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El Doceavo Planeta


Enviado por   •  29 de Agosto de 2014  •  1.368 Palabras (6 Páginas)  •  300 Visitas

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¿Acaso la vida fue importada a la Tierra desde algún otro lugar?

¿Cómo pudo ser que, después de cientos de miles o millones de años de penosa y lenta evolución, todo cambiara de forma tan abrupta y completa, y, con tres empujones -alrededor de 11.000-7.400-3.800 a.C-, los primitivos cazadores y recolectores nómadas se transformaran en agricultores y alfareros, en constructores de ciudades, ingenieros, matemáticos, astrónomos, metalúrgicos, comerciantes, músicos, jueces, médicos, escritores, bibliotecarios o sacerdotes?

Los sumerios fueron «los primeros», como en ser los que hicieron las primeras escuelas, el primer congreso bicameral, el primer historiador, la primera farmacopea, el primer «almanaque del agricultor», las primeras cosmogonía y cosmología, el primer «Job», los primeros proverbios y refranes, los primeros debates literarios, el primer «Noé», el primer catálogo de biblioteca, la primera Épica Heroica del Hombre, su primer código legal y sus primeras reformas sociales, su primera medicina, su primera agricultura y su primera búsqueda de la paz y la armonía mundial.

La idea de que la Tierra pudiera haber sido visitada por seres inteligentes de algún otro lugar postula la existencia de otro cuerpo celeste sobre el cual estos seres inteligentes hubieran establecido una civilización más avanzada que la nuestra.

Las especulaciones con respecto a la posibilidad de que la Tierra fuera visitada por seres inteligentes de otro planeta se han centrado hasta ahora en nuestros vecinos Marte o Venus como lugar de origen de estos seres. Sin embargo, ahora que ya se está dando por cierto que ninguno de estos planetas ha tenido vida inteligente, ni mucho menos una civilización avanzada, aquellos que creen en tales visitas a la Tierra están contemplando la posibilidad de otras galaxias u otras estrellas distantes como hogar de estos astronautas extraterrestres.

La ventaja de estas propuestas es que, aunque no se pueden demostrar, tampoco se pueden refutar. La desventaja estriba en que los «hogares» que sugieren están fantásticamente distantes de la Tierra, y requerirían un viaje de muchísimos años a la velocidad de la luz. Los autores de tales propuestas postulan, por tanto, la posibilidad de que hubieran hecho un viaje sólo de ida a la Tierra: un equipo de astronautas en una misión sin retorno, o, quizás, en una nave espacial perdida y sin control con la que hicieran un aterrizaje forzoso en la Tierra.

Pero ésta no es, precisamente, la noción sumeria de la Morada Celeste de los Dioses.

Los sumerios aceptaban la existencia de tal «Morada Celeste», de un «lugar puro», de una «morada primigenia». Mientras que Enlil, Enki y Ninhursag iban a la Tierra y hacían su hogar en ella, su padre Anu permanecía en Ia Morada Celeste como su soberano. No sólo hay referencias esporádicas en diversos textos, sino que también existen «listas de dioses» detalladas donde se nombra a veintiuna parejas divinas de la dinastía, que precedieron a Anu en el trono del «lugar puro».

Un sello acadio del tercer milenio a.G, ahora en el Vorderasiatische Abteilung del Museo del Estado de Berlín Este (catalogado VA/ 243), se aparta de la forma habitual de representar los cuerpos celestes. No los muestra individualmente, sino como un grupo de once globos que circundan a una estrella grande y con rayos. Evidentemente, es una representación del sistema solar, tal como lo conocían los sumerios: un sistema consistente en doce cuerpos celestes Siguiendo las enseñanzas de su antepasado sumerio, Abraham de Ur, los antiguos hebreos asociaron también a su deidad suprema con el planeta supremo. Al igual que los textos mesopotámicos, muchos libros del Antiguo Testamento dicen que el «Señor» tenía su morada en «las alturas del Cielo», desde donde «contemplaba los principales planetas mientras aparecían»; un Señor celestial que, invisible, «por los cielos se mueve en un círculo». El Libro de Job, después de describir la colisión celeste, ofrece estos significativos versículos que nos cuentan adónde ha ido el elevado planeta.

La convicción de que el Doceavo Planeta, «el Planeta de los Dioses», seguía dentro del sistema solar, y que su gran órbita volvía a pasar periódicamente por las cercanías de la Tierra, era el punto central de las creencias religiosas y de la astronomía del mundo antiguo.

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