escrito y la cual resulta verdaderamente rica en cuanto a realidad puramente vivencial: “La fortaleza de toda obra son los cimientos”. Cuantas veces no hemos escuchado esta máxima que se refiere al hecho de que si una obra, por ejemplo una casa, no está bien cimentada, el resto de la construcción será débil e inservible. Es por ello que desde mi experiencia, estoy convencido de que este aspecto obstruye, indudablemente, la calidad en la educación, ya que ha de dar como resultado una fractura que se origina a partir de una mala cimentación, primeramente en la visión respecto a la docencia que adquieren los jóvenes y aunado a esto en la falta de una realidad que se percibe totalmente dispersa, lo que culmina con la carencia de muchas de las competencias que debe de poseer un maestro con una formación sólida y global, completa y amplia, poniendo de manifiesto a través de su gestión la capacidad para trabajar tanto en contextos urbanos, como en rurales, con escuelas de tipo multigrado, pues sabemos que todo normalista egresado se ve en la necesidad de iniciar su trabajo profesional en rancherías, sierras, sindicaturas o incluso comunidades marginadas, no en una ciudad, pero ¿cuándo se ha prestado la atención debida a esta situación? Y reconociendo la relevancia de este aspecto, este es uno de los principales temores de todos y cada uno de los estudiantes normalistas, pues que maestro no ha sentido el temor, miedo o incertidumbre de ser enviado a contextos con características distintas a lo urbano.

Es así, como estoy llegando al clímax de la temática manejada en el presente texto, al tocar estos aspectos básicos y prioritarios en materia educativa. Como licenciado en educación primaria, debo decir que uno de los errores más graves de la currícula educativa, es el tener como fundamento la formación de maestros urbanos, maestros de escuelas de organización completa, aspecto que limita en un alto porcentaje el desarrollo y crecimiento pleno de cualquier docente que se inicia en este proceso formativo básico para dotar de las competencias necesarias a aquellos sujetos que serán los encargados de comandar el principal proyecto creado por el hombre en busca de una mejor sociedad: La escuela.

Los jóvenes al egresar de la carrera tienen a visualizase en un aula con un grupo definido de alrededor de 35 alumnos, equipada, con alumnos de un nivel socioeconómico aceptable, que tienen acceso a sitios de investigación, dentro de una escuela en donde las responsabilidades mayores recaen en un director, con comisiones y consejos escolares que realizan diversidad de actividades que facilitan el trabajo de los profesores, con maestros de apoyo y talleres especiales, con un edificio que cuente con una cancha deportiva, baños, energía eléctrica y agua potable, entre muchas otras cosas más; y por lo tanto en una comunidad tranquila y cómoda, misma que se convertirá desde ese momento en su hogar. Una visión bastante ambiciosa y lo más triste, completamente errónea.

Pero ¿qué pasa cuando un maestro recién egresado es asignado a una institución educativa en contextos ajenos a lo urbano? En donde las condiciones son completamente opuestas a las antes destacadas. Lo que sucede, es que el maestro que viene cargando en su maleta una cantidad enorme de sueños e ilusiones, así como las ganas de realizar un trabajo de calidad, poniendo en práctica todo lo que durante cuatro años ha aprendido, se llena de miedos y preocupaciones, pues sale a flote la tan conocida, pero poco atendida frase: “A mí no se me preparó para esto”, ya que evidentemente falto tiempo y

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