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Atentado al Libertador


Enviado por   •  31 de Mayo de 2013  •  Informes  •  2.315 Palabras (10 Páginas)  •  413 Visitas

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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular Para la Defensa

Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada Nacional

Juan griego/ Estado Nueva Esparta

Cátedra Bolivariana

II

Integrantes:

Jesuanny Quijada

Rosmery Pérez

Yibeli Ríos

Valesska Rodríguez

Maderlin Fonseca

Licenciatura en Turismo

Sección. 64427/ 01M

Atentado al Libertador

Atentado de Kingston- Jamaica 10 de diciembre 1815

Procedente de Cartagena, Bolívar llegó a Kingston el 14 de mayo de 1815, emigrado; allí se alojó en la casa de su edecán, Rafael Páez. En esa isla se encontraba un joven negro llamado Pío (el general Daniel Florencio O'Leary lo denominó Pito), quien había trabajado antes en la servidumbre de Bolívar; unos españoles de la isla le ofrecieron 2.000 pesos por consumar el atentado. El 10 de diciembre de 1815, el negro Pío se escondió en la casa y, a las 10 de la noche, clavó el vil puñal al ocupante de la hamaca, José Félix Amestoy, comisario de Bolívar, quien saldría al amanecer para Santo Domingo; el Libertador se había quedado durmiendo en una casa cercana debido a un fuerte aguacero tropical.

Atentado del Rincón de los Toros

En su movimiento desde Apure con las fuerzas de Páez, Bolívar llegó el 10 de marzo de 1818 a Villa de Cura, el día 19 están en "El Rastro". El 16 de abril acamparon en "El Rincón de los Toros". El coronel realista, el barinés Rafael López, capturó a un sargento recién evadido que conocía el santo y seña. El capitán realista Tomás Renovales con ocho soldados penetró el 16 en horas de la noche al campamento para eliminar a Bolívar. El coronel Francisco de Paula Santander, al ver a Renovales, le pidió el santo y seña, la respuesta fue correcta, y al preguntarle el motivo de su presencia, contestó que traía un mensaje al jefe supremo, quien se encontraba en su hamaca; Santander cuando lo llamó, Bolívar instintivamente, sin contestar, trató de montar en su cabalgadura herida en la confusión. El Libertador, con mejor suerte no recibió ningún disparo, sólo una coz del caballo herido, algunos soldados murieron en la acción. Durante la persecución murió el coronel López, igualmente los coroneles patriotas Salcedo y Fernando Galindo, quien defendió en el tribunal al general Piar. Bolívar llegó a la población de Calabozo el 17 de abril y luego a San Fernando de Apure, a donde llegó el 3 de mayo para permanecer de reposo dos semanas, los reveses lo estimulaban a vencer.

Amores de Bolívar

Fanny Dervieux Du Villard:

Simón bolívar regresó a España luego de la muerte de su esposa y de ahí viajó a París en la primavera de 1804

Fanny, blanquísima mujer de cabellos tirando a rubio oscuro, como lo señalan sus biógrafos, frívola por demás, coqueta, de refinamiento y gracia elegante pese a ser un tanto gruesa, la boca fina, los ojos azules aunque el color a veces era variable, sonrosada la piel, de senos rellenos y brazos torneados, el andar lento y sinuoso, por otra parte hábil y encantadora.

Para el momento del encuentro Fanny frisaba las 28 primaveras, y a pesar de los múltiples compromisos sociales empezó a intimar con aquel solitario viudo de 20 años.

Maestra ideal, fue la mujer que verdaderamente lo despertó en las lides ardientes del amor, en los largos seis meses que acariciaron estos encuentros continuos, aunque por los viajes de conocimiento que debía realizar el futuro Libertador, llegó finalmente el6+ de mayo de 1805, día en que el caraqueño se despidió con ternura de la francesa, obsequiándole en esa oportunidad una sortija, marcada en esta fecha con el grabado imperecedero del recuerdo.

Ana Lenoit:

En su carrera hacia la gloria Bolívar sigue al Estado Soberano de Cartagena, y en conjunción como coronel efectivo de los ejércitos neogranadinos con doscientos hombres y la bandera cuadrilonga desde Barranca invade la cuenca caliente del bajo Magdalena para perseguir sin pausa a los soldados realistas. A finales de 1.812 y cargando con veintinueve años en los meandros y visiones de sus aguas revueltas, de frente al majestuoso rio, Cupido hace las suyas y así conoce a la francesa Anne Lenoit, entonces de diecisiete años bien formados, tímida, joven de pareceres y rubia bella de Paris, “la mayor atracción del pueblo”; establecida familiarmente en aquel lugar junto con su padre, un emigrado europeo que se desempeñaba como comerciante.

Así que enhebrado en las horas del tiempo en aquella naturaleza salvaje se cultivo entonces un apasionado aunque corto romance de intimidad, debido lo ultimo a la vasta campaña militar que se iniciaba por aquellas fechas, y al decir del biógrafo Indalecio Lievano Aguirre, en esos cinco días permanecido en Salamina ( antes, Punta Gorda), Bolívar gustoso de las deliciosas aventuras galas se entrevista en varias oportunidades con esta hermosa llena de encantos y alegría juvenil, tratada ella como “ La madamita”, eso sí, lejos de la prisión o angustia de los seres humanos; pero acosado por la guerra itinerante, el héroe marcial o Don Juan festinado embarca en las naos del destino rumbo a Heredia, cuando entonces las lagrimas de Anita fluyen por los ojos y mojan sus mejillas

Josefina Machado:

El 4 de agosto de 1.813 conoció de veras el Libertador a Josefina Machado, “la señorita Pepa”, como la llamaban en la intimidad, al entrar aquel triunfante a Caracas, luego de Campaña Admirable. Bolívar regresaba entonces a la ciudad natal con todas las loas imaginables y en las ofrendas que se le tributaron encontró, de improviso, con que una de las doce bellas caraqueñas vestidas de blanco que frente al cabildo citadino le colmaron de laureles a la manera clásica de la antigüedad romana y que además lo arrastraron en el carro triunfal, como hombre y conquistador le interesaba aquella ninfa o vestal. Josefina, la escogida por el corazón, en aquel momento frisaba en los veinte años y quienes la conocieron cuentan que además era morena, de cabellos negros, estatura regular y transmitía un ardor delicioso apenas con su presencia destacada, de ojos grandes y vivos, la boca carnosa y de una alegría natural que en momentos de solaz llegaba a contagiar a cualquier mortal. Tampoco provenía de la pequeña sociedad mantuana colonial, detalle este que movido en cierto medio agresivo o petulante y de acuerdo con los acontecimientos vividos, le conformaba en la mezcla un carácter inestable y soberbio aunque reservado

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