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¿Mucho Ruido Y Pocas Nueces? El 98 Cubano: Reflejos Desde Una Diacronización.


Enviado por   •  9 de Octubre de 2013  •  2.255 Palabras (10 Páginas)  •  413 Visitas

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III Congreso Interoceánico de Estudios Latinoamericanos

América Latina: historia, cultura, ética y política

¿Mucho ruido y pocas nueces? El 98 cubano: reflejos desde una diacronización.

María Eugenia Chedrese (UNS)

eugeniachedrese@yahoo.com.ar

Claudio Gallegos (UNS)

gallegos@argentina.com

Introducción

El ’98 cubano analizado desde la Argentina, es decir desde una mirada externa, se vincula con una poliperspectividad de la que no están ausentes las múltiples publicaciones de carácter periódico, las mismas se inscriben en diferentes formatos y constituyen medios de comunicación heterogéneos en tanto su origen, capacidad de legitimación y divulgación.

En esta comunicación, apelando a lo señalado, tomaremos como muestreo dos fuentes de carácter particular: La Opinión, editado en Bahía Blanca entre el 2 de Septiembre de 1899 y el 30 de Abril de 1901 y El Porteño editado en la misma ciudad hacia 1884. Los mismos se presentan como relatores de la realidad cubana durante y luego de culminado el conflicto que generó la presencia norteamericana sobre la isla.

De este modo, el acercamiento hacia las fuentes en cuestión se realizará a través de una compulsa de problemáticas tales como el actor genuino, los patrones de construcción identitaria y el colonialismo/ imperialismo. Todos temas contemplados en la franja redaccional nacional.

Creemos conveniente advertir al inicio de nuestro trabajo que todo el material escrito en los periódicos congrega una diversidad de implicancias discursivas que tienden a erigirse en un relato cubierto de orientaciones ideológicas propias de su proceso constructivo. En este sentido, y teniendo en cuenta el cruzamiento de las fuentes seleccionadas, se revelan algunos aspectos que nos permiten inferir el posicionamiento de cada uno de ellos dentro de un campo observador autónomo.

El Porteño se declara seguidor del Partido Autonomista Nacional y del General Roca, y de esta manera estamos ante la presencia de un periódico que pertenece al oficialismo a nivel nacional, pero opositor a la política local. En tanto que La Opinión no pone de manifiesto una filiación política tan marcada como el periódico anterior, salvo los reiterados enfrentamientos con otra publicación hoy hegemónica en la ciudad de Bahía Blanca, La Nueva Provincia.

Desarrollo

El proceso revolucionario en Cuba se caracteriza por la presencia de diversos actores jerarquizados y valorados desde múltiples perspectivas en conflicto, cualidad que nos lleva a postular ordenamientos particulares dentro de la construcción del relato.

Considerando al periódico El Porteño, los actores cubanos son presentados como causantes de la crisis española, desconociéndoles todo derecho libertario, este mismo desconocimiento lo lleva a realizar adjetivaciones negativas respecto del grupo revolucionario acusándolo de “rebelde” y “opositor” al orden impuesto durante siglos.

Tampoco aparecen en estas páginas opiniones solidarias hacia los líderes cubanos, a quienes se los califica de insurrectos, mambises o revolucionarios. De esta manera los nodos referenciales que escenifican al actor revolucionario se exhiben como claramente descalificadores .

En sentido contrario, La Opinión, realiza el rescate de cubanos y mulatos como auténticos protagonistas en la lucha por su emancipación reconociéndoles su derecho a la libertad como el resto de las naciones americanas. Incluso deja plasmar en sus hojas el día 29 de Mayo de 1900: “sus mulatos de corazón intrépido y brazos vencedores, esgrimen la espada fulmínea de Maceo”( La Opinión, 29/05/1900. Nº 221, p. 1). Los ejemplos abundan a punto tal de que sea “frecuente la presencia de títulos de noticias tales como Cuba de Pié, o palabras de aliento para un pueblo que mas allá de soportar el peso de una potencia continúa su lucha por la libertad.” (Rodríguez, Gallegos, 2007:2)

El tema cohesionador de opinión lo constituye la intervención norteamericana en el conflicto ambos periódicos se manifiestan de forma negativa ante tal actitud, que es vista como intromisión. Sin embargo el sostenimiento de esta opinión por parte de las fuentes señaladas no es homogéneo y está cargado de matices.

La Opinión sustenta un discurso anti-sajón pero no acercándose a reivindicar a España. Las crónicas de este diario están teñidas de argumentaciones que deslegitiman el accionar imperialista del país del norte, dejando en evidencia por ejemplo el interés comercial al que impugnan:

“…la raza sajona representa en los tiempos actuales a la raza fenicia porque al igual que aquel

pueblo de la antigüedad, ingleses y yankees, lo primero, y quizá lo único que procuran en los

países donde asientan la planta, es el establecimiento de corrientes mercantiles en provecho

propio…” (La Opinión, 29/06/1900. Nº 242, p.1.)

La cita anterior exhibe claramente que más allá de las diversas valoraciones esgrimidas, la participación de los Estados Unidos se constituye en el prolegómeno de una política expansionista con posibilidad de eclosionar y desplegarse hacia otros puntos del continente. De esta manera, el periódico postula al ´98 cubano como caso testigo. Inferimos entonces, que esta publicación se enmarca dentro de la vertiente de opinión antiintervencionista y a la vez crítica de la praxis imperialista del país del Norte. Estamos ante la presencia de un discurso alternativo a los esgrimidos en el escenario bahiense de fines del siglo XIX y principios del siglo XX

Por su parte, El porteño, si bien sostiene que tanto Estados Unidos como España son dos imperios, ambos se diferencian claramente desde su propia esencialidad, cualidad clave para develar las racionalidades desplegadas en el campo objetivo.

El naciente imperio del norte es visto como materialista y avasallador, con aspiraciones relacionadas a la obtención de ganancias económicas a cualquier precio alejándose del perfil continental. Por su parte, España es presentada como un imperio de dominación tradicional, ligado a América incluso desde sus raíces, lo cual plantea una identificación marcada de la cual se valen para sostener un relato que proponga la continuación de una potencia ibérica sobre su último bastión de un colonialismo en decadencia.

Una vez culminado el conflicto en la isla, las apetencias imperialistas de Estados Unidos son más claras, partiendo incluso del documento que sella el fin de la lucha: el Tratado de París del 10 de Diciembre de 1898. Allí ya queda establecida la presencia formal y material de esta nación.

De esta manera queda claro que

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