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EL DIARIO DEL DIABLO


Enviado por   •  6 de Febrero de 2014  •  3.805 Palabras (16 Páginas)  •  199 Visitas

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UN FILTRO DIVINO.

El día comenzó normal para nosotros, un par de personas comunes a la vista de los demás, primero yo, camino al trabajo en un auto con el riesgo de terminar sin marcha por falta de combustible, por falla mecánica o accidente ligero por la prisa de llevar a tiempo a una bebe que iluminaba el nublado día con su sonrisa la cual se tornaba agria al aproximarse a la guardería y q contrastaba con el gesto mustio de una esposa q en su interior renegaba todo el camino de su suerte esperando algo cambiara su destino. Sin pensar un poco q uno mismo debe hacer algo para dirigir su vida hacia “eso” que uno quiere.

Un suspiro de haber logrado la odisea matutina q para otros es todo un lujo; salio inconscientemente de mi interior; recorrí con mas calma la ciudad. Hasta llegar a mi trabajo: Una remodelación sencilla en una vieja casona del 1er. Cuadro de la ciudad, rodeada por construcciones de aspecto sobrio unas, lúgubre otras pero de estilo propios del siglo XVIII en delante, todas ellas.

Las q nos ocupa afortunadamente, al principio solamente; es sencilla, simple hasta sin chiste diría yo. Pero en su interior encerraba la cosa de lo mas sorprendente y espeluznante q alguien pudiese imaginar.

La persona q completaba el par del q hable al principio se trataba de Don Poncho, mi albañil de cabecera como le llamaba yo, mi persona 1000% de confianza, mi confidente, mi cuate, un hombre bonachón, noble, fiel, leal, honrado a toda prueba q mucha gente le tanteaba lo pendejo creyendo q el no se daba cuenta; comprando su trabajo con algo de alcohol y cerveza q a nosotros pues nos encantaba, nos compraban con eso.

Cuando abrimos las puertas de la casa, sentimos el frío húmedo que generan los muros gruesísimos de barro ya flojos por el contacto con el agua de lluvia y verdosos por años, años de no recibir mantenimiento, al igual q los pisos de barro y ni q hablar de la techumbre de viguería podrida con un terrado q en su parte superior afloraban varios tipos de plantas algunas ya muy enraizadas.

Una sensación tenebrosa nos invadió al ver un lugar q da hacia la calle q era medianamente transitada, y el motivo de nuestra impresión era q semejaba una cámara frigorífica antigua o mas bien algo así como las cámaras de gas usadas en la 2da guerra mundial, bueno en menos de un segundo la describí en mi cerebro como un horno crematorio para incinerar personas, pero en grupo y de pie¡¡¡¡¡

-Ufffff¡¡¡- Exclamé sin dejar de pensar en toda esa ensarta de ideas bizarras.

-Nos podemos cocinar unos panes. –Dijo Don Poncho en tono inocente y muy de el, con su voz aguda semejante a la de un niño de 10 años con asma.

-Jajajajajaja – Solté una fuerte carcajada, inconfundible muy propia de mi cuando la provoca algo original que me hace reir con ganas. –Ay Don Poncho usted y sus pinches ideas¡¡ Yo pensando cosas gruesas y usted con lo que sale¡¡¡ Jejejejejej – Sonreí dejándome mis pensamientos para no contaminar su inocente comentario pero gracioso a la vez. Siempre sacaba algo así.

Saque su pinche herramienta y pongase a chingarle àndele. –Lo apure sin dejar de sonreír para no ofenderle con las malas palabras. Y empecé a recorrer con la vista toda la construcción.

Nada fuera de lo común ,empezamos a limpiar toda el área y amontonar en un rincón todos los escombros mecánicamente, sin dejar de bromear contándonos nuestros problemas y avanzar en nuestra labor junto con el tiempo.

Llegado el medio día, hora de nuestro único bocado del día y q hacemos a cierta hora religiosamente y con la debida ceremonia, dejo su herramienta don poncho y yo de ayudarle un poco a la vez q había medido toda la casona y realizado mis croquis de la misma con sus debidos apuntes, nos dispusimos a comer, improvisando una fogata y un comal para calentar nuestra comida; tome un par de ladrillos, saque mis apuntes y comimos prácticamente rápido, tan rápido q nos dispusimos a tomarnos el tiempo restante de la hora para descansar.

Empecé a hojear mis apuntes y de pronto me di cuenta de algo: En mis dibujos de las áreas o locales q había medido, no había lógica, los espacios no coincidían.

Puta madre¡¡-exclame con un gesto de enojo q don poncho entonces si recrimino: Calmese, pues q trae?- volteo a verme y me dijo después de observar q miraba mis croquis y volteaba a la casa continuamente, y solo atino a decir: hummm…ya la regó. No le digo, ya deje el chupe.

No don poncho-le dije muy serio, al momento q repasaba mil veces y pensaba: como dibuje y medí algo q no estaba ahí¡?? O al menos no como debía si yo soy uno de los mas experimentados en el ramo y no había necesidad de inventar nada. Me levante y le dije:-A ver, vengase, vamos a ver q pedo. -Ya molesto y decidido a investigar.

No me diga q ya supo donde esta la olla – Me dijo – Perese¡¡ - Conteste – Es algo… a ver? Sorprendido grite –Ah cabron¡¡¡ - Con los ojos abiertos y el vello corporal errado junto con un escalofrío sumamente helado, me detuve y sin dejar de ver mis dibujos me di cuenta horrorizado, de que… la cámara…Q parecía horno y etc…No estaba en mis croquis y la teníamos enfrente¡¡¡¡

A esta altura de mi vida, con la experiencia adquirida y después de todas las vivencias a mi edad; era difícil creer que me impresionara algo aun.

Sabíamos de antemano que al tratarse de una construcción antigua encontraríamos algo inusual como siempre: Objetos extraños artículos personales antiguos, cacharros cosas que para mi siempre resultaban atractivos y para mucha gente les eran insignificantes. Pero que yo siempre re3cogia y conservaba.

La “olla” famosa a la que Don Poncho se refería era un mito el cual todo constructor inconscientemente buscaba.

Se trata de una olla de barro, cofre de metal o madera que iba repleto de monedas o metales preciosos y que siempre salía a comentario cuando alguien intervenía una casa antigua o terreno con ciertas características.

Se dice que no a todos les iba bien, que el “azogue” o gas que despide mata a quienes le descubren; o que, algún ente diabólico que la custodia posee al o los mismos y que en el mas benévolo de los casos, daba riqueza a manos llenas.

Pero que el dinero nunca rendía, en fin nada que podamos asegurar, solo, un mito.

Todo, todo lo escuchado, lo leído y visto en tv y cine; paso por mi mente en ese momento, con mi mano primero en mi boca cubriéndola totalmente y con los ojos muy abiertos seguía pensando que decir.

Don Poncho, no decía nada ahora, mirando mi expresión esperaba una

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