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Deontologia Juridica


Enviado por   •  8 de Agosto de 2013  •  1.426 Palabras (6 Páginas)  •  376 Visitas

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EL BIEN ENTRÓ POR LA PUERTA DE ATRÁS.

UN ARGUMENTO CONTRA LAS POSTURAS QUE SOSTIENEN LA RELATIVIDAD Y LA SUBJETIVIDAD DEL BIEN O EL MAL, RESPECTO DE LOS ACTOS HUMANOS.

Deontología Jurídica.

El bien entró por la puerta de atrás.

Cuando abrimos un libro de moral, ética o derecho encontramos alusiones constantes al bien y a su contraparte el mal, así como a las nociones de valor y antivalor (justicia-injusticia, lealtad-traición, etcétera). Nos dicen por ejemplo que las normas (éticas, morales o jurídicas) tienen validez en tanto su contenido interno tiene valor (lo que quiere decir que las normas aspiran a lograr la justicia, el bien, la equidad, etcétera, y que por eso son valiosas), esto con independencia de que dichas normas se cumplan o no, por una determinada sociedad.

De tal forma que el estudiante de derecho, cuando menos piensa, se encuentra inmerso en un mar axiológico, buceando entre preceptos que pretenden alcanzar el bien, la justicia, la equidad así como prevenir el mal o la injusticia y la desigualdad, pero el estudiante no fue entrenado para sumergirse en estas aguas profundas de corrientes intempestivas; por eso encontramos que constantemente los estudiantes, refieren que el bien o el mal son subjetivos – como afirman también de los valores - esto es, que el bien o el mal que se predique de determinado acto humano no depende el acto mismo ni del sujeto sobre el que se realiza, sino que lo bueno o lo malo, depende del sujeto-espectador que aprecia los hechos (por eso alega tal subjetivismo, porque se hace depender la bondad o maldad de los actos, al punto de vista particular del sujeto que evalúa los hechos), por eso dicen que el bien es subjetivo y también que es relativo (decir que es relativo consiste en renunciar a que sobre el bien o el mal se puedan hacer afirmaciones verdaderas, con aspiraciones de ser absolutas), o sea que para los estudiantes, ciertos actos realizados sobre el mismo tipo de objetos o personas, podrán unas veces tenerse por buenos y otras veces por malos, sin que quepa hacer alguna afirmación válida para todos los casos, puesto que niegan lo absoluto.

No extrañe pues que la reacción natural y primera ante estas nociones (del bien y el mal) sea de escepticismo, de duda o que se niegue la posibilidad de alcanzar intelectualmente una idea del bien y del mal con bases objetivas o con pretensiones de verdad absoluta.

Pérez Valera en su libro “Deontología Jurídica” refiere que la crisis moral de nuestro tiempo ha puesto bajo sospecha a la moral, que algunas veces es vista como un instrumento de dominación ideológica, otras veces como la justificación que esgrime un carácter débil que no tiene el coraje para realizar sus aspiraciones u objetivos en la vida y otras bajo el estigma de la doble moral y que estas formas de ver a la moral se encuentran en la base del subjetivismo y del relativismo.

Pero haciendo a un lado este aspecto de sospecha contra la moral y sus consecuencias, conviene enfocarnos en un dato que desde mi punto de vista tiene una influencia determinante para que las nociones del bien y del mal sean vistas como subjetivas y relativas. Sucede que la mayoría de los autores de ética, derecho o moral, inician sus obras o tratados sobre la suposición de que el lector o estudiante domina racionalmente la noción del bien y del mal, y no se toman el tiempo de aclarar estas nociones, lo que termina por dar la impresión al lector, que tanto el bien y el mal fueron metidos en el discurso por la puerta de atrás; que si no se justifica su introducción en el discurso, es precisamente porque no pueden ser justificados dado que son subjetivos y relativos y no hay forma de establecer con bases racionales o intelectuales lo que el bien o el mal sean.

En mi opinión esto sucede porque la mayoría de los autores que escriben para un estudiante universitario lo hacen desde la experiencia propia, es decir, el autor asume que el lector o estudiante sabe lo mismo que él sabía al momento de entrar en la universidad, en pocas palabras, se asume al lector o estudiante como si hubiera asistido a la misma preparatoria, y al mismo ciclo escolar o al menos bajo el mismo programa de estudios que el

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