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Mundos Imaginarios


Enviado por   •  24 de Enero de 2012  •  778 Palabras (4 Páginas)  •  584 Visitas

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Mundos Imaginarios

Vivimos en un mundo real lleno de substancia, de objetos, de seres. Nuestra experiencia es primordialmente sensible: vemos, tocamos, oímos, degustamos, olemos. Manejamos cotidianamente entidades concretas, pero guardamos de ellas apenas dos cosas: una imagen -más o menos "afectivizada"- y un nombre.

Para ser rigurosos, no tenemos en verdad acceso a aquello que percibimos; utilizamos hasta el hartazgo una mesa, pero su realidad total nos está radicalmente negada. Podemos medirla, pesarla, radiografiarla, someterla a un análisis molecular, pero siempre habrá de ella un aspecto inasible, incognoscible.

Sin embargo, todo parece indicar que conocemos el mundo real, que nos adaptamos a él, que lo dominamos con mayor o menor eficacia. En realidad, actuamos en base a versiones de ese mundo. Tal es el concepto que subyace a frases como "pasaje fantaseado" y a palabras como "representación".

Llamamos "pasaje fantaseado" al trabajo que nuestra psiquis realiza sobre un objeto real imprimiendo, en función de un curioso tránsito, una versión de él en nuestro mundo interno. Definimos como "representación" a la imagen que de tal objeto queda ubicada en alguna región de la mente.

nuestro sistema perceptivo capta del objeto ciertas propiedades -forma, color, textura, peso, consistencia, etc.- y lo localiza en algún sitio de nuestro mundo interno quedando así instalada una representación. Este proceso no es aséptico, ya que, además de propiedades físicas como las enumeradas, impregnamos a esa representación de un cierto monto afectivo. Cuando el objeto en cuestión es otro sujeto, además del pasaje fantaseado o tránsito desde el mundo externo al mundo interno, hay, simultáneamente, un movimiento inverso -desde adentro hacia afuera- al que llamamos "transferencia". Esto significa que desplazamos sobre el otro un personaje interno arcaico que lo vela con sus propias cualidades.

En la medida en que nuestro mundo interno está hecho -en parte- de representaciones, de imágenes, la versión completa que cada uno tiene del mundo real es imaginaria. Esto no impide que nos manejemos con un gran ajuste entre imágenes y objetos reales, ya que el aprendizaje que realizamos al lo largo de la vida nos permite determinar con suficiente precisión de qué se trata cada objeto.

Pero no debemos perder de vista que disponemos de versiones de las cosas. Un ejemplo claro es la luz: tenemos un órgano, el ojo, altamente sensible a ella. Sin embargo, sólo percibimos una mínima parte de esa luz; no detectamos la radiación ultravioleta, es la piel la que capta la infrarroja, no percibimos los rayos x ni los gamma, ni la radiación electromegnética que la luz porta. Nuestra versión de ese fenómeno es ínfima.

Es por eso que nuestra experiencia de la realidad debe inscribirse en lo

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