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Las lógicas De Las Decisiones Políticas En Educación


Enviado por   •  28 de Octubre de 2012  •  3.196 Palabras (13 Páginas)  •  525 Visitas

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CEA

Confederación de Educadores Argentinos

Las lógicas de las decisiones políticas en Educación

Comisión de seguimiento, monitoreo y evaluación de la implementación de la Ley de Educación Nacional

María Rosa Almandoz

Publicado en Frigerio, G. y Diker, G. (2005) "Educar: ese acto polìtico". Editorial del Estante. Buenos Aires.

Las lógicas de las decisiones políticas en Educación

El momento de las decisiones implica abordar la relación tensional, y fre¬cuentemente paradójica, entre el sentido y la intención de una acción política en su origen y su resultado final?

Supone el desafío de reflexionar, conjuntamente, sobre los principios y los fines propuestos, las situaciones y los medios conducentes, así como sobre las consecuencias previsibles de las acciones. Supone elegir consciente y deliberadamente entre alternativas de acción y «saber» (la ética tiene que ver con la praxis, con el sentido, con la responsabilidad por el otro) que esa elección tiene consecuencias. La alteridad se constituye así como referencia inexcusable de las acciones y como reconocimiento de la situación siempre comprometida con el otro, como la «responsabilidad expuesta y valiente que el Otro me impone» (Levinas, 1991: 190).

En el ámbito institucional de las políticas educativas, espacio cada vez más profesionalizado y tecnificado, los procesos de adopción de decisiones, tanto en sus contenidos como en sus mecanismos, están predominantemente im¬pregnados de racionalidad instrumental. Dichos procesos tienen escasa relación con la posibilidad de que las políticas educativas orienten proyectos colectivos -políticas cada vez más extrañas a las necesidades y expectativas de las escuelas- y aborden los orígenes estructurales de la desigualdad.

Las decisiones parecen oscilar entre la impotencia para asumir la complejidad de la realidad, efectuando análisis reduccionistas sustentados en visiones lineales y simplificado ras, y la dificultad de proponer respuestas comprensivas, recurriendo a fórmulas ensayadas en el pasado. Generalmente, son traducidas a planificaciones de corto plazo -particular combinación de posibilismo y pragmatismo- y se adoptan en función de la emergencia de necesidades y urgencias coyunturales.

El mundo académico, por su parte, tiende a construir teorías o propues¬tas que encuentran escasa posibilidad de impacto en las decisiones políticas y en los programas que les sirven de sustento. Dichas teorías o propuestas; en muchos casos, operan como legitimadoras del discurso político o son aplica¬das en su dimensión puramente técnica.

1. Ética de los derechos humanos, bioética, ética gubernamental, ética asistencial, ética de la comunicación, entre otros. ¿El retorno a la ética supondrá sólo una «inflación socializada de la refe¬rencia ética»? Véase Badiou (1995:98).

Pensar la política es pensar la justicia y la libertad2

La justicia y la libertad necesitan un espacio público común, transitado por el quehacer político, marco de lazos, conexiones y promesas para el futuro, en el que cada hombre pueda insertarse de palabra y obra. Sin un ámbito público, políticamente organizado, la justicia y la libertad carecen de un espacio mundano en el que puedan hacer su aparición (Arendt, 1997). A la vez, lo público, en sentido estricto, comienza cuando, con justicia y libertad, se construye lo común (Cullen, 1997).

El espacio de lo público, como lugar dialógico y plural, es propio del mundo común a todos, pero diferente del lugar privado en él; no se trata de interacción entre iguales, sino de un lugar en el que la igualdad pasa por la posibilidad de expresar las diferencias3.

La fragmentación del orden social y la multiplicación de intereses particu¬lares, la dilución de identidades colectivas (Virno, 2003), trae aparejada la evanescencia de lo público como el espacio de encuentro social y de construcción política de los nuevos significados que otorguen sentido a las acciones colectivas en la búsqueda del bien común.

La institucionalización de prácticas políticas que borran la diferencia entre esfera pública y esfera privada, recluyendo el disenso a la esfera privada para construir el consenso en la esfera pública, disuelve la dimensión de lo político y ofrece la imagen de una sociedad exenta de política en la que desaparecen (se ocultan) el conflicto, la represión, el poder y la violencia4. Interrumpe una concepción de la política como eje de transformaciones sociales, incorporando una racionalidad técnica que se expresa sólo en el plano instrumental, en la que prevalecen la neutralidad valorativa y la eficiencia de las consecuencias.

¿Qué lugar hay allí para la ética? ¿Su intromisión en la política es perturbadora? ¿Política y ética no son compatibles?

Toda acción humana en relación con otros tiene implicancias éticas -como búsqueda legítima y necesaria del sentido de las prácticas-, con lo cual las relaciones políticas no pueden separarse de la reflexión ética. Ningún quehacer político es neutro desde el punto de vista moral, puesto que siempre se articula por intenciones; son los fines los que imponen la naturaleza necesariamente ética de la política (Weber, 1993).

2. En términos de Badiou (1999:79): «Llamaremos justicia a aquello con lo cual una filosofía designa la verdad posible de una política". En términos de Arendt (1996: 13): «La libertad es en rigor la causa de que los hombres vivan juntos en una organización política [...] de esta misma forma la libertad es la condición de posibilidad de la ética,>.

3. La idea arendtiana de lo público se completa con el requisito de accesibilidad y publicidad. Véase Arendt (1993).

4. «La especificidad de una democracia pluralista -señala Mouffe (1999:20)- no reside en la ausencia de dominación y violencia, sino en el establecimiento de un conjunto de instituciones a través de las cuales ellas puedan ser limitadas y enfrentadas». Véase también Mouffe (1996).

Lo insoslayable de la política -ningún ser humano consciente está libre de la vivencia trágica o dramática de la relación entre lo ético y lo político- hace que la repulsa de lo político se convierta en otra forma de hacer política5.

Mantener la separación entre ética y política supone, por una parte, que la ética deja de ser

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