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Cazadores De Microbios Ensayo De IV Al XII


Enviado por   •  28 de Octubre de 2013  •  5.893 Palabras (24 Páginas)  •  377 Visitas

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Capítulo IV

Kochel Paladín

Contra la muerte

Era un buen estudiante, pero soñaba con cacerías de tigres; memorizaba a conciencia los nombres de cientos de huesos y músculos, pero en su imaginación partía rumbo a Oriente. El sueño de Koch era ser explorador, médico militar, o por lo menos medico naval para tener la oportunidad de conocer países exóticos o lejanos. Después de recibirse hizo su internado en un manicomio de Hamburgo, donde cuidando a los locos, difícilmente podían llegar a sus oídos los grandes descubrimientos de Pasteur y de sus microbios. Se caso con Emma Frantz ella se caso con él con la condición de que abandonara esas ideas y se dedicara a ejercer su profesión como buen ciudadano, Koch accedió, la dicha junto a ella logro hacer que se esfumaran sus sueños de aventura y se dedico a practicar la medicina. Po otro lado Lister en Escocia se dedicaba a salvarles la vida a los pobladores mediante la asepsia, y en Europa los profesores y estudiantes de las facultades de medicina se empezaban a interesar por las teorías de Pasteur, Koch se mantenía aislado del mundo científico como antes lo estuviera Leeuwenhoek.

Roberto Koch estaba inquieto, hasta que por fin su esposa le regalo un microscopio para que se distrajera, el cual le llevo aventuras mucho más curiosas de las que habría imaginado. Estos paisajes lo asaltaron del modo más increíble pensaba en que podía hacer para curar a los enfermos, si de muchas enfermedades desconocía su causa; 1873 no creían que los gérmenes fueran la causa de las enfermedades.

Koch empezaba a aprender a utilizar su microscopio, le gustaba observar gotas de sangre de ovejas y de vacas muertas de carbunco. En aquel entonces el carbunco era una enfermedad misteriosa que preocupaba a los campesinos de Europa, ya que arruinaba los ganados. A partir de entonces concentro su atención en los animales muertos de carbunco, olvidando sus visitas profesionales cuando una oveja muerta se atravesaba en su camino; frecuentaba las carnicerías para enterarse de cuáles eran las granjas afectadas por el carbunco. En sus ratos libres ponía gotas de sangre negra en cristales delgados un día al mirar atentamente, descubrió unos pequeños bastoncitos cortos que flotaban agitándose levemente entre los glóbulos sanguíneos.

Por lo mientras en Francia, otros hombres de ciencia, Davaine y Rayer, habían observado estas mismas cosas en la sangre de ovejas muertas y habían declarado que eran bacilos, la verdadera causa del carbunco, pero no pudieron demostrarlo y nadie les creyó; esto a Koch lo tenía sin cuidado la opinión que tenían los demás acerca de los bastoncitos. Dejo de estudiar animales muertos, para dedicarse a los sanos, lo que le robo un poco más de tiempo de sus consultas, y estos animales perfectamente sanos descubrió que no aparecía ninguno de los bastoncitos que observaba en los animales muertos, pero seguía sin saber si estaban vivos o si se multiplicaban, esto le creó una obsesión que lo hizo olvidarse de sus pacientes, al no tener el suficiente para comprar bacas y ovejas, pensó en contagiar de carbunco a pequeños ratones blancos, si eso era posible podía demostrar que se multiplicaban, así fue como comenzó sus singulares experimentos de los cuales no tenía conocimiento para contagiar el carbunco a los ratones cogió astillitas, que limpio y calentó perfectamente, las mojo con sangre contaminada y se las inserto en la base de la cola mediante un pequeño corte y coloco al pequeño ratón en una jaula. A la mañana siguiente encontró al ratón tieso y boca arriba con un color azul plomizo. Extrajo el hígado y los pulmones y observo el bazo que estaba negro y muy hinchado, lo abrió y empezó a examinarlo, observo que estaba lleno de los bastoncitos que había encontrado en la sangre de los animales muerto de carbunco y con gran alegría supo que había logrado contagiar a los ratones el carbunco.

En el año de 1876, Koch se decido al fin a contar al mundo entero que había logrado probar que los microbios eran la causa de las enfermedades; quería enseñarle todo esto al profesor Cohn, botánico de la Universidad, el cual estaba maravillado con los experimentos descritos por Koch esto empezó a bombardear el Departamento Imperial de Sanidad de Berlín, alabando a este hombre desconocido que debería ser el orgullo de Alemania, hicieron lo posible para proporcionar a Koch la oportunidad de dedicarse a la búsqueda de microbios patógenos, abandonando la rutina de su profesión.

Con diferentes substancias colorantes aprendió a teñir a los microbios, logrando destacar hasta al más pequeño de estos, se decidió a encontrar el virus de la tuberculosis, lo único que sabía acerca de ella era que quizá fuera causada por alguna especie de microbio; invento el medio de cultivo de la gelatina de suero sanguíneo para que aquellos microbios se desarrollaran en un medio nutritivo parecido a la composición de un ser vivo.

Capitulo V

Pasteur

Y el perro rabioso.

Pasteur propuso un experimento a Louvrier: “Inyectó debajo de la paletilla de los animales sendas dosis de microbios virulentos del carbunco. Al día siguiente, todas las vacas presentaban grandes hinchazones en la paletilla, tenían fiebre y respiraban fatigosamente. Dos vacas le comisionaron a Louvrier, a las que se les sometería a su tratamiento; las otras dos, serían tratados por Pasteur.”

Louvrier trato a las dos vacas: una murió y la otra siguió con vida.

Pasteur obtuvo los mismos resultados, una muerta y la otra con vida, pues entonces, las vacas con vida fueron sometidas a nuevas dosis de carbunco, capaces de matar a un rinoceronte; inyectó a las vacas, pero no les sucedía nada. Pasteur llegó a una conclusión: “Cuando una vaca a tenido carbunco y sale adelante, no hay en el mundo bacteria capaz de producirle otro ataque: esta inmunizada.” Pasteur había encontrado la clave principal para inmunizar a los animales, la clave era dejar envejecer los cultivos, de tal modo que los animales se infectaran ligeramente y se repusieran de ello. “Un día trajeron al laboratorio a un perro rabioso; bien atado y con gran riesgo para todos, fue introducido en una jaula con perros sanos con el fin que los mordiese. Roux y Chamberland sacaron la baba del animal y la inyectaron a conejillos de Indias.” De cuatro perros sanos mordidos, solo dos mostraron síntomas de la enfermedad y los otros vivieron meses normalmente antes que se manifestara.

Las conclusiones que sacaron fueron que: El virus de la rabia que penetra en las personas con la mordedura

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