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Subculturas


Enviado por   •  3 de Junio de 2014  •  1.964 Palabras (8 Páginas)  •  258 Visitas

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Hipótesis:

Las subculturas surgieron en los 60 con actitudes rebeldes ya que buscaban su propia identidad en el sistema que los oprimía en esa época, los jóvenes se rebelaban y buscaban nuevas formas de expresarse a través de estas tribus, con ideologías comunes. En la actualidad la mayoría de jóvenes son miembros activos dentro de estos grupos y sufren discriminación y prejuicios de la cultura dominante de su comunidad por tener diferentes creencias y comportamientos

MARCO TEÓRICO:

Presentación:

Nosotras trabajaremos el tema de la influencia social en la subcultura, que lo haremos a través de fuentes de información, diarios, revistas, entrevistas etc, con el fin propio de investigar desde el punto de vista social a las subculturas poniendo nuestros conocimientos a partir de la información seleccionada.

La subcultura comienza en los años 60 después de captar una nueva realidad social surgida tras la segunda Guerra Mundial en Inglaterra que era expresada por los jóvenes de clase obrera que estaban en contraposición a la forma de vida de sus mayores. Se comenzaron a llamar Subculturas porque nadie se atrevía a denominar cultura a lo que hacían aquellos jóvenes, subculturas porque estaban por debajo de sociedad “NORMAL”. La problemática que residen desde el comienzo es la discriminación y la no aceptación de su cultura

Subcultura

Son un grupo de individuos que comparten una identidad religiosa, política y cultural forjan fuertes lazos y construyen instituciones diferentes y, algunas veces, opuestas a las instituciones de la cultura general. También comparten valores y puntos de vista con la sociedad más grande. Una subcultura usa ideas de moda, artísticas, literarias y políticas específicas para distinguirse de la cultura principal.

Lo que caracteriza a una subcultura en particular es la solidaridad y el apoyo mutuo que suele existir entre sus miembros. Estos comportamientos se expresan a través de ciertos rituales (por ejemplo, el ejercicio de lealtades territoriales) y se revelan con la adopción de un estilo propio reflejado en una forma de vestir o en la utilización de símbolos determinados.

La pertenencia del individuo a una subcultura va desarrollando su personalidad y su posición frente a la sociedad.

A su vez, el entrecruzamiento de subculturas permite la formación de un sistema que se integra en la estructura cultural general. Así, en ciudades como Buenos Aires, Londres o Nueva York, se desarrollan diversas subculturas determinadas por las múltiples migraciones provenientes de distintos países del mundo. Esos grupos, a su vez, van definiendo el carácter de la estructura social de las ciudades.

En cuanto al impacto de las subculturas en el cuerpo, hay que traer a colación un rasgo epocal básico. La perfección corporal se convierte en el mundo contemporáneo en un objeto de contemplación que suscita admiración y/o deseo, al tiempo que refleja una visión de la realidad en la que el cuerpo se convierte en el símbolo o la metáfora mediante la cual entender o expresar la propia identidad, es decir, cómo somos o cómo queremos ser vistos.

La interacción simbólica es fundamental para la identificación subcultural. También son importantes los aspectos cualitativos, es decir, las formas de reconocimiento y de apariencia, pues permiten expresar, a aquellos que participan de ella, una rebeldía estética que exhiben para su grupo y hacia los otros, divergente de los estándares o cánones que operan en la sociedad tradicional.

Hoy la corporeidad humana es un fenómeno social y cultural, objeto de representaciones y de imaginarios. Las acciones que tejen la trama cotidiana, incluso las más comunes, implican la interacción del cuerpo, que es el vector semántico por medio del cual las tribus construyen su relación con el mundo: actividades perceptivas, expresión de los sentimientos, ritos de iniciación e interacción, gestos y puesta en escena de las actitudes, uniformes. Como emisores y receptores, las tribus producen sentido continuamente, insertándose así en un espacio social y cultural.

Las manifestaciones corpóreas generan un lenguaje simbólico que puede ser decodificado por los integrantes de una subcultura y, en consecuencia, puede ser diseccionado a partir de un ejercicio interpretativo. Lo cultural puede considerarse como un sistema de lenguaje articulado y, en relación con ello, las significaciones corporales responden a una construcción social, por lo que su edificación varía de acuerdo con los cambios históricos, con la aparición de nuevos conocimientos. Bajo un esquema simbólico, el cuerpo humano es la representación abstracta de los ideales cosmovisionales de una sociedad, así como de sus lugares comunes. Estas representaciones se encuentran en constante mutación y es posible el trasvase de elementos simbólicos subculturales a un imaginario social más amplio, desactivándose y pidiendo recambio. Los jóvenes construyen socialmente su cuerpo en una realidad que les toca vivir cada vez más compleja y cambiante, y diseñan su identidad en un ir y venir constante en sus relaciones con un mundo globalizado y cada vez más desterritorializado.

Al mismo tiempo, también se ha hecho patente que los creadores pueden producir y distribuir sus obras de una manera más rápida y barata, esto es, con necesidad de menos infraestructura. Pero estos tres aspectos de la nueva cultura que se genera dentro del entorno digital –rapidez de acceso, amplitud de horizonte y baratura– tienen sus pros y contras: la rapidez también implica una absorción superficial de los contenidos, la amplitud de horizonte provoca bulimia y desorientación, y la baratura –no nos engañemos– es muchas veces la máscara amistosa de la precariedad profesional.

Tradicionalmente, las subculturas se organizan en pequeños grupúsculos, que podemos visualizar como quistes dentro de la argamasa que forma la cultura popular. Las preferencias populares, a base de construirse una identidad viable dentro de sus condiciones específicas, constituyen una contestación contra el gusto. Pero su discordancia, sin embargo, era prácticamente invisible para la masa social. Hasta hace bien poco. Y es que la cultura digital ha dispensado dos sustancias energizantes a todo aquello que hasta el momento era marginal: la posibilidad de reclutamiento, y la liberación de la presión castrante de las otras esferas para dar visibilidad a sus manifestaciones. Lo marginal y lo bajo tierra dejan de serlo. En este revolucionario cambio de tornas, las subculturas, lo que era entendido como contracultural, viven un renacimiento estructural importantísimo, tomando el protagonismo del hecho cultural. Y en su

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