Policia y democracia.

I. Introducción.

La función de la policía, en cualquier forma de gobierno, es la proveer seguridad y mantener el orden, hacer cumplir las leyes, atender y canalizar los reclamos de justicia. La eficacia de la misma está directamente relacionada con percepción que la sociedad tenga de sus gobernantes, ya que demuestra como el Estado satisface las demandas de sus gobernados.

Asimismo la democracia es una forma de gobierno en la que todos los ciudadanos eligen libremente, por medio de un proceso electoral, quiénes serán sus gobernantes.

El actuar de los gobernantes debe regirse por lo que establece la Constitución Política y las leyes, buscando siempre el desarrollo, la justicia, la paz, el mantenimiento del Estado de Derecho y la mejores oportunidades para los ciudadanos, esto se logra, en buena parte, mediante las acciones que realizan las instituciones policiales.

En México y América Latina la percepción de la sociedad es que las instituciones policiales están involucradas con el crimen organizado, de igual forma existe corrupción al interior de estas instituciones, y los casos cada vez más frecuentes de maltrato policial, afectan negativamente la estabilidad democrática.

II. Policía y Democracia.

La policía en una sociedad democrática debe estar al servicio de la sociedad, sus integrantes deben ser civiles con formación policial y deben realizar sus funciones con estricto apego a las leyes, esto es para que la policía obedezca a las leyes y no al Estado, López Portillo E. (2000), menciona:

“La libertad es el valor primario del proyecto democrático en el Estado moderno. La seguridad es uno de los instrumentos que el Estado crea para garantizar su ejercicio y constituye el eje de sentido de la policía. En consecuencia, la policía es, a su vez, un instrumento a favor de la propia libertad” (Pág. 20)

En un régimen autoritario la policía es militarizada o con formación militar ya que la formación castrense se caracteriza por ser leal al Gobierno anteponiendo su lealtad a las instituciones establecidas en vez de velar por la sociedad, por lo que su formación no es la adecuada para desempeñar funciones de policía.

En la democracia la policía proporciona seguridad ciudadana, o sea, está al servicio de la sociedad, como afirma Vignola (1983):

“la policía antes de ser el brazo secular de los tribunales o actuar en nombre de una autoridad gubernativa dirigista y represiva, debe permanecer al servicio de la comunidad y tener como misión esencial la de garantizar la evolución normal de la misma”. (Pág. 145)

Si bien es cierto que existe una mayor predisposición de las policías hacia las conductas represivas más que las preventivas, la progresiva implementación de las llamadas policías de proximidad sería una solución a este problema.

En un sistema democrático, el mantenimiento del orden debe entenderse como un equilibrio entre las distintas fuerzas que integran un Estado, es decir, debe incluir a la sociedad.

En México la seguridad pública se encuentra contenida en el artículo 21 constitucional que dice que es una “función a cargo de la Federación, el Distrito Federal, los estados y los municipios”, de igual forma define que las instituciones policiales serán las encargados de procurar esta importante función y que deberán regirse por los principios de “legalidad, eficiencia, profesionalismo y honradez”.

Sin embargo, ni la seguridad pública ni las instituciones policiales tienen objetivos definidos en la Constitución política, provocando que ambos conceptos sean ambiguos y que la sociedad no pueda exigir su cumplimiento.

III. Reflexiones en América Latina sobre la relación entre función policial y democracia.

La policía juega un papel fundamental en la sociedad, ya que es la policía responsable de garantizar la seguridad pública, hacer cumplir las leyes y analizar los reclamos de justicia, entonces esta en línea directa con lo que representa el Estado.

En América Latina la percepción de la ciudadanía es que la delincuencia está vinculada al crimen organizado, Cruz (2010) menciona:

“La corrupción policial es considerada como un problema crítico en América Latina. Las noticias sobre que la policía está involucrada en abuso de autoridad, sobornos, ejecuciones extrajudiciales y carteles de crimen organizado son frecuentes en países como Argentina, Brasil, Guatemala,

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