Cómo lidiar con el estrés en su fase inicial

JOSÉ JUVENAL GRANADOS | 08 DE JUNIO DE 2013

Han pasado muchos años desde cuando en la facultad de medicina nos hablaron sobre el estrés; término acuñado por el científico checo Hans Selye para describir una serie de respuestas inespecíficas observadas en ratas sometidas a estímulos nocivos: toxinas, bacterias, calor, frio y cuyos manifestaciones consistieron en úlceras gástricas, agrandamiento de las glándulas suprarrenales, atrofia del timo y de los ganglios linfáticos. Selye lo llamó: Síndrome general de adaptación (SGA). Los estímulos nocivos, o, desagradables los denominó distress, para diferenciarlos de aquellos no nocivos, eustress (deporte, un beso, una caricia). No siempre los estresores causan las mismas respuestas pues depende de factores personales, tamaño de la agresión, genética, y factores psicológicos, entre otros. Desde un principio se dijo que estrés, no es igual a tensión nerviosa, sino los ajustes que se dan en el organismo para mantener la homeostasis (equilibrio) general del ser vivo.

Para entonces se desconocía, o se hablaba poco, o nada, de otras estructuras nerviosas localizadas en la base del cerebro, en el hipotálamo (locus ceruleus, amígdala) y cuyas conexiones con la corteza cerebral, hipófisis, glándulas suprarrenales, sistema endocrino, e inmunológico vendrían realmente a establecer los mecanismos, que trabajando mancomunadamente pueden hacer que el organismo supere los estresores en su fase inicial de alarma, choque, contra choque, adaptación, y salga adelante, evitando el agotamiento, que sería en extremo, la muerte del individuo.

Si bien es cierto que en el terreno científico hay muchos avances, dados por lo novedoso de la experimentación, los elementos a su servicio, y porque en medicina, como en otras ciencias nunca se sabe que vendrá luego, por ahora es claro que el estrés es una constante y es el precio que pagamos por permanecer vivos. Aun relajados, o dormidos permanecemos bajo estrés. Es el responder a los estímulos nocivos que puedan comprometer nuestro estado homeostático de salud física y mental, y por ende, mantenernos en actividad constante, aunque no siempre los estímulos sean completamente nocivos, o desagradables.

Por el lado del vulgo, e incluso las mismas academias confunden el término y lo asimilan a tensión nerviosa, ansiedad, confundiendo los estímulos con la respuesta. De ahí han surgido una gran cantidad de términos como angustiado, estresado, intenso, paniquiado, lelo, zombi, o por el contrario, otros que dan a entender estados menos comprometedores que denotan mejor condición psicofísica como son: tranquilino, chévere, fresco, bacano, relajado, etc.

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