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Los Tres Legados Romanos


Enviado por   •  7 de Septiembre de 2012  •  2.328 Palabras (10 Páginas)  •  715 Visitas

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Las primeras etapas de la cultura occidental fueron caóticas e informes. La influencia de cada legado tuvo distinto peso y características en el complejo que fueron conformando con múltiples combinaciones. El legado romano y el legado germánico se constituyeron por características raciales y corrientes espirituales, mientras que el legado hebreo-cristiano consistía en una opinión sobre el modo de vida que debía llevar la gente.

El proceso de fusión se llevó a cabo sobre suelo romano, por lo cual este legado constituyó una sólida realidad que aportó sus estructuras fundamentales. Bajo el peso del orden político y jurídico romano, casi no subsistieron otras tradiciones de poblaciones nativas de la zona, y lo que subsistió se tuvo que adecuar al riguroso marco que otorgaba la romanidad, que no mucho después ya podía parecer propio de esas regiones o culturas conquistadas. Además ese orden otorgaba una idea de la vida. Cada principio político, cada norma jurídica, se basaba en una actitud definida y resolvía algún problema cotidiano como por ejemplo la organización de la familia, el régimen patrimonial, las relaciones económicas, los principios morales, los deberes sociales y las obligaciones frente al estado, siendo todas estas estructuras fundamentales aún en la actualidad.

El ejército y las colonias militares fueron agentes eficaces de la romanización. Difundieron ese sistema de normas, definido y justificado por una rigurosa disciplina que otorgaba la idea del bien común, de la colectividad y del estado. Esto dejó una profunda huella en el espíritu occidental. Lo que me recuerda a Asterix, un comic francés que representa una aldea gala que hace frente al ejército romano, utilizando una poción mágica que les brinda fuerza sobrehumana. Asterix es todo un símbolo cultural para Francia, tanto que el partido final de fútbol de la Copa Mundial de la FIFA en 2006 entre Francia e Italia fue representado en los periódicos franceses como una lucha entre legiones romanas y aldeanos galos.

La Iglesia misma no hubiera subsistido sin las sólidas estructuras romanas para conformar el sistema de la convivencia. La romanidad le brindó a lo abstracto del sentimiento y las pasiones, el realismo necesario para llevar adelante la relación práctica entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y la divinidad, y de los hombres entre sí.

El legado de la romanidad clásica llegó a la cultura occidental por la literatura o el recuerdo. Pero el legado real fue de una cultura que se encontraba en crisis, herida en sus fundamentos, empobrecida y debilitada por los problemas sociales, económicos y políticos que la afectaron a partir del siglo III.

Cuando los conquistadores germánicos llegaron, se encontraron con una moral ciudadana y un orden político resquebrajados. La vida pública había dejado de ser la expresión de los intereses de la comunidad, y el ejercicio de los cargos públicos se había tornado pesado y obligatorio, mientras que el fisco oprimía a los más pobres. El Estado, en lugar de representar la majestad del pueblo romano, se había vuelto un grupo privilegiado que se interesaba sólo por su riqueza. El Estado era un amo, y cuando llegaron los conquistadores germánicos el pueblo sufrió únicamente el cambio de un amo por otro.

Según Romero en cierto sentido la crisis del Bajo Imperio Romano se le puede atribuir en parte al cristianismo. Ésta era una religión oriental, proveniente del judaísmo, que durante los primeros siglos no se la consideraba más que una superstición, cuyos creyentes eran muy intolerantes. Esto hizo que se la persiguiera en varias ocasiones, pero para el siglo III había tantos creyentes que sí se la podía considerar un peligro público. La raíz del peligro en realidad era la concepción de la vida del cristianismo completamente antagónica con la romana, por lo que el triunfo del cristianismo debió herir a la romanidad en sus puntos vitales.

El romano aspiraba a realizarse como ciudadano, distinguiéndose en las funciones públicas o militares en servicio a la comunidad, alcanzando una gloria terrena acompañada de riqueza y poder. La gloria más alta era el tributo concedido por el senado al general victorioso. La vida para el romano se realizaba sobre el mundo terreno y la muerte constituía un vago mundo de sombras. Este concepto se encuentra descripto por Virgilio en el canto VI de la “Eneida”, donde Eneas desciende a los infiernos para buscar a su padre y tras un nostálgico encuentro, Anquises le cuenta a Eneas que a las almas buenas, después de mil años, se les borra la memoria y se las manda nuevamente a la tierra en otros cuerpos. La obra además fue escrita con el fin de glorificar y atribuir un origen mítico al Imperio teniendo una importantísima recepción a lo largo de los siglos, especialmente en esta época del Imperio de la que hablamos.

La difusión del cristianismo entonces contribuyó a la crisis del Imperio, ya que condenaba radicalmente la concepción de la vida romana. Como religión oriental, de salvación, de conciencia, el cristianismo negaba categóricamente el valor supremo de la vida terrena, y transfería importancia a la vida eterna que esperaría después de la muerte. Consideraba vanidad a la riqueza, el poder, la gloria, el amor humano, el goce intelectual, el refinamiento de la sensualidad, etc. Vanidad era la vida misma como la concebía el romano, por lo tanto quien se entregaba al cristianismo debía renunciar a la romanidad y accedía a abandonar todas las prácticas que habían nutrido su grandeza.

También es posible que el cristianismo se haya difundido tanto debido a la condición de opresión que vivía el pueblo. La Iglesia se organizó según el esquema del Imperio, y cuando éste cayó, la nueva organización subsistió.

Los germanos asumieron la dirección política de los nuevos reinos, pero el legado cristiano se presentó de diversas maneras, principalmente en la organización eclesiástica y otorgando de a poco un marco para una sociedad constituida y convulsionada sobre el hecho de la conquista. Brindó un ideal remoto para el complejo social que comenzó a formarse y poco a poco se fue afirmando en las conciencias.

Frente a los otros dos, el legado germánico fue el más simple. Los conquistadores traían una idea de la vida menos elaborada, más espontánea y más libre. Creían en la naturaleza que se encuentra en el hombre, exaltaban el valor y la destreza, el goce de los sentidos y la satisfacción de los apetitos. Tenían como aspiración el ideal heroico, al que impusieron cuando constituyeron las aristocracias de los reinos que fundaron por la conquista. El ideal heroico se refiere a la búsqueda del honor al precio del sacrificio -si es necesario-,

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