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Rasgos Faciales Característicos En La Elección De Pareja Sexual Con Fines Reproductivos


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2014  •  4.323 Palabras (18 Páginas)  •  299 Visitas

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Resumen

En base a nuestra pregunta de investigación, la cual establece que se busca una relación en que una persona posea rangos faciales de senectud, neonatos, de madurez sexual y expresivos en la percepción visual de un conjunto de rasgos faciales caracteristicos de una persona en la intención de la elección de pareja sexual con fines reproductivos en estudiantes del sistema escolarizado de la FES Iztacala con edades comprendidas entre los 19 y los 25 años en donde se encontró que efectivamente hay una influencia de loss rasgos faciales en la elección de pareja sexual con fines reproductivos. Al igual que en la creencia de la elección por otra persona de pareja sexual con fines reproductivos.

Introducción

La importancia del atractivo físico en nuestra vida diaria es evidente (Dion, Berscheid y Walster, 1972), influye en nuestras elecciones de pareja, en la percepción de nosotros mismos y en la de los demás (Griffin y Langlois, 2006). A partir de cómo es que influye en la percepción de los demás es que se aborda el Efecto del atractivo (Anderson, John, Keltner y Kring, 2001; Brewer y Archer, 2007; Dion et al., 1972; Eagly, Ashmore, Makhijani y Longo, 1991; Langlois et al, 2000), entendiéndose éste como la tendencia a percibir a las personas atractivas como poseedoras de características deseables social y biologicamente, particularmente las asociadas a habilidades sociales.

Cunningham y colaboradores (1986) presentan un patrón descriptivo de rasgos en función de cinco parámetros: rasgos neonatos, que engoblaría ojos grandes, nariz pequeña, mandíbula corta y piel lisa y suave; rasgos de madurez sexual, que relacionaría los pómulos prominentes en mujeres y la mandíbula larga en hombres; rasgos de senectud, asociados a un pelo blanco y calvicie, por ejemplo; rasgos expresivos, los cuales corresponden a labios gruesos y cejas altas; y, finalmente, rasgos de cuidados personales, que hace referencia al estilo de cabello, peso, figura, uso de cosméticos, tatuajes... Según el Modelo Adaptativo Múltiple, las tres primeras agrupaciones de rasgos dependen de factores biológicos, y el resto a factores personales y sociales. En definitiva, Cunningham postula que la interacción entre rasgos neonatos, de madurez sexual, senectud y expresiva se asocia a una percepción de mayor atractivo.

Así, como era de esperarse desde una posición netamente biológica, se encuentra que desde el siglo XIX Schopenhauer ya comentaba que se elegía pareja única y exclusivamente para reproducirse, razón por la cual tal elección dependía de manera importante del aspecto físico o el atractivo de la persona elegida (Andrade, 2004; Bersheid y Walster, 1974; Buss, 1999; Miller y Rivenbak, 1970; Rivera, Díaz Loving y Flores, 1987), de la simetría del cuerpo en general y especialmente de la cara.

En 1859 Charles Darwin postuló la teoría de la selección natural, la cual explica cómo ciertos atributos favorecen la eficiencia biológica de los individuos en términos de supervivencia y fertilidad en concordancia con las presiones de la selección ambiental. 1 Posteriormente, Darwin (1871) amplió esta teoría y en su libro “El origen del hombre y la selección en relación al sexo” introdujo un nuevo término: “la selección sexual”, que explica las ventajas que poseen unos individuos sobre otros del mismo sexo y especie desde un enfoque propiamente reproductivo y que, a diferencia de la selección natural, se establecen ya sea por competencia directa entre los rivales o por ser características que son de elección para el sexo opuesto. 2 Por tal motivo la selección sexual está dada de acuerdo a las características físicas observables en los individuos, básicamente los caracteres sexuales secundarios.

Se ha observado que las hembras de diversas especies son capaces de reconocer la calidad genética y reproductiva de los machos, siendo también capaces de modificar su comportamiento reproductivo de acuerdo con esa información (Birkhead and Fletcher, 1995; Roldán et al., 1998). Diversos estudios han mostrado que los humanos presentan cierto sentido de la belleza basado en referencias subliminales de las formas y proporciones anatómicas (Perret et al., 1994, 1998), posiblemente debido a la existencia de una relación entre el atractivo facial y el estado de salud de los individuos (Shackelford and Larsen, 1999). Así mismo, los individuos de diferentes culturas utilizan al atractivo facial como un indicador para la realización de inferencias caracterológicas a la hora de elegir pareja (Rhodes et al., 1998).

Tal y como mantiene Cunningham (1986), ciertas configuraciones faciales pueden ser intrínsecamente atractivas, al margen de que luego las creencias estereotipadas sobre las personas que las poseen dependan del contexto cultural de referencia, como creemos que ocurre.

Sin embargo, como se ha ido constatando con el paso del tiempo y la realización de diversos estudios (Díaz Loving & Sánchez Aragón, 2004), la elección de pareja no es única y exclusivamente instintivo, ya que, a pesar de ser absoluta- mente natural, se ha ido complicando cada vez más con base en los procesos psicológicos y socioculturales que implica esta fase del emparejamiento humano.

El mismo Buss (2006), al igual que otros autores (Attenborough, 2005; Darwin, 1859/1995, 1871/2003; Schopenhauer, 1844/2004), indica que la búsqueda y elección de una pareja se constituye como la base natural para la reproducción; sin embargo, es importante dejar claro que en el ser humano las formas de elección de pareja es decir, las características que se toman en cuenta para elegir a un hombre o una mujer dependen en gran medida de las diferentes circunstancias, normas, reglas o guías de vida social que imponen las culturas, y por supuesto de las necesidades y bases psicológicas que cada persona posee.

La perspectiva evolutiva menciona que los hombres eligen mujeres con ciertos rasgos físicos que indiquen salud, juventud y fertilidad. En cambio, ellas elegirán hombres con ciertas características de corte sociocultural, como dinero y estatus (Gangestad, Haselton & Buss, 2006).

Desde una perspectiva evolutiva actual, los mecanismos psicológicos que evalúan el atractivo físico son adaptaciones que han evolucionado para aumentar el éxito reproductor. Numerosos estudios sugieren que la belleza física es un indicador de la salud y la fecundidad y por ello los individuos atractivos confieren un mayor potencial reproductor a aquellos que los elijen como pareja (Portales, Gil & Beltrami, 2009).

En base a esta a esta información recabada de varios artículos experimentales decidimos que se investigara como se relaciona el que una persona posea rasgos faciales de senectud, neonatos, de madurez sexual, senectud y expresivos en la

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