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Margarita Ravioli


Enviado por   •  2 de Junio de 2013  •  1.739 Palabras (7 Páginas)  •  1.169 Visitas

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Buenos Aires, 14 de septiembre de 2006.

Nos convoca hoy el recuerdo de Margarita, a través de un acto y de un testimonio que tienden a darle una permanencia a través del tiempo, como la tiene la obra que ella alumbró, desde su acción infatigable por la niñez, por sus jardineras (hoy jardineros) y por el nivel inicial.

La presencia fiel de sus alumnas y colaboradoras, ha difundido por esta tierra querida, su figura tutelar, con la creación de jardines de infantes, que se han colocado bajo su advocación, con la imposición de su nombre a la Biblioteca de esta casa amada, nombre que también alumbra el impulso docente de redes educativas, que iluminan el camino de la educación inicial.

Hoy se suma este homenaje que va a dejar su presencia viva en este lugar que la vio caminar sin desmayos, en la concreción de un objetivo, que no es susceptible de medición, por la vastedad de su horizonte y por la multiplicidad de sus aplicaciones.

El respeto y la integración del nivel en la Educación argentina, son la obra de Margarita. Existe un antes y un después de ella, a través de la acción que comenzó en la Escuela Normal Nº 9, que albergó por 1ª vez a este Profesorado. Hay un recuerdo en sus muros que dejó presente ese paso, a partir del cual, con la guía de Margarita y el esfuerzo de muchos, el nivel inicial se puso de pie, con una fuerza tal, que irradió en el país entero, no solo en la Provincia de B.A.

Margarita no fue la 1ª especialista en Jardín, pero podemos concluir, sin apasionamientos, que desde su ideal y desde su hacer, esta obra del nivel tomó estado público, con un impuso, que tal vez, no se dimensione en la tarea diaria. Es ello bastante humano, porque se trata de algo que está hecho. De logros que ya están. Los memoriosos sabemos que la planta de esta institución que nos preside, la ganó luchando cada cargo, docente, administrativo y de maestranza. En épocas en las que se contaba hasta con profesionales de la salud, para obtener la dieta mas balanceada y la atención integral de la salud, incluido el control odontológico de los niños.

Toda delegación docente y educadores de otras partes del mundo, pasaron por esta casa, ya que nuestros ministros de Educación conocían el nivel de excelencia con el que aquí se trabajaba.

Yo traigo la voz de su familia, una familia que ella núcleo, cuando su mamá, mi abuela, Marina Borione de Ravioli, ya no estuvo. Una acción que siempre corresponde a las mujeres, que son el núcleo aglutinante de todas las familias. El hogar es y vive por la luz que irradian. Como lo ha sido también una gran parte de la acción docente. Ellas son los seres que todo lo ven, que todo lo sienten, que mitigan al dolor y que agigantan las alegrías. En la presencia viva de Margarita, los Ravioli, les rendimos aquí y siempre un homenaje a todas las mujeres, quienes que representan en el mundo la tolerancia armónica, la permanencia comprometida en el amor, la aceptación sentida de las diferencias, el compromiso incondicional por la paz.

Fue Margarita una suerte de madre de todos los integrantes de la casa Ravioli-Borione, la que se prolongó en los troncos que hoy representamos sus sobrinos, los que nos sentimos orgullosos del lugar que ella ocupó y que ocupa en nuestras vidas.

Como lo fue en su acción docente, con un perfil incansable, sin desmayos, se manejó así entre nosotros, en la vida de todos los días.

Desde ese lugar que le dimos, el mas elegido, nos acompañó en todo, no reclamó nada en cambio, ni intentó jamás sustituir la presencia de nuestros padres.

Aquello inaccesible, aparentemente inalcanzable, ese apunte que había circulado en algún momento en la Facultad de Derecho, del que se necesitaba echar mano, el libro agotado, una inscripción que se había vencido, la entrada para acceder a esas funciones del Colón que hacen época, conocer a personajes de la vida de B.A., a Victoria, a Mallea, a Capedevila, a los Castro, músicos enormes y ciudadanos ejemplares, era algo que se conseguía de su mano, con tanta facilidad, en la conjunción de su voz hermosa, de su sonrisa de persona transparente, de su mirada comprensiva, que revelaba la grandeza de su alma noble.

Fue una gran tolerante en el mundo que precedió al ecumenismo. Nunca habría tenido que pedir disculpas a los miembros de las minorías religiosas o étnicas que felizmente alberga esta tierra, porque la enriquecen. Ellas conocen tan bien, cuan difícil es sobrevivir frente al fundamentalismo de los mas, especialmente a partir de la desconfianza, que es hija de la ignorancia. La tolerancia es una expresión del amor y ese sentimiento en Margarita, desbordó su persona. De esa tolerancia dio un testimonio vivo en la formación de este establecimiento, en el que nunca le preguntó a nadie por su religión, lo que equivalió el respeto para los que no la tenían, ni sobre sus ideas políticas.

Como me lo recordó Susana Szulanski en un mail que me envió hace pocos días desde Israel, la preocupación de esta Casa bendita, por inspiración de Margarita, fue que los niños aprendieran a ser.

No es una casualidad

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