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CORRIENTES DE PENSAMIENTO


Enviado por   •  14 de Mayo de 2012  •  3.254 Palabras (14 Páginas)  •  1.011 Visitas

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POSITIVISMO

El Positivismo es una corriente o escuela filosófica que afirma que el único conocimiento auténtico es el conocimiento científico, y que tal conocimiento solamente puede surgir de la afirmación de las teorías a través del método científico. El positivismo deriva de la epistemología que surge en Francia a inicios del siglo XIX de la mano del pensador francés Augusto Comte y del británico John Stuart Mill y se extiende y desarrolla por el resto de Europa en la segunda mitad de dicho siglo. Según esta escuela, todas las actividades filosóficas y científicas deben efectuarse únicamente en el marco del análisis de los hechos reales verificados por la experiencia.

Esta epistemología surge como manera de legitimar el estudio científico naturalista del ser humano, tanto individual como colectivamente. Según distintas versiones, la necesidad de estudiar científicamente al ser humano nace debido a la experiencia sin parangón que fue la Revolución francesa, que obligó por primera vez a ver a la sociedad y al individuo como objetos de estudio científico.

MARXISMO

Entenderemos por “marxismo a la teoría científica que expresa los intereses históricos revolucionarios del proletariado como clase social. Su producción va a estar condicionada por la existencia de esta clase cuyos intereses históricos van a pasar por la supresión de toda forma de explotación. Será el punto de vista proletario, aún no fundado científicamente, de Carlos Marx y Federico Engels el que les permitirá producir esta teoría apoyándose, pero a la vez rompiendo con ellos, en los logros de la economía política clásica, la filosofía alemana y el socialismo francés.

Si el liberalismo había removido las bases del mundo medieval que agonizó durante la «Edad Moderna», el nacimiento del marxismo va a sacudir hasta sus más profundas raíces el pensamiento del siglo XIX. Como dicen Marx y Engels en sus primeras palabras del Manifiesto Comunista: «Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo». Nada mejor que esa frase para comprender lo que significó el marxismo en su época.

El liberalismo había cuestionado la legitimidad del poder basado en la voluntad de Dios, había proclamado la libertad de conciencia y había reconocido la libertad económica como «natural». Todo eso había escandalizado a los conservadores que seguían soñando con un mundo teocéntrico, estático y cerrado. Pero el mensaje marxista, para la Europa de su tiempo, es mucho más conmocionante aún, porque venía a decir que Dios era un invento de las clases dominantes para adormecer a los pobres, que era inevitable la inminente supresión de toda forma de propiedad privada y anunciaba el arribo de un paraíso terrenal, sin dios, sin familia ni propiedad, donde todo, incluso las mujeres y los hijos sería propiedad de todos, hasta llegar a suprimir al mismo Estado. Para colmo, estas ideas no eran fruto de una mente afiebrada sino el enjundioso trabajo de un economista serio, estudioso y extremadamente detallista en sus razonamientos.

En general, la mayoría de las personas creen que el marxismo consiste en suprimir la propiedad privada y entregar el manejo de la economía al Estado. Esta es una simplificación extrema del pensamiento de Marx, que es sumamente elaborado y complejo. Lo primero que sorprende al que acomete la ardua tarea de leer las obras de Marx, en especial los tres voluminosos tomos de «El Capital » es que Marx casi no habla ni de socialismo, ni de comunismo, sino que se refiere exclusivamente a la crítica del sistema capitalista.

Gracias a la tecnología hoy podernos hacer con facilidad un recuento de palabras en esta abrumadora obra, y podemos comprobar que en «El Capital» que a lo largo de sus miles de páginas se menciona 6468 veces la palabra «Producción», 7979 veces «trabajo», 2238 «plusvalía», 06792 veces «valor», mientras que sólo se menciona 3 veces la palabra «socialismo» y 4 veces «comunismo». Como si esto fuera poco, cuando buscamos la palabra «socialismo» vemos que las tres veces que la menciona lo hace ‘para criticar al socialismo de Proudhon; y cuando rastreamos el vocablo «comunismo» encontramos que tres veces se usa para hablar del «comunismo de las tribus primitivas» y la otra mención es en carácter peyorativo: En el Capítulo 37 del torno 30 dice «Sé que si establezco esta comparación me acusarán de comunismo. Y para nuestra sorpreaa, no hay otra mención al comunismo, ni al socialismo en su obra magna Este recuento estadístico se hace con una finalidad específica, que intentemos mirar la doctrina de Marx desprendiéndonos de los prejuicios y simplificaciones que suelen hacerse.

El marxismo como teoría científica no es producto del trabajo en el laboratorio, y así como su surgimiento va a estar condicionado por las luchas de clases, su rol de ideología del proletariado revolucionario define su sentido último: su reinscripción en la lucha revolucionaria como ‘guía de la acción”. Su realización histórica se encuentra en la práctica social del proletariado, transformándose así en fuerza material de cambio por lo que es imposible referirse al marxismo como teoría científica sin hacerlo al mismo tiempo con su expresión en la práctica política revolucionaría.

Estos dos niveles, diferentes pero internamente ligados, teoría y práctica revolucionaria serán los dos ejes centrales de nuestra esquemática exposición.

El marxismo como teoría. Las diversas concepciones con que se interpretaban hasta Marx y Engels los fenómenos históricos suponían, de una u otra forma, el idealismo filosófico. Todo proceso concreto era entendido como un momento de la realización de un principio ideal, ya sea directamente religioso (voluntad divina) o metafísico filosófico (la realización de la Idea Absoluta, del destino de Libertad, de Nacionalidad, etc.). Así, se fundamentaban las diversas “filosofías de la historia” que, para los fundadores del marxismo, no serían en definitiva más que ideologías de las diversas clases dominantes. El orden existente, basado en la explotación de clase, encontraba en los principios ideales que supuestamente movían los hechos de la historia humana una garantía absoluta que los legitimaba y justificaba.

La revolución teórica que opera Marx desde la perspectiva del proletariado supone un cambio radical de los términos en que se planteaba el problema e inaugura un nuevo espacio teórico, no regulado por la elaboración de principios ideales imaginarios, sino por el conocimiento de las leyes objetivas del campo social especifico en estudio: el Materialismo Histórico. Ciencia que sacará el problema del terreno de las “filosofías de la historia” y que obrará condicionando la

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