El Rock En La Sociedad Mexicana

Gimme the Power – Una película de Olallo Rubio

Se trata de un rockumental dirigido por Olallo Rubio, cineasta mexicano perfectamente calificado para el trabajo por su experiencia y participación en diversos medios de comunicación al igual que en la previa elaboración de películas expresivas de problemáticas sociales y culturales, sin olvidar, los videos musicales que ha dirigido.

Pero… ¿por qué basarse en la carrera de una banda musical para tratar problemas sociales?

El objetivo principal de este proyecto, parece ser, definir el cambio generado a partir del origen de la banda de rock Molotov, insistiendo en detallar el entorno político, social y económico de México al momento de su aparición. Convirtiendo al grupo musical, en algo más que eso, convirtiéndolo en un “concepto de cambio” mencionándola constantemente como un soundtrack de la situación.

El principio se ve claramente ocupado por datos históricos sobre la política del país que te introducen por completo a un ambiente analítico y crítico presentando la terrible situación que vivía el país hace algunos años.

En el filme participan activamente diferentes personas que representan algunos sectores de la sociedad respondiendo preguntas y opinando sobre varios temas mencionados. Aparece desde una persona común de clase media-baja, con una visión completamente civil, hasta un ilustre periodista; Juan Villoro, que otorga un punto de vista más técnico acerca del pasado del país; pasando por músicos que apoyan y otros que se oponen a la ideología y actividad de la banda musical. Obviamente, también es entrevistado cada integrante y ex integrante de la banda para obtener datos sobre su origen, visión y misión en la sociedad.

El autor crea sin duda un mensaje dirigido a la juventud de México para demostrar que pueden lograr verdaderos e importantes cambios en el sistema que rige al país, poniendo como claro ejemplo a este grupo musical que significó un resurgimiento de interés y crítica en la gente después de muchos años de represión.

Las críticas no se hicieron esperar después del estreno, muchas felicitando el trabajo del autor principalmente por la amplia recopilación de información. Sin embargo, muchas otras la califican como un documental sin elementos novedosos pues son básicamente datos que han sido muchas veces publicados. Desde mi punto de vista, lo que hace especial a este filme, es que contrasta puntos de vista muy diferentes alrededor de un solo hecho.

Tampoco es como un destape total al “hilo negro” de la política mexicana, pero le recuerda a la nación acontecimientos que han marcado la historia; justo a tiempo para reflexionar su próxima decisión en estas elecciones, e invita sobre todo a la juventud, a forjar el camino del país; su propio camino.

Es bien sabido que desde épocas prehispánicas, la música era un refugio de rebelión para grupos de personas inconformes casi siempre con la autoridad y la utopía de la sociedad. Y desde hace algunas décadas, el rock es el género musical emblemático de la rebelión.

El 11 y 12 de septiembre de 1971 se reunieron miles de personas en torno al pueblo de Avándaro, para asistir al primer festival masivo de rock en el país. Lo que en un principio había sido planeado como una carrera de autos que se ambientaría con la música de algunos grupos, se convirtió en un evento que marcó la culminación de la primera etapa del rock en México, y que por su trascendencia e implicaciones musicales, sociales e incluso políticas, se le compara con el Festival de Woodstock, que se realizó en Estados Unidos dos años antes.

El festival atrajo a multitudes de jóvenes de todas las clases sociales de la época en México; se estima que asistieron más de 200,000. Este hecho hizo que las autoridades de la época prestaran especial atención al evento, pues se creía que tal cantidad de personas, en cualquier momento se manifestarían en contra el Estado. El punto de quiebre, que derivó en la prohibición de cualquier evento masivo relativo al rock en al menos 15 años fue lo que sucedió durante la actuación de Peace and Love. Hasta ese momento todo el concierto había sido transmitido a través de la radio. Mientras el vocalista entonaba la canción "Mari, marihuana", gritó: "¡Chingue su madre el que no cante!". De inmediato la señal del festival fue cortada. Días después, el gobierno federal (en ese entonces lo encabezaba Luis Echeverría) ordenó la cancelación de conciertos de rock, prohibió a las estaciones programar música de ese género, obligó a las compañías disqueras a no grabar a bandas y a la prensa se le encargó satanizar al festival y a la juventud, la cual ya padecía maltratos y abusos por parte de la policía. Estaban recientes los movimientos de 1968 y 1971, que fueron reprimidos con violencia.

Hacia fines de los años noventa, con una industria

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