El Arte En África

Arte africano

El arte africano es un arte al servicio de la religión ya que esta rige la vida de los pueblos, por lo tanto, antes de realizarse una obra deben observarse numerosas reglas. La obra de arte forma parte de un conjunto en el que la religión, la magia y el ritual, que se manifiesta principalmente en las fiestas, permanecen estrechamente unidos al resto de las actividades humanas. Su finalidad no es la puramente estética, pero las tendencias de las tribus africanas es la de adornar incluso los utensilios cotidianos y el propio cuerpo.

Toda obra de arte africano tiene un destino, bien sea religioso o social. Las imágenes de los antepasados son un símbolo en el que reside una fuerza sobrenatural aunque ya no existan, fuerza que comunican a todos los que viven. A pesar de la importancia que tiene para esta cultura el dios creador, el artista nunca lo plasma en sus obras. El artista negro realiza también esculturas de animales, éstos con funciones secundarias, quienes son elevados a la categoría de símbolos, con lo que el artista aspira a plasmar en ellos el poder de toda una especie. Es frecuente encontrar en una misma pieza elementos tomados de varios animales con el fin de lograr un conjunto más poderoso.

Uno de los rasgos fundamentales al pensamiento y a la vida africana es el ritmo, el cual impregna tanto ésta como las obras de arte. Los objetos artísticos que conocemos, entre los que destacan las máscaras, no son sino esculturas que adquieren su pleno desarrollo cuando se hallan en movimiento.

El arte tiene una unción rigurosamente social, ya que no existen obras que no sean producto de un encargo, y están estrechamente relacionadas con la vida religiosa. El material preferentemente utilizado por el artista negro es la madera, también el hueso, el marfil, las calabazas, la piedra, la arcilla, los metales, el cuero y las fibras vegetales, según la pieza que desee realizar. La piedra es un material raramente utilizado en África y el marfil era considerado como una materia noble.

El arte africano se centra fundamentalmente en la escultura. Existen dos tendencias, la geometrización de los elementos y el naturalismo. Entre las obras encontramos figuras de antepasados, máscaras, fetiches y otros objetos de culto, así como figuras profanas, representaciones de animales y objetos de uso corriente.

En la escultura predominan las esculturas de bulto redondo, fundamentalmente tridimensionales y con mucho sentido del ritmo, las figuras fetiche que son portadoras de determinadas potencias mágicas y también una serie de bajorrelieves, situados en las puertas y postigos de los palacios de los reyes de Benin y Dahomey.

Se puede dividir el arte africano en función del momento en que éste surgió con una serie de culturas que se desarrollaron antes de la llegada de de los europeos. Éstas son la civilización de Chad, Nok e Ifé. Los restos encontrados en la civilización Chad corresponden a urnas funerarias, estatuillas y otros objetos procedentes de los enterramientos. Poseen también un arte de la fundición cuyos adornos están realizados fundamentalmente en bronce, consistiendo en ajorcas, pendientes, colgantes, cuentas para ensartar y otros.

Una de las civilizaciones más antiguas, cuyos vestigios fueron encontrados en Nigeria es la de Nok. Su desarrollo tiene lugar en los siglos V y I a. C., su arte muestra una gran unidad estilística y sus obras manifiestan una inclinación hacia la simplificación de los rasgos faciales. Aproximadamente un milenio después de la cultura Nok surge en el mismo territorio la civilización de Ifé, entre los siglos X y XIV de nuestra era. Con Ifé se llega al punto culminante de un desarrollo artístico, de carácter eminentemente cortesano, que se inició con la cultura Nok. Su arte abarca fundamentalmente el barro cocido y el bronce. Sus esculturas de terracota y sus cabezas de bronce presentan una marcada idealización de los rostros.

La herencia política de Ifé la recogió Benin en el siglo XIII y XIV, su decadencia inicia en el siglo XVII y finaliza con la invasión británica en el siglo XIX. Su arte engrandecía a su soberano, el Oba, que era reencarnación del fundador de la dinastía y de la divinidad. Su arte está especializado en trabajos de metal, fundamentalmente bronce. Su escultura deriva del arte de Ifé, no existiendo trabajos ni en barro ni en piedra. La madera y el marfil estaban reservados para los artesanos. Con la llegada de los portugueses a partir del siglo XVI el arte de Benin pierde calidad, duplicándose incluso el peso de las obras y aumentando número de ellas debido a la afluencia de este metal al reino, el cual cambiaban los portugueses al

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