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Jorge Luis Borges y su cuento, “El Sur”


Enviado por   •  1 de Junio de 2014  •  Síntesis  •  3.695 Palabras (15 Páginas)  •  390 Visitas

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Jorge Luis Borges y su cuento, “El Sur”

“El Sur” es un cuento escrito por el autor argentino Jorge Luis Borges. Borges utiliza elementos en sus obras para mezclar la realidad con la ficción y de este modo confundir al lector. En este cuento, el autor altera las formas del tiempo y del espacio y crea mundos paralelos con símbolos construidos a partir de reflejos. En este cuento se encuentran situaciones reales que le ocurrieron a Borges. “El Sur” es como una narración personal ya que nos permite conocer más a fondo la vida de este autor.

Este cuento trata sobre un hombre quien sufre de un accidente el cual lo llevará a la muerte y por ende, alucina y sueña con su muerte ideal. Este hombre es conocido como Juan Dahlmann. Tenía dos linajes: alemán y argentino que lo lleva a cuestionar quien es él verdaderamente. El linaje alemán provenía de su abuelo paterno Johannes Dahlmann y el argentino por parte de Francisco Flores, su abuelo materno quien murió lanceado por indios en la frontera de Buenos Aires. Juan llevaba una vida común y corriente, era secretario de una biblioteca en Buenos Aires y se sentía hondamente argentino optando por el linaje de su antepasado, Francisco Flores. Se sentía identificado con la vida romántica y aventurera por la que Flores pasó y por esto Juan recordaba constantemente aquella estancia en el sur que le esperaba para su descanso. Dahlmann, siendo un hombre solitario que lleva una vida sencilla y monótona, tal como sería la de su abuelo alemán, posee también un profundo nacionalismo, impulsado por su linaje argentino, creando de esta manera una contradicción que tendrá un gran peso a lo largo de toda la historia y siendo el principal desencadenante de su destino.

En los últimos días del mes de Febrero del año 1939, algo le sucedió Dahlmann alterando el rumbo de su deseado destino por completo. Una noche mientras Juan llegaba a su casa, chocó contra una contraventana al subir las escaleras, hiriéndose la frente. A la mañana siguiente, se levanta con fiebre y pesadillas que tuvo la noche anterior con ilustraciones de la obra, “Las Mil y Una Noches.” Debido a esto, Dahlmann se encontró ocho días en recuperación siendo visitado por sus parientes y amigos quienes estaban impresionados de lo bien que se encontraba, pero para él no era así. Sentía como si sus seres queridos estuvieran siendo sarcásticos ya que él mismo sentía que estaba a poca distancia del infierno:

“Dahlmann los oía con una especie de débil estupor y le maravillaba que no supieran que estaba en el infierno. Ocho días pasaron como ocho siglos.”

Después de los ocho días unos médicos lo llevaron a un sanatorio para tomarle una radiografía ya que era indispensable. En cuanto llega Dahlmann al sanatorio, este siente un alivio porque cree que podrá dormir mejor en una habitación que no es la de él. Lo rapan y lo atan a una camilla donde un posible doctor lo clava con una aguja en el brazo. Siguientemente, Dahlmann se despierta con nauseas y desorientado, en una celda. Los días que le siguieron a ese, Dahlmann odio su identidad y todo lo que era de él. Sentía desprecio por el mismo y por su vida ya que se dio cuenta que había vivido en un infierno las últimas noches, pero cuando el doctor le dice que estaba a punto de morir por una septicemia, Dahlmann se echa a llorar, asombrado de lo que podría haber sido de su destino. Pronto el cirujano le comenta que se está recuperando y que podrá descansar en su estancia en el Sur como tanto lo deseaba.

Cuando el día prometido llega, Dahlmann no puede creer como reconoce aquella ciudad del Sur y como todo regresaba a él, tal como lo recordaba. Decide visitar un café de la calle Brasil donde encuentra un gato que se dejaba acariciar por todo quien llegara. Sintió como si un cristal los separara puesto que el hombre vivía en el tiempo y el mágico animal en el instante, en la actualidad. Dahlmann se embarca en el tren y comienza a leer el primer tomo de “Las Mil Y Una Noches”, historia con la cual él se siente vinculado gracias a su situación de desdicha. Pensó en que mañana se despertaría en la estancia, no dejando atrás el sentimiento que se le presentaba de que parecía ser dos hombres al tiempo: el que gozaba del paisaje en aquel tren y el que permanecía encarcelado en el sanatorio. Veía imágenes que le parecían como sueños de la llanura, recuerdos de lo que para él simbolizaban el Sur.

Ya en el tren, recobra, en el goce tranquilo y agradecido del almuerzo, "el caldo servido en boles de metal relucientes, como en los ya remotos veraneos de la niñez". (Tedio, 2000)

Dahlmann comenzó a sentir que viajaba no solo hacia el Sur, si no también hacia el pasado puesto que notó que los paisajes se tornaban más solitarios y misteriosos. Le advirtió el inspector del tren que Dahlmann no sería dejado en la estación que deseaba, si no en una apenas conocida por él, un poco antes de la esperada. Dahlmann le dio poca importancia a los hechos y siguió su recorrido. Al detenerse el tren, se dirigió hacia un almacén que parecía haber sido alguna vez mejor colorido pero que ya con el tiempo se veía desgastado. Dahlmann resolvió comer en el almacén. En cuanto este entró, se encontró a dos compadritos que cenaban ruidosamente en los cuales no se fijo mucho, y casi inmóvil recostado en el mostrador se encontraba un viejo gaucho quien parecía estar fuera del tiempo. Se fijo en su vestimenta y se dio cuenta que gauchos como esos no se encontraban si no en el Sur.

Dahlmann se acomodo cerca de la ventana y comenzó a cenar. Poco tiempo después sintió algo rozar su cara y se percató de que eran migas de comida, pero no sabía quién se las estaba lanzando. En cuanto este comienza a leer “Las Mil Y Una Noches”, siente una segunda bolita de migas alcanzarle su rostro y noto que los peones reían. Dahlmann decide ponerse de pie, en cuanto el patrón llega, reconociéndolo como “Señor Dahlmann” y sugiriéndolo que ignore a los mozos que se encontraban algo borrachos. Con esto Dahlmann se sintió agraviado por las acciones de los peones puesto que ya los vecinos lo sabrían y no querría que su nombre fuera manchado por ser reconocido como un cobarde. Dahlmann se da cuenta que el llamado de atención de los peones lo llevará a una pelea. De repente ocurre algo inesperado cuando el gaucho le facilita una daga a Dahlmann como si fuera una señal de que el Sur hubiera resuelto que Dahlmann aceptara la pelea.

Resuelven los hombres salir, mientras Dahlmann se difunde en sus pensamientos, aceptando el hecho de que al sostener la daga, se estaba comprometiendo con el duelo, y que sus probabilidades de morir habrían incrementado. Sintió entonces Dahlmann que morir de esta

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