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¿Como Y Porque Una Filosofia De La Ciencia?


Enviado por   •  29 de Junio de 2015  •  3.193 Palabras (13 Páginas)  •  166 Visitas

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¿Cómo y por qué una filosofia de la tecnología?

Argumentos en contra de una filosofía de la tecnología

1. Tecnología subordinada a la ciencia (filosofía de la tecnología subordinada a la filosofía de la ciencia)

El primer y más fuerte argumento en contra de una filosofía de la tecnología es la tesis según la cual la tecnología es ciencia aplicada. Se trata de una idea muy difundida, y hasta podría decirse de “sentido común”: la ciencia forma una teoría que luego puede ser aprovechada para realizar tecnología. Esta postura asume como sinónimos los términos “tecnología y “ciencia aplicada”. Para hacerlo se debe hacer referencia a una “ciencia pura”, que se dedicaría a obtener conocimiento por el conocimiento mismo. La ciencia aplicada, en cambio, obtendría conocimiento con vistas a aumentar nuestro poder o bienestar. El caso más claro de esto es el proyecto Manhattan. Durante la Segunda Guerra Mundial hubo una carrera armamentista entre Alemania, E.U.A. y la Unión Soviética por conseguir primero la bomba atómica. Los físicos más prominentes del planeta trabajaron en los diferentes proyectos. La recién descubierta teoría de la fisión nuclear fue utilizada para su aprovechamiento militar. En poco menos de cuatro años, los estadounidenses lograron la primera bomba. Siguiendo este tren de pensamiento, la filosofía de la tecnología no es necesaria como disciplina independiente: si la tecnología es de hecho ciencia aplicada, entonces la filosofía de la tecnología se puede considerar un subgénero de la filosofía de la ciencia.

Este argumento no anula la existencia de una filosofía de la tecnología, pero sí la mengua considerablemente. Le niega toda trascendencia y con ello ignora – o da por resuelto– uno de los problemas más fundamentales que le conciernen: el de la relación entre la ciencia y la tecnología. Más adelante trataré esto a detalle.

2. Falta de interés filosófico en la tecnología

Ya había hablado del desdén que hay en la filosofía hacia la tecnología. Éste puede ser entendido, como señalé en la introducción, como parte de la tonta lucha entre humanistas y científicos. Sin embargo, también hay otra razón del silencio, una señalada por Heidegger en dos influyentes artículos7 : no pensamos la tecnología porque nos es transparente. A lo que se refiere con “transparencia” puede explicarse con una analogía. Una ventana es transparente en el sentido más usual. Es posible pasarla por alto y creer que no hay nada entre nosotros y el otro lado de ella (miles de pájaros víctimas de ventanales bien limpios lo demuestran). Sólo se vuelve obvia cuando está sucia o rota, y en ese momento pierde su función de dejar ver hacia afuera o adentro. La tecnología funciona igual: en general nos acompaña perfectamente y sólo nos damos cuenta de ella cuando falla. En realidad, la tecnología está presente en cada actividad cotidiana: desde que el despertador nos levanta hasta que las pastillas para dormir nos devuelven a la cama. Estamos rodeados de tecnología, incluso podría decirse que habitamos en ella. Si la filosofía no se ha dedicado a analizarla es porque su transparencia ha permitido que la pasemos por alto. Sólo lo haremos cuando ésta falle, y las preocupaciones actuales en torno a la catástrofe ecológica –así como las del siglo pasado en torno a la catástrofe nuclear– explican por qué se la ha comenzado a tomar en serio. Heidegger mismo la piensa fundamentalmente para criticarla.

Al mismo tiempo es posible ver, en el campo de la ética, una filosofía implícita de la tecnología. Es interesante a este respecto un comentario realizado

por Steve Woolgar: “Las discusiones acerca de la tecnología –su capacidad, lo

que puede y no puede hacer, lo que debería y no debería hacer– son la otra cara de la moneda de los debates acerca de la capacidad, habilidad, y características morales de los seres humanos.”8 Eso es especialmente cierto en el área de inteligencia artificial, donde hay quienes temen que las pretensiones de construir máquinas con capacidades cognitivas iguales a las nuestras nos lleven a la conclusión de que pueden desplazarnos. También está el otro temor, y es que se ha utilizado mucho la inteligencia artificial, ya no como un proyecto para imitar las facultades humanas, sino para explicarlas. El resultado podría ser que, en el complicado comercio entre la investigación y la puesta en práctica que la retroalimenta, lleguemos a pasar, sin notarlo, de un modelo descriptivo a uno normativo y terminemos reduciendo nuestras capacidades a lo que una máquina pueda imitar.

La transparencia de la tecnología y su aparición negativa en el campo de la ética nos hacen ver que la filosofía casi siempre se acerca sólo indirectamente a

la tecnología. De esta manera no ataca de frente los problemas que ésta presenta,

sino que los hunde en problemas circundantes. El resultado es que pasan desapercibidos, mientras que es realmente necesario dedicarse a ellos.

3. Falta de interés ingenieril en la filosofía

Ya también he esbozado la caricatura de la falta de interés ingenieril en la filosofía. Incluso he mostrado que, tornando a la historia de la filosofía de la tecnología, fueron los mismos ingenieros los primeros en practicarla. Sin embargo persiste la idea generalizada de que nada podría interesar menos a los ingenieros que la filosofía. Podemos darle la culpa a un prejuicio ampliamente difundido: que la filosofía sólo se dedica a teoretizar, sin aterrizar nunca sus resultados. Nada más alejado de la labor de los ingenieros, quienes a diario deben enfrentarse a la materia en crudo. Incluso frente a los científicos llegan a tener la misma actitud: el físico podrá explicar hasta el más mínimo detalle la teoría de la termodinámica, pero al fin y al cabo será el ingeniero quien construya una máquina de vapor efectiva. He ahí una clave: el valor máximo en la ingeniería es la efectividad (si algo funciona o no), con la eficiencia en segundo lugar. La filosofía y la ciencia, en cambio, se encargan de la verdad. Vistos de esa manera, tienen fines asimétricos. La respuesta a este argumento la daré al final de la exposición.

Argumentos negativos de la existencia de la Filosofía de la

Tecnología

1. Problema de la definición de tecnología

Hasta ahora he hablado muy libremente acerca de “tecnología”. Parece que es un término obvio y transparente. No lo es. Con pedirle una definición a cualquier grupo de personas es suficiente para ver que hay disensiones en cuanto a su uso y significado. Alfred

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