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Importancia De Los No Metales


Enviado por   •  4 de Noviembre de 2013  •  2.407 Palabras (10 Páginas)  •  535 Visitas

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Metales Importancia Socioeconomica En Mexico

LA ZONA ECONÓMICA EXCLUSIVA (ZEE) de México, al igual que en otros países, se extiende 200 millas náuticas (370.4 km) hacia el océano, a partir de la línea de costa, que define el nivel medio del mar de la zona litoral (Figura 34). Cuando esa extensión se traslapa con la de otros países, la delimitación de las respectivas zonas se hace de común acuerdo entre los afectados.

Así, México cuenta con 2 946 825 km² de superficie marina, en la que ejerce libre soberanía para explorar, explotar, conservar y administrar los recursos vivos y no vivos de los fondos marinos, incluidos los del subsuelo y del agua suprayacente. También se reserva el derecho exclusivo y de jurisdicción para utilizar islas arrecifales, establecer estructuras artificiales (plataformas petroleras) e implementar el desarrollo de actividades científicas, además de preservar el medio marino y eliminar los agentes contaminantes de esta zona.

Debido a la importancia de los recursos naturales del océano, la Organización de las Naciones Unidas, en la Tercera Conferencia sobre la Ley del Mar del 7 octubre de 1982, suscribió un documento compuesto por 320 artículos y nueve anexos, con el fin de reglamentar equitativamente un orden económico internacional que beneficie tanto a los países en vías de desarrollo como a los económicamente desarrollados, adyacentes o no al mar. Esta iniciativa se hizo con el fin de asegurar que los recursos naturales marinos sean aprovechados como patrimonio de la humanidad y no sólo por los países que cuentan con una alta tecnología, y con recursos para explotarlos de acuerdo con sus intereses particulares. Esta explotación habrá de incluir todos los recursos vivos y no vivos, tanto los contenidos en el tirante de agua, como los del lecho oceánico y del subsuelo marino.

Figura 34. La Zona Económicamente Exclusiva (ZEE) de México comprende la provincia marina hastra las 200 millas naúticas (370.4) y en conjunto cubre una superficie de 2 946 825 km², los que sumados a los 2 000 000 de extensión continental, dan un total de 4 946 000 km² de superficie territorial nacional. La ZEE se divide en seis subprovincias, tomando como base la situación geográfica de cada una de ellas, así como las características geológicas, climatológicas, biológicas e hidrológicas de las mismas.

La Ley del Mar contiene una serie de reglas que contemplan un conjunto de ordenamientos tales como navegación en aguas territoriales e internacionales, límites jurisdiccionales del mar, conservación y manejo de los recursos vivos, control y manejo de las islas, protección y preservación del ambiente marino, investigación científica, disputas territoriales, explotación de los recursos minerales en aguas internacionales, así como sobre la soberanía que ejerce un país en su ZEE.

Con base en estas reglas jurídicas internacionales, México tiene la posibilidad de explorar, inventariar y explotar en forma racional los recursos vivos y no vivos del mar, a lo largo y ancho de una franja litoral de más de 10 000 km de extensión y 500 000 km² de superficie en la plataforma continental, lo que representa un poco más de 20% de su ZEE, área de potencial económico que se extiende de la línea de costa hasta la profundidad de 200 metros.

A la ZEE de México se le ha dividido en seis subprovincias, de acuerdo con sus características oceanográficas: geológicas, biológicas, físicas y químicas. Estas subprovincias son:

I. Baja California-Pacífico: está situada en la porción occidental de la Península de Baja California. Esta zona está afectada por la corriente de California, que es fría y de baja salinidad, y se desplaza del noroeste al sureste, o sea paralelamente a la costa de la península.

II. Golfo de California: esta zona es semirrestringida, es decir, la circulación del agua dentro del golfo no es muy efectiva; los cambios ocurren en el extremo sur del mismo, que recibe la influencia de la corriente de California y del Pacífico sur.

III. Región panámica del Océano Pacífico: está ubicada en la porción meridional de nuestro país, en el Océano Pacífico, desde las islas Revillagigedo hasta el Golfo de Tehuantepec. Recibe la influencia de la Corriente Tropical Ecuatorial del Pacífico oriental, que se extiende desde las zonas aledañas al ecuador hasta el extremo sur del Golfo de California.

IV. Suroeste del Golfo de México: está delimitada por el río Bravo al norte y el río San Pedro al sur. Numerosos sistemas fluviales descargan sus aguas, las que poseen un alto contenido de sedimentos provenientes del continente en esta zona. Por ello tanto la plataforma continental como el fondo oceánico están constituidos por lodos y arenas de composición variable.

V. Banco de Campeche: su límite occidental bisecta la porción sur del Golfo de México, y el oriental coincide con el borde de la plataforma marina calcárea de Yucatán, hasta Isla Mujeres en el estado de Quintana Roo. Debido a la composición de la Península de Yucatán, los sedimentos marinos depositados en esta gran provincia son de carbonato de calcio.

VI. Caribe mexicano: la zona está situada en la porción oriental de la plataforma de Yucatán, y se extiende desde Isla Mujeres, al norte, hasta la zona limítrofe de México con Belice. Debido a la poca afluencia de sedimentos continentales, la región se caracteriza por el desarrollo de complejos arrecifales de origen coralino, por lo que los sedimentos marinos, producto de ellos, también son calcáreos.

En todas estas subprovincias, los recursos minerales del mar se concentran como depósitos de placer durante lapsos que varían desde unas décadas hasta millones de años. Los minerales económicamente atractivos y de gran demanda son los siguientes: hidrocarburos, azufre, sal, roca fosfórica, minerales pesados, carbón, hierro, óxidos de magnesio, minerales preciosos, semipreciosos, así como aquellos utilizados para la construcción —como son la grava, la arena, el limo y la arcilla— y otros metales estratégicos para la electrónica y la balística, tales como el níquel, el cadmio, el cobalto y el cobre. Estos últimos están presentes en las ventilas o chimeneas hidrotermales, emplazadas en las cordilleras oceánicas profundas y en los nódulos de manganeso presentes en las planicies abisales. Algunas de estas concentraciones inciden dentro de nuestra ZEE.

Como ya se mencionó en capítulos anteriores, la provincia del Pacífico se caracteriza por ser tectónicamente activa, lo que se evidencia por su gran actividad sísmica, volcánica y por las intrusiones de rocas ígneas que han estado presentes a través de toda la historia evolutiva de la porción occidental del territorio nacional. Los movimientos tectónicos causan el rompimiento de la corteza terrestre y las soluciones mineralizantes rellenan las fracturas o reemplazan las rocas preexistentes con compuestos de óxidos y sulfuros de cobre, hierro, plata, zinc, cobalto, manganeso, titanio, torio, cromo, circonio y varios más; otros son minerales nativos, como la plata y el oro, abundantes en nuestro país.

Las rocas mineralizadas que afloran en el continente se disgregan por procesos fisicoquímicos y biológicos que separan a los minerales de la roca que los contiene. Algunos de ellos se disuelven y otros son acarreados, eólica y fluvialmente, como partículas sólidas y se acumulan como depósitos de placer en la franja litoral y en la plataforma continental; a su vez, las corrientes de marea, el oleaje y las corrientes litorales y de fondo distribuyen los minerales a lo largo y ancho de la zona marina. En el borde de la plataforma continental, éstos se deslizan por gravedad en los cañones submarinos y forman cascadas hasta alcanzar los fondos oceánicos, a más de 3 000 m de profundidad. Además de los minerales descritos, también hay otros que precipitan sobre los montículos submarinos aislados y con poca influencia de los sedimentos derivados del continente. Entre ellos figuran el mineral glauconita, rico en hierro y potasio, y las fosforitas, cuyo origen, se asocia con los lugares de alta productividad orgánica. Éstas coinciden con las zonas donde emergen a la superficie las corrientes del fondo oceánico (surgencias o afloramientos marinos), que son frías y enriquecidas por nutrientes y oxígeno disuelto. Las fosforitas se precipitan como fosfatos de calcio alrededor o en el interior de conchas de moluscos y de microforaminíferos marinos, así como en fragmentos de roca, o bien, reemplazando fragmentos de tallos y material maderáceo proveniente del continente y depositado en el lecho marino, tal como sucede en las costas suroccidentales de la Península de Baja California y en el interior del Golfo de Tehuantepec.

Existen otras fuentes de minerales emplazadas en la Cordillera Oceánica del Pacífico oriental, dentro de la ZEE de México que, como se mencionó en capítulos anteriores, están asociadas a las chimeneas hidrotermales como las de la Cuenca de Guaymas, situadas en la porción central y sur del Golfo de California, así como en el paralelo 21°N. Estas provincias fueron exploradas a través de convenios de colaboración científica entre México, Francia y Estados Unidos. Las expediciones oceanográficas se han llevado a cabo desde el final de la década de los setenta hasta la actualidad.

En estas localidades las ventilas hidrotermales se encuentran un poco más allá de los 2 000 m de profundidad y están expulsando sulfuros polimetálicos con temperaturas mayores a los 350°C. Tanto las chimeneas como los sedimentos asociados a las mismas, contienen los siguientes metales (valores promedio del peso total): fierro (4.76%), aluminio (4.03%), manganeso (0.08%), cobre (86 partes/millón), níquel (92 p/m) y cobalto (12 p/m), además de otros elementos como zinc, plata, plomo, bario y sílice.

La materia orgánica contenida en los sedimentos es considerable; varía entre 1.29% y 3.53%. De 13 muestras analizadas se obtuvo un valor promedio de 2.10%. Esta concentración es significativa ya que, en contacto con soluciones de alta temperatura, la materia orgánica se transforma en hidrocarburos gaseosos y líquidos del tipo del petróleo, cuya composición es la siguiente: etano, propano, isobutano y butano. La presencia de hidrocarburos líquidos de origen térmico no se restringe a la Cuenca de Guaymas, ya que Petróleos Mexicanos perforó en la provincia deltaica del río Colorado, al norte del Golfo de California, y encontró gas y condensado asociados a la gran fractura de San Jacinto-Cerro Prieto. Por ella fluyen masa y energía térmica del subsuelo, que en contacto con los sedimentos con altas concentraciones de materia orgánica generan petróleo en sedimentos deltaicos del río Colorado, prácticamente de un día al otro.

Es de esperar que sobre la plataforma continental del Océano Pacífico y en el piso oceánico exista gran variedad de minerales de placer provenientes de las rocas continentales, así como de otros formados in situ a diferentes profundidades. Éstos ya están detectados y su evaluación económica será posible cuando se colecten muestras en forma sistemática. En otro aspecto, la provincia del Golfo de California es atractiva como fuente de energía geotérmica, ya que las fracturas y fallas geológicas del Sistema San Andrés son también ductos de migración de calor y masa, como se observa en la Dorsal del Pacífico oriental, en la Cuenca de Guaymas y en Cerro Prieto, cuya planta está produciendo electricidad a partir del vapor de agua a alta temperatura.

Por otro lado, las condiciones geológicas en el Golfo de México son diferentes a las descritas en el Pacífico, en gran medida porque la actividad volcánica y las intrusiones de rocas ígneas han sido volumétricamente inferiores a las de la región del Pacífico. No obstante, los sedimentos depositados en las márgenes del Golfo de México alcanzan a veces espesores de más de 12 km, con materia orgánica derivada del continente y del mar. Debido a ello, las condiciones geológicas son propicias para la formación de hidrocarburos líquidos y gaseosos en volúmenes significativos, de tal forma que esta provincia se considera como altamente petrolífera. Asociados a los hidrocarburos están la sal y el azufre, de gran valor económico como en el caso de la antigua cuenca del Istmo en el estado de Veracruz, cuya prolongación al mar se localiza en la porción sur del Golfo de México y en la plataforma continental del Banco de Campeche. La sal también está presente aún más allá, en el centro del Golfo, en una región conocida como Zona de Domos Salinos de Sigsbee.

En la plataforma continental del Golfo de México también existen horizontes sedimentarios en el subsuelo marino, constituidos por agua y vapor mezclados con gas metano, que están encerrados entre estratos impermeables de arcilla y limo; a estos horizontes se les conoce como yacimientos geopresurizados y representan fuentes de energía aún no exploradas.

Además de los minerales y las fuentes de energía, se conoce la existencia de depósitos de óxidos de manganeso en la forma de costras y nódulos, que se encuentran sobre las porciones norte y oriental de la plataforma de Yucatán, por lo que es probable que estén presentes otros minerales, tales como fosforitas y glauconita. Por ello es imprescindible que se incremente la exploración oceanográfica con el objetivo de localizarlos y evaluarlos, y así conocer su potencial económico.

En la planicie costera de Veracruz y en la plataforma marina adyacente a la misma, hay depósitos de cuarzo (óxido de silicio) que se están explotando por su importancia como abrasivos y para la industria del vidrio. En sitios específicos se conocen depósitos de minerales de óxidos y sulfuros, por ejemplo en la desembocadura del río Bravo, en Tamaulipas; en San Andrés Tuxtla, Veracruz; en la planicie costera del estado de Tabasco; en las desembocaduras de los ríos Usumacinta, Grijalva y San Pedro (Figura 32).

La tercera provincia geológica de gran importancia para México es la del Caribe, que incluye la porción nororiental de la Península de Yucatán. En esta zona se han acumulado rocas de carbonato de calcio y evaporitas compuestas por cloruros y sulfatos, con un espesor mayor a los 3 500 metros.

Los recursos abióticos que se esperan de esta zona son: hidrocarburos, fosforitas, costras de manganeso y glauconita, además de la roca calcárea que aflora en la península y que, por sí misma, representa un recurso potencial muy importante como material de construcción y para la industria cementera.

A través de esta breve semblanza vemos que México tiene amplias posibilidades de desarrollar la explotación de sus recursos no vivos, por lo que es indispensable prestar más atención a la investigación básica que aporta estrategias de localización y de evaluación de los recursos minerales y energéticos con potencial económico. Es fundamental destacar que los programas de explotación de los recursos no vivos de las provincias marinas deberán definirse con apoyo del máximo avance tecnológico, con objeto de no alterar o, más aún, no destruir los sistemas ecológicos, ya que la desaparición de los mismos crea daños irreversibles y hace que se pierda la oportunidad de beneficiarse con ellos, puesto que son una fuente estratégica para el desarrollo socioeconómico de México.

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