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Vigilar Y Castigar


Enviado por   •  31 de Marzo de 2013  •  2.502 Palabras (11 Páginas)  •  686 Visitas

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INTRODUCCION:

Habla de cómo los castigos de los delitos han ido evolucionando a través de los años o décadas que han transcurridos durante este tiempo y los métodos que se empleaban en la época medieval y que han dado a los procesos y castigos que se tienen en la vida contemporánea.

Como podemos ver tenemos como antecedentes las barbaries que se tenían en las épocas de castillos (medieval) donde se castigaban severamente los delitos que en ese tiempo se contemplaban como tales, teniendo como castigo el suplicio que no era más que una tortura desmedida al cuerpo de la persona que se encontraba culpable. Una de tantas torturas conocidas de esa época es la del desmembramiento, la hoguera, el ahogo en un caldero hirviendo y muchas más que son inhumanas.

Esta era la forma de tener la sociedad en paz con el propósito de inculcar miedo para que no se cometieran.

Después en el siglo XIX se suplanto el castigo físico debido a que era un poder que tenía el rey el cual era arbitrario y cometía bastantes injusticias.

Por eso se crearon unas instituciones llamadas prisiones, pero lamentablemente el poder es igual utilizado de manera arbitraria, ya que con él se cometen bastantes injusticias las cuales provocan que los reos tengan más resentimiento a asía la sociedad y estos a la vez que reincidan una vez saliendo de la prisión a cometer delitos.

SUPLICIO

I. EL CUERPO DE LOS CONDENADOS:

Las torturas han sido un medio de castigo durante las épocas es de ahí que comenzamos hablando, con un ejemplo de un condenado el 2 de marzo de 1757 a “pública retractación en la puerta principal de la Iglesia de París” “el cual debía ser llevado en una carretilla desnudo, y entonces iría sobre un cadalso donde le atenazarían las tetillas, brazos, muslos y pantorrillas, y su mano derecha quemada con fuego de azufre , (puesto con esa mano había cometido el crimen), y sobre las partes atenazadas se le agregaría plomo derretido, aceite hirviendo, pez resina ardiendo, cera y azufre fundidos juntamente, y a continuación, su cuerpo estirado y desmembrado por cuatro caballos y sus miembros y tronco consumidos en el fuego, reducidos a cenizas y sus cenizas arrojadas al viento”.

Pero todo esto no salió como fue planeado ya que los caballos que fueron destinados para esto no sabían y tuvieron que emplearse otros dos los cuales suman seis en total y el castigo ere brutal.

Entonces todo los castigos eran brutales para las personas daba lo mismo si robaba, asesinaba o era un vagabundo, no había una distinción de los delitos.

II. LA RESONANCIA DE LOS SUPLICIOS:

La Ordenanza de 1670 había regido, hasta la Revolución, las formas generales de la práctica penal.

¿Qué es un suplicio? "Pena corporal, dolorosa, más o menos atroz", decía Jaucourt, que agregaba: "Es un fenómeno inexplicable lo amplio de la imaginación de los hombres en cuestión de barbarie y de crueldad." El suplicio descansaba sobre todo en un arte cuantitativo de dolor.

El hecho de que la falta y el castigo se comuniquen entre sí y se unan en la forma de la atrocidad, no era la consecuencia de una ley del talión oscuramente admitida. Era el efecto, en los ritos punitivos, de determinada mecánica del poder.

Tres cuartos de siglo más tarde, hubo un reglamento redactado por Léon Faucher "para la Casa de jóvenes delincuentes de París": de los cuales destacan los artículos del 17 al 28 que son la rutina que debían de seguir los condenados:

He aquí entonces un suplicio y un empleo de tiempo. No sancionan los mismos delitos, no castigan el mismo género de delincuentes. Pero definen bien, cada uno, un estilo penal determinado.

A fines del siglo XVIII, y en los comienzos del XIX, hay una transformación de dos procesos. De un lado, la desaparición del espectáculo punitivo. El ceremonial de la pena tiende a entrar en la sombra, para no ser ya más que un nuevo acto de procedimiento o de administración.

CASTIGO

I. EL CASTIGO GENERALIZADO:

"Que las penas sean moderadas y proporcionadas a los delitos, que la muerte no se pronuncie ya sino contra los culpables de asesinato, y que los suplicios que indignan a la humanidad sean abolidos. La protesta de los suplicios se encuentra en la segunda mitad de siglo XVIII propuestas por las personas, filósofos, juristas, etc.

Que era hay que castigar de otra manera ya que el suplico se veía como un acto de poder del rey hacia los soberanos y que producía miedo e irritación de las personas. Es preciso que la justicia criminal, en lugar de vengarse, castigue al fin.

Todo da comienzo a principio del siglo XIX Pero en esta época de las Luces no es de ningún modo como tema de un saber positivo por lo que se le niega el hombre a la barbarie de los suplicios, sino como límite de derecho: frontera legítima del poder de castigar.

II. LA BENIGNIDAD DE LAS PENAS:

El arte de castigar debe apoyarse, por lo tanto, en toda una tecnología de la representación. Encontrar para un delito el castigo que conviene es encontrar la desventaja cuya idea sea tal que vuelva definitivamente sin seducción la idea de una acción reprobable.

Pero para funcionar deben obedecer a varias condiciones.

I) Ser lo menos arbitrarios posible. Es cierto que la sociedad define en función de sus intereses lo que debe de constituirse como delito. Que el castigo derive del crimen; que la ley parezca ser una necesidad de las cosas, y que el poder obre ocultándose bajo la fuerza benigna de la naturaleza.

Es decir que la pena será más severa en la medida de como se cometió además de una distinción de delitos que no será igual a castigar a un asesino que a uno que roba ejemplo el que roba se le confiscara, mientras que el asesinato será sancionado con la muerte.

2) Este juego de signos debe apoyarse en el mecanismo de las fuerzas: disminuir el deseo que hace atractivo el delito, aumentar el interés que convierte la pena en algo temible; invertir la relación de las intensidades, hacer de modo que la representación de la pena y de sus desventajas sea más viva que la del delito con sus placeres.

Poner en juego

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