La urgencia por transmitir empatía, la velocidad del discurso y el triunfo del relativismo

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ANÁLISIS ECO

“La urgencia por transmitir empatía, la velocidad del discurso y el triunfo del relativismo.”

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ijo Alejandro López, en una de sus notas basada en las críticas de Eco sobre este inusual y reciente fenómeno, nos dio las principales causas de atracción a estos contenidos dentro de internet, sin embargo, llega a ser notorio que no sólo es en este medio donde encontramos el desarrollo de estos factores.

Estos fenómenos que provocan un abismal vacío narrativo, discursivo e ideológico, que no sólo mantiene condicionado al individuo a un espacio individualista, de aceptación de la realidad dada y de un pensamiento incapaz de la transformación e innovación de la misma, crea una juventud prototípica, incluso estereotípica, encargada de reproducir la lógica actual y castrada de un razonamiento que vaya más allá del contenido “Trending”, cuyo referente cultural prácticamente se limita a los influencers-youtubers.

Aunque esta opinión puede sonar simplista y casi “bommer” hay que admitir que la creación de contenido actual corresponde únicamente a oferta y demanda de la manera más simplista y capitalista parafraseando a Eco este se limita a ser mínimamente un recuento crítico según el cual, la media de las masas difunden “productos” considerados de cultura superior, los condensan y nivelan, los resumen y dosifican de tal manera que no impliquen ningún trabajo intelectual para que parezcan al mismo nivel que el entretenimiento caracterizado por su falta de visión crítica del mundo, su pasividad y su nula valoración del esfuerzo personal(Eco, 2001: 58).

Esto es visible en la decadente tendencia de hoy en día nos invade una casi desesperante urgencia por transmitir un discurso empático a través de la descripción más burda y sencillista de una serie de acciones comunes para la mayoría de la sociedad global, crea un sentido de identidad global, señal inequívoca de la necesidad de la saciedad del deseo de mitigar la soledad de la posmodernidad, que toma más fuerza cuando se trata de un público infantil y adolescente para quien las antiguas guías metanarrativas están acabadas, tachadas de falsas, muy complicadas o simplemente antiguas.

Actualmente nos encontramos con que la velocidad del discurso es prácticamente de uso desechable. No se trata de una escena inamovible, ni de un monólogo o stand-up. Se trata de un momento efímero, de una explosión orgásmica de ideas aparentemente creativas que tan pronto como llegan a la mente, son expulsadas, y aún no terminan por concretarse cuando una nueva idea está en puerta. Además el discurso es relativo todo el tiempo, cambiando de posición con el momento, ambiguo y altamente subjetivo. A pesar de que el inicio se compone de caracterizaciones que en un primer momento estereotipan a la sociedad en segmentos bien identificados, al final tienden a marcar una regla totalizadora que, afirma que todo lo expresado son formas de vivir que ahora caben dentro de la categoría de normalidad y son socialmente aceptadas. Se trata del vacío ideológico sobre el que descansa la “opinomanía” generalizada.

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