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Dictadura Militar


Enviado por   •  19 de Diciembre de 2013  •  4.369 Palabras (18 Páginas)  •  201 Visitas

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DICTADURA MILITAR

Fue el 30 de marzo de 1982, la CGT convoco a una huelga general y la respuesta fue masiva. La argentina paró, y empezó a acabarse el silencio. La gente salió a la calle, grito consignas contra el gobierno militar por primera vez masivamente desde el 24 de marzo de 1976.

Así estallo, finalmente, el país el 30 de marzo de 1982. Fue el fin de ese país inaugurado en 1976. Un país en que pensar era peligroso, y proclamarlo más aun. Un país sin fantasías, sin huelgas ni manifestaciones, un país con mucho orden impuesto bajo amenazas y sospechas. Ese país en que salir a la calle daba miedo, el país documentos obligados, el de las bocas calladas. El 30 de marzo ese país estallo. La huelga general termino con la gente en la calle, con la violencia de quienes gritaban y la violencia mayor de quienes respondían a balazos y gases, con bastones, con golpes. Ahí empezó a morir el país de la represión.

Una dictadura militar es una forma de gobierno autoritario en la cual, en mayor o menor grado, las instituciones ejecutivas, legislativas y jurídicas son controladas por las fuerzas armadas que impiden cualquier forma de control democrático.

Suelen originarse como consecuencia de la supresión del sistema de gobierno existente hasta entonces tras un pronunciamiento militar o golpe de estado.

Las dictaduras militares generalmente han justificado su presencia en el poder como una manera de traer la "estabilidad política para la nación o de rescatarla de la amenaza de "ideologías peligrosas"". Los regímenes militares tienden a retratarse como independientes, como un partido "neutral" que proporciona una dirección interina apartidista en épocas de la agitación, al tiempo que presentan a los políticos civiles como corruptos e ineficaces.

Una de las características casi universales de un gobierno militar es la institución de la ley marcial o de un estado de la emergencia permanente, mediante la cual se eliminan todas las garantías jurídicas (derechos civiles, políticos e incluso sociales) que protegen a las personas contra el abuso del Estado. Los regímenes militares generalmente no respetan los derechos humanos y utilizan la fuerza y la represión para silenciar a los disidentes y opositores políticos.

La verdadera historia

Con la muerte de Perón de la escena política en julio de 1974 y la subida al poder de su esposa Isabel, la Presidente, los problemas de la Argentina de los 70 se agravaron. Comenzaba una época que conmovería al mundo entero por la crueldad y la sistemática violación de los derechos humanos que se sucederían.

La economía estaba al borde del colapso con una inflación del 335% en 1975. Pero el problema económico no llegó solo, sino acompañado por un importante aumento de la violencia en la política. La guerrilla continuaba con sus ataques al ejército y la policía, pero la derecha contestaba con organizaciones igualmente violentas como la Alianza Anticomunista Argentina.

La situación era crítica. En este contexto tuvo lugar el golpe de estado del general Jorge Videla, ésta, la dictadura mas terrorífica y sangrienta.

Tras ver con desaliento la decadencia del orden bajo el mandato de Isabel, la mayoría apoyó el golpe de 1976. Esto significa que el golpe no solo contó con apoyo militar, sino también con el de una parte importante de la sociedad que más tarde se daría cuenta de las consecuencias que trajo consigo el nuevo gobierno, y con el de la mayoría de los partidos políticos y la Iglesia.

Este gobierno se encargaría de los dos principales problemas: la maltrecha economía y, con especial virulencia, la crisis social que se respiraba en esos momentos.

El camino escogido por el general Videla y su gabinete no fue otro que la guerra sucia. Con esta guerra santa, como también es conocida, pretendía deshacerse de los elementos subversivos de la sociedad. Se lanzó una campaña contra los militantes políticos y sociales, haciendo uso de un terror mucho peor que aquel que decían combatir. Entre 1976 y 1983 —bajo el gobierno militar— miles de personas fueron arrestadas y desaparecieron sin dejar rastro.

El ejército comenzó a detener a los supuestos subversivos. Reconoció tener prisioneras a unas 3500 personas, pero en ningún momento habló de los treinta mil desaparecidos. El gobierno de Videla decidió que sería más práctico no detener a estos supuestos subversivos, sino hacerlos desaparecer con ayuda del ejército o guerrillas paramilitares que con total aprobación y consentimiento del gobierno pondrían en marcha este macabro plan de limpieza social.

Mientras, la guerrilla no dejó de actuar durante los años de la dictadura. Llevó a cabo diversos atentados. Pero la represión del gobierno no se centró únicamente en los miembros de la guerrilla, sino también en simpatizantes y otras muchas personas que nunca sabremos si eran totalmente inocentes.

Los operativos de secuestro manifestaban la precisa organización, a veces en los lugares de trabajo de los señalados, otras en plena calle y a la luz del día, mediante procedimientos ostensibles de las fuerzas de seguridad que ordenaban «zona libre» a las comisarías correspondientes. Cuando la víctima era buscada de noche en su propia casa, comandos armados rodeaban las manzanas y entraban por la fuerza, aterrorizaban a padres y niños, a menudo amordazándolos y obligándolos a presenciar los hechos, se apoderaban de la persona buscada, la golpeaban brutalmente, la encapuchaban y finalmente la arrastraban a los autos o camiones, mientras el resto de comando casi siempre destruía o robaba lo que era transportable. De ahí se partía hacia el antro en cuya puerta podía haber inscriptas las mismas palabras que Dante leyó en los portales del infierno: «Abandonad toda esperanza, los que entráis»

Nunca más se supo de los secuestrados. No estaban detenidos en las cárceles o en comisarías, no había ningún registro donde apareciesen sus nombres o paradero. Simplemente habían dejado de existir.

Más tarde se supo, por testimonios de supervivientes y asesinos, que muchos de los secuestrados, en su mayoría, eran encerrados en campos de concentración, torturados, violados y asesinados. También eran lanzados al mar durante las maniobras aéreas del ejército con peso en los pies para evitar que subiesen a la superficie. Tácticas horribles que acabaron con la vida de miles de personas.

Parte de los desaparecidos eran mujeres con hijos o embarazadas, los niños fueron arrancados de los brazos de sus padres, condenados a desaparecer, sin palabras y de forma violenta. Estos niños, arrancados de su identidad, fueron sometidos a un doble trauma: la desaparición de sus padres y la suya

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