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Humanismos Italiano Y Alemán


Enviado por   •  3 de Mayo de 2013  •  501 Palabras (3 Páginas)  •  909 Visitas

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Humanismo Italiano.

Significaba algo más que una ruptura con el pasado; el norte, en cambio, parecía retener el viejo espíritu. Italia se consumía en gloriosas extravagancias y pronto retornaba a la agricultura y al espíritu de la vida medieval. La vida ofrecía al humanista italiano esencialmente el goce y creación; el esquema cristiano cedía el paso a una moral griega, en la que la vida era un arte, librada de todo sentido de obligación. El interés religioso no se hallaba muy presente, a menos que queramos hablar de una religión de la belleza. Su ideal era el hombre universal, la personalidad completamente redondeada de un Leonardo. Zeus, Júpiter y Dios significaban la misma realidad.

Humanismo Alemán.

El alemán se volvió más bien hacia la moral romana; la vida era una disciplina estoica, una tarea y una vocación. Siguió siendo profundamente religioso, aunque sus obligaciones se hicieron más éticas que sobrenaturales. Se dedicaban a la educación y a la erudición más que el arte y la belleza. Mas democrático, buscaba su ideal como miembro de una sociedad ordenada, y no como personalidad independiente, ante sus ojos alzaba su ideal hacia el futuro con una nueva sociedad de trabajo fraterno, no de dioses esplendidos. Más prosaico que el italiano, no podía combinar los diversos elementos y ver lo universal en la multiplicidad de símbolos..

Virtudes.

Era el hombre más civilizado de su tiempo; tenia arraigada fe en que el hombre estaba destinado a ser animal racional; una aguda intuición le decía que había errado de vocación. Se hallaba feliz en la época de Augusto, en el círculo del pulido Cicerón y del culto Horacio. Después de tratar a estas personas encontraba que la sociedad de Rotterdam, Londres o Basilea, más rudas que Roma, ofrecían a veces tema de diversión intelectual, a veces de piedad condescendiente, a veces de quemante indignación. Era demasiado sensible a los frutos de la tontería humana para tolerarla con la resignación de un Montaigne; demasiado serio en su fervor moral para aceptarla como inevitable, con Spinoza; empleaba sus grandes dones de ironía y de sátira en una desesperanza, un intento de hacer prevalecer la dulzura y la luz contra las supersticiones de la tradición y las pasiones eternas.

Defectos.

Aun en carácter y temple espiritual, representa más bien la tolerancia, la conciliación y la meditación que el enérgico y valiente encaramiento de nuevas cuestiones. Se quedo en ingenioso y urbano, con un conservatismo encantador; pero carecía de la fuerza o las convicciones necesarias para tomar su puesto en la marcha como vanguardia de la nueva era. De vemos recordar estos defectos cuando se oyen lamentaciones de que su espíritu no haya prevalecido

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