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Alicia En El Pais De Las Maravillas


Enviado por   •  2 de Septiembre de 2014  •  7.888 Palabras (32 Páginas)  •  166 Visitas

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--¿Nunca has comido sopa de tortuga? --preguntó la Reina--. Pues hay otra sopa que

parece de tortuga pero no es de auténtica tortuga. La Falsa Tortuga sirve para hacer esta

sopa.

--Nunca he visto ninguna, ni he oído hablar de ella --dijo Alicia.

--¡Andando, pues! --ordenó la Reina--. Y la Falsa Tortuga te contará su historia.

Mientras se alejaban juntas, Alicia oyó que el Rey decía en voz baja a todo el grupo:

«Quedáis todos perdonados.» «¡Vaya, eso sí que está bien!», se dijo Alicia, que se sentía

muy inquieta por el gran número de ejecuciones que la Reina había ordenado.

Al poco rato llegaron junto a un Grifo, que yacía profundamente dormido al sol. (Si no

sabéis lo que es un grifo, mirad el dibujo).

--¡Arriba, perezoso! --ordenó la Reina--. Y acompaña a esta señorita a ver a la Falsa

Tortuga y a que oiga su historia. Yo tengo que volver para vigilar unas cuantas ejecuciones

que he ordenado.

Y se alejó de allí, dejando a Alicia sola con el Grifo. A Alicia no le gustaba nada el aspecto

de aquel bicho, pero pensó que, a fin de cuentas, quizás estuviera más segura si se

quedaba con él que si volvía atrás con el basilisco de la Reina. Así pues, esperó.

El Grifo se incorporó y se frotó los ojos; después estuvo mirando a la Reina hasta que se

perdió de vista; después soltó una carcajada burlona.

--¡Tiene gracia! --dijo el Grifo, medio para sí, medio dirigiéndose a Alicia.

--¿Qué es lo que tiene gracia? --preguntó Alicia.

--Ella --contestó el Grifo. Todo son fantasías suyas. Nunca ejecutan a nadie, sabes.

¡Vamos!

«Aquí todo el mundo da órdenes», pensó Alicia, mientras lo seguía con desgana.

«¡No había recibido tantas órdenes en toda mi vida! ¡Jamás!»

No habían andado mucho cuando vieron a la Falsa Tortuga a lo lejos, sentada triste y

solitaria sobre una roca, y, al acercarse, Alicia pudo oír que suspiraba como si se le

partiera el corazón. Le dio mucha pena.

--¿Qué desgracia le ha ocurrido? --preguntó al Grifo.

Y el Grifo contestó, casi con las mismas palabras de antes:

--Todo son fantasías suyas. No le ha ocurrido ninguna desgracia, sabes. ¡Vamos!

Así pues, llegaron junto a la Falsa Tortuga, que los miró con sus grandes ojos llenos de

Iágrimas, pero no dijo nada.

--Aquí esta señorita -explicó el Grifo-- quiere conocer tu historia.

--Voy a contársela --dijo la Falsa Tortuga en voz grave y quejumbrosa--. Sentaos los dos, y

no digáis ni una sola palabra hasta que yo haya terminado.

Se sentaron pues, y durante unos minutos nadie habló. Alicia se dijo para sus adentros:

«No entiendo cóma va a poder terminar su historia, si no se decide a empezarla». Pero

esperó pacientemente.

--Hubo un tiempo --dijo por fin la Falsa Tortuga, con un profundo suspiro-- en que yo era

una tortuga de verdad.

Estas palabras fueron seguidas por un silencio muy largo, roto sólo por uno que otro

graznido del Grifo y por los constantes sollozos de la Falsa Tortuga. Alicia estaba a punto

de levantarse y de decir: «Muchas gracias, señora, por su interesante historia», pero no

podía dejar de pensar que tenía forzosamente que seguir algo más, conque siguió sentada

y no dijo nada.

--Cuando éramos pequeñas --siguió por fin la Falsa Tortuga, un poco más tranquila, pero

sin poder todavía contener algún sollozo--, íbamos a la escuela del mar. El maestro era

una vieja tortuga a la que llamábamos Galápago.

--¿Por qué lo llamaban Galápago, si no era un galápago? --preguntó Alicia.

--Lo llamábamos Galápago porque siempre estaba diciendo que tenía a «gala» enseñar en

una escuela de «pago» --explicó la Falsa Tortuga de mal humor--. ¡Realmente eres una

niña bastante tonta!

--Tendrías que avergonzarte de ti misma por preguntar cosas tan evidentes --añadió el

Grifo.

Y el Grifo y la Falsa Tortuga permanecieron sentados en silencio, mirando a la pobre

Alicia, que hubiera querido que se la tragara la tierra. Por fin el Grifo le dijo a la Falsa

Tortuga:

--Sigue con tu historia, querida. ¡No vamos a pasarnos el día en esto!

Y la Falsa Tortuga siguió con estas palabras:

--Sí, íbamos a la escuela del mar, aunque tú no lo creas...

--¡Yo nunca dije que no lo creyera! --la interrumpió Alicia.

--Sí lo hiciste --dijo la Falsa Tortuga. --¡Cállate esa boca! --añadió el Grifo, antes de que

Alicia pudiera volver a hablar.

La Falsa Tortuga siguió:

--Recibíamos una educación perfecta... En realidad, íbamos a la escuela todos los días...

--También yo voy a la escuela todos los días --dijo Alicia--. No hay motivo para presumir

tanto.

--¿Una escuela con clases especiales? --preguntó la Falsa Tortuga con cierta ansiedad.

--Sí --contestó Alicia. Tenemos clases especiales de francés y de música.

--¿Y lavado? --preguntó la Falsa Tortuga.

--¡Claro que no! --protestó Alicia indignada.

--¡Ah! En tal caso no vas en realidad a una buena escuela --dijo la Falsa Tortuga en tono

de alivio--. En nuestra escuela había clases especiales de francés, música y lavado.

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