Cuento Para Niños: El Hijo De Dios

JESÚS EL HIJO DE DIOS

Esto que te cuento Pau, acaeció hace ya casi dos mil años. Corría el año 33 de nuestra era, cuando los habitantes de la localidad de Belem eran castigados por el más crudo de los inviernos.

A las afueras de ésta legendaria ciudad, una pareja de esposos, que no encontró hospedaje, se había refugiado en una cueva que era utilizada como establo para los animales.

El varón llevaba por nombre José, y su esposa se llamaba María.

Por razones que escapaban a sus designios, se habían visto obligados a realizar un largo recorrido desde Nazaret, aún cuando María estaba en la etapa final de su primer embarazo.

Apenas tuvieron tiempo de medio acomodarse en aquel lugar, y la mujer comenzó la labor de parto.

Con la bendición de su Creador, el alumbramiento no presentó complicación alguna, y José, sirviéndose de la pastura seca, acomodó amorosamente al recién nacido en el pesebre donde se alimentaba aquel buey, el asno y los corderos, que habían sido mudos testigos de la nueva vida que comenzaba.

Cuando María y José, iluminados por la tenue luz de la lámpara de aceite, admiraban a su pequeño retoño, una voz los interrumpió:

- ¿Dónde esta el hijo de Dios, que ha nacido hoy?

Por unos segundos el matrimonio no supo que contestarle a aquel extraño que se les presentaba a media madrugada, pero al cabo de un rato, José contestó:

- Me temo que te has equivocado buen hombre, quien nació hoy, es hijo mío y de mi esposa María.

- Imposible – dijo aquel hombre – por años he estudiado las estrellas, y todo me indica que hoy, en éste lugar, nacería el hijo de Dios. Y yo he venido desde oriente a venerarle.

- ¡Ah, ya entiendo a quién buscas tú! – exclamó José, con una sonrisa en sus labios – pero creo que has llegado tarde.

- ¡Que he llegado tarde! ¿A qué te refieres?

- Sí, el hijo de Dios nació hace treinta y tres años, y también vinieron unos sabios de oriente a venerarle igual que tú, pero desgraciadamente lo crucificaron la primavera pasada. Él fue un gran maestro, es por eso que mi esposa y yo, hemos acordado llamarle Jesús a nuestro hijo.

- No, no, no José, ni me he equivocado, ni he llegado tarde. Todos mis estudios me revelan que aquí y hoy, nacería el hijo de Dios quien llevaría por nombre Jesús. Le he traído oro como obsequio, pues él será un príncipe.

- En el nombre no te has equivocado, pero

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