Problematica Y Rol Docente

Dentro de las variables que los docentes pueden estar manejando con respecto a este tema, se nos ocurren las siguientes:

 ¿se trata de una limitación arancelaria que restringe el acceso a un proceso de actualización continuo?

 ¿deberían realizarse cambios a nivel de políticas educativas para descentralizar el saber y acercar seminarios, cursos y carreras cortas o postítulos a lo largo del territorio nacional?

 ¿estará relacionado con el tiempo que podría dedicar un docente a su profesionalización, dado que los salarios no están acordes a la situación económica y los docentes se ven obligados a exponerse a situaciones de sobrecarga horaria?

 ¿o existen interferencias en la difusión de los programas de perfeccionamiento ya existentes? ¿Son los establecimientos educativos los que tienen que informar a su planta de profesionales acerca de la oferta educativa que promoverá mejores experiencias áulicas? Por ejemplo, ¿cuántos docentes están al tanto del equipo de asistencias técnicas que existe en la provincia de Buenos Aires y que redundaría en la obtención de puntaje y en un estímulo externo para el mejoramiento de la práctica?

Nuestra opinión con respecto al mayor porcentaje, que tiene que ver con actitudes tales como puntualidad, asistencia, cooperación, cuidado en las relaciones sociales, podría resumirse en que ese conjunto de hábitos, usos y costumbres es inherente a cualquier puesto de trabajo, y NO propio del perfil de un docente.

En cambio, cuando hablamos de una disposición plena del docente a ser observado en el aula (16%), estamos diciendo que ese docente se arriesga a una crítica constructiva y a su aceptación, confía en sus capacidades y se nutre de experiencias directas con el pensamiento reflexivo y la mirada del otro en pos de la transformación y lo nuevo.

Merecen un desarrollo aparte el análisis del trabajo docente fuera del aula. Nos referimos a implementar metodologías innovadoras, el conocimiento cabal de los grupos de alumnos para realizar los ajustes que sean necesarios en cuanto a estrategias y recursos, su capacidad para la creación de ambientes propicios para el aprendizaje significativo y la puesta en marcha del trabajo por proyectos. Estos factores implican necesariamente que el docente, y remitiendo a un vocablo quizás pasado de moda, su “vocación”, emplee tiempo extraescolar en planificar día a día, en corregir trayectos que considera inconducentes, en seleccionar material extra que le parezca motivador y superador del “libro de texto”, en diseñar nuevos instrumentos de evaluación, en corregir y calificar con una mirada atenta a la diversidad. De no creer que este tiempo ‘extra’ sea indispensable, la labor docente no está completa.

A través de esta encuesta, podemos afirmar que los docentes son conscientes de cuáles son los aspectos a mejorar hacia un perfeccionamiento real de la educación y de su propio crecimiento. Pero desde los organismos encargados de llevar a cabo este proceso de evaluación, las falencias están a la vista: se hace a la ligera, de manera homogeneizante, sólo al final del año durante el desempeño docente, no se han operado cambios sobre él desde hace 25 años… ¿hay un compromiso auténtico de que la evaluación sea un proceso de retroalimentación para lograr mayor eficiencia y competencia en los docentes? ¿O es únicamente un trámite y formularios a completar?

Nosotras no bregamos por un elemento evaluativo que se transforme en una herramienta de control o amenaza y vigilancia para los docentes, pero sí optaríamos y apoyaríamos un sistema que supusiera una forma de favorecer el esfuerzo, la dedicación, las habilidades, las particularidades, y condujera a acciones de asesoramiento para el docente evaluado que guíen su toma de decisiones futuras.

Como conclusión, y después de productivas discusiones, arribamos a una reflexión sobre cuál es el perfil docente:

En un mundo donde la globalización cobra cada vez mayor fuerza se hace necesario la preparación de un individuo que pueda recibir cualquier información y procesarla de manera consciente sin que esto afecte en nada a su desarrollo. Por eso es vital la formación de un hombre con cualidades positivas en su personalidad para enfrentar todos los fenómenos que suceden a su alrededor.

La docencia va más allá de la simple transmisión de conocimientos. Es una actividad compleja que requiere para su ejercicio, de la comprensión del fenómeno educativo. El sólo dominio de una disciplina, no aporta los elementos para el desempeño de la docencia en forma profesional, es necesario hacer énfasis en los aspectos metodológicos y prácticos de su enseñanza, así como en los sociales y psicológicos que van a determinar las características de los grupos en los cuales se va a ejercer su profesión. La docencia como profesión se ubica en un contexto social, institucional, grupal e individual, de ahí que un docente no puede desconocer las relaciones y determinaciones en ninguno de estos niveles, pues no todos los obstáculos a los que se enfrenta el docente en el salón de clases se originan ahí solamente, sino que son reflejo de un problema social más amplio que repercute en la institución y por supuesto en el aula en el momento de la interacción.

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