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La Maldición Familiar En El Mito Griego


Enviado por   •  4 de Diciembre de 2013  •  3.501 Palabras (15 Páginas)  •  431 Visitas

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La maldición familiar en el mito griego

En la mitología Griega la maldición familiar se presenta como un castigo que una deidad enojada inflige sobre los descendientes de un individuo que la ha ofendido. El castigo o maldición también está íntimamente conectado con el Oráculo de Apolo, y en el mito, la mayoría de las maldiciones familiares involucran a uno u otro miembro de la familia que lo consulta para solicitar ayuda o una revelación acerca del futuro. Aunque un legado del pasado, la maldición también es un destino, e involucra profecías de lo que está por venir. Tiene el poder de anular cualquier desarrollo individual potencial, llevando a la persona a convertirse en un mero vehículo para que la maldición se manifieste.

Solo comprendiendo las palabras del oráculo, aceptando el destino impuesto y llevando a cabo la expiación de acuerdo con la voluntad del dios, la maldición se puede levantar o neutralizar. Inevitablemente, las figuras de la tragedia Griega ni comprenden ni aceptan al Oráculo, tampoco llevan a cabo la expiación solicitada. Cada persona, o bien es ignorante de la maldición o siente que él/ella está exenta, y entonces se encuentra con el destino que es tanto impuesto como elegido - las consecuencias heredadas se entretejen con las elecciones presentes para crear un futuro predeterminado.

Por ejemplo, la maldición impuesta sobre la mítica Casa de Tebas comienza con el rey Layo, quien se las arregla para ofender tanto a Apolo como a Artemisa, los divinos protectores de los niños, al violar a un joven noble que es el hijo de su amigo. El Oráculo del dios que Layo ha ofendido le advierte que, en caso de que engendre un hijo, va a morir a manos de él. La furiosa deidad, aunque lista para infligir castigo, también ofrece simultáneamente la posibilidad de expiación a través de ese castigo. Dado que de una manera u otra todo ser humano debe morir y, dada la naturaleza de la ofensa infligida por Layo, la expiación bien puede ser vista como justa. Sin embargo, Layo no va a aceptar la sentencia. Interpreta al Oráculo como una advertencia, en vez de una oportunidad para la expiación, e intenta evitar el castigo rehusándose a tener relaciones sexuales con su esposa. Pero su vergüenza lo pone sigiloso y se niega a contarle la razón de su repentina aversión a la cama matrimonial. Como Yocasta ignora la verdadera causa del rechazo, su orgullo femenino se siente ofendido y lo seduce cuando está ebrio. Queda embarazada y cuando el niño nace, Layo trata de engañar una vez más al Oráculo dejando al niño recién nacido en una colina para morir. De esta forma se empeora la ira de los dioses, y es así que entonces toda la ciudad de Tebas cae bajo sus maldiciones en la forma de la monstruosa Esfinge.

Por supuesto el niño es Edipo, cuyo nombre significa "pie hinchado" debido a que su padre, empeñado en que muera a la intemperie, ha clavado su pie al piso con un pico. Pero Edipo es rescatado por un amable pastor, sobrevive y pasa su juventud creyendo que es hijo del Rey y la Reina de Corinto. Entonces, así como su padre, consulta al Oráculo de Apolo que le anuncia que se va a convertir en el asesino de su padre y el esposo de su madre. La posibilidad de expiación ya no es otorgada. Debido a que Layo ha exacerbado la ira de los dioses al agravar sus crímenes, la maldición se ha cristalizado en un futuro inevitable. Edipo, como su padre, trata de no hacer caso al Oráculo, huye de Corinto y corre directamente hacia los brazos de su destino -un destino que es tanto irremediable como construido por él mismo. Aquí nos encontramos con una extraña mezcla de arrogancia extrema (un vanidoso esfuerzo para engañar a los dioses), carácter innato (en un incontrolable arranque temperamental mata a Layo en el trayecto porque el viejo desconocido ha bloqueado su camino y se ha dirigido a él de una manera impropia), heroísmo (se enfrenta con coraje a la Esfinge y rompe la maldición impuesta sobre Tebas así ganando como recompensa tanto el reinado como, sin saberlo, a su madre) y un genuino deseo de seguir siendo un ser humano bueno. A pesar de la terrible expiación de Edipo aún así no se alivia la maldición, pues luego que él mismo causa su ceguera y muere desterrado, la maldición pasa a sus hijos. Solo cuando cada uno de los miembros de la Casa de Tebas muere, la maldición por fin concluye. La herencia de esta familia mítica es horrorosa por su implacable brutalidad. Así podemos observar que la elección individual y la conciencia individual están tan relacionadas con el desenlace como lo están las labores de la divinidad y las predeterminaciones del pasado.

Hay ciertas características constantes que aparecen en todo mito relativo a una maldición familiar. En un sentido, forman el criterio de lo que define a una maldición familiar. Estas características pueden ayudarnos a entender, psicológicamente, lo que estamos buscando:

El individuo que primero activa la maldición pertenece invariablemente a la realeza, desciende de un dios y es bendecido o dotado por un dios. Ese hombre o mujer nunca es un ser común sino que ha recibido alguna ofrenda o bendición especial concedida por una deidad. Por lo tanto, la ira de la deidad se conecta no solo con la mera trasgresión humana, sino con el uso abusivo de un talento o una ventaja otorgada por un dios. En otras palabras, la maldición no es una maldición desde el principio, sino que comienza como algo positivo y creativo que ha sido mal usado o distorsionado mediante la arrogancia, la codicia o la crueldad. Dado que el don otorgado por un dios es un símbolo de la naturaleza divina llevado a la forma humana, la maldición es realmente una inversión de algo divino interno, un abuso de aquello que es propiedad de nuestra propia alma.

El individuo se encuentra afectado de arrogancia extrema -una falta de respeto por los límites mortales y las condiciones y exigencias de vida impuestas por los dioses. En efecto, la arrogancia extrema es un tipo de soberbia especial y mortal. Aunque contiene elementos de coraje y heroísmo, es, sin embargo, un repudio a ese sentido religioso más profundo que reconoce con humildad los dones y beneficios que la vida otorga.

Usualmente la maldición se vincula con el abuso de niños. Necesitamos considerar esto en forma simbólica como abuso de capacidades creativas, aunque también podría ser pertinente hacerlo en forma literal. Cada sociólogo y trabajador social sabe que el abuso infantil dentro de las familias tiende a producir repercusiones perdurables a lo largo de las generaciones. En el mito, Layo viola a un joven y luego exacerba la maldición al exponer a su propio hijo a la muerte. En el mito de la maldición de la Casa de Atreo, Tántalo corta en pedazos a su hijo y lo ofrece como

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