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LA TORRE Y NUESTRO RELOJ


Enviado por   •  15 de Julio de 2014  •  Ensayos  •  2.141 Palabras (9 Páginas)  •  261 Visitas

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LA TORRE Y NUESTRO RELOJ

La construcción de la torre y la colocación del reloj público, puede considerarse como la segunda fase y final del palacio municipal de Quezaltepeque. Ni de la primera ni de la última fase nos fue posible conocer los planes y diseños, pues no se dejó copia de ellos en el archivo municipal, ni se citan en las actas y acuerdos de la época. Se mencionan en cambio, más tarde, los planos de la torre que se habían enviado al Gobierno y Justicia para la información requerida por la Dirección de Obras Públicas, cuya asesoría de habla solicitada para la colocación del reloj público.

Deben haber existido, desde luego, planos del palacio municipal, pero como algunas veces sucede con documentos importados, se extravían o traspapelan en los largos y engorrosos trámites gubernativos, especialmente en aquellos relacionados con la gestión de ayuda económica, tal debe haber sucedido con los del palacio municipal de Quezaltepeque.

Lo que no sabemos es si los planes de la torre fueron parte del proyecto original o si se concibieron y elaboraron con posterioridad, aisladamente, Parece se que fue esto último lo que ocurrió, ya que la torre se principió a construir hasta 1922, ocho años después de haberse concluido la primera fase del palacio municipal. En la memoria de las labores realizadas por la municipalidad de 1920, en el rubro de “Ornato y Obras Públicas, se lee. “Todos los miembros del Ayuntamiento de 1920, animados de las mejores disposiciones por el ornato y comodidades del pueble, iniciaron sus labores en este ramo con la construcción de una torre contigua al edificio del Juzgado Municipal, que servirá para el reloj público. Se inauguraron los trabajos con motivo de honor y promulgación de nuestras leyes, el quince de marzo; desde esa fecha se consiguieron los trabajos consecutivamente, proporcionando los vecinos, en calidad de préstamo, los materiales que se emplearon hasta el estado en que se encuentran; se demuestra dicha deuda así: a don Nicolás Torres se debe 200 ladrillos cuadrados, 900 tallullos y 2 fanegas 18 medios de cal; a don Toribio Guerra 200 ladrillos cuadrados; a don Pedro Torres. 1156 ladrillos cuadrados; a don Melecio Recinos 6 fanegas de cal; a don Eduardo Acevedo 15 fanegas de cal; a don Manuel Villeda 100 ladrillos cuadrados y a don Dionisio Torres 5 fanegas de cal; lo que se pone en conocimiento de la municipalidad para su devolución en primera oportunidad”.

Con estos materiales de iniciaron y continuaron los trabajos de la torre del palacio municipal hasta noviembre de 1929, en que desafortunadamente, por falta de recursos económicos y la premura del tiempo hubieron de suspenderse, “quedando ya para terminarse, pues solamente el último tramo que representa el diseño de donde se tomó su forma”. (31) Hasta ese momento los trabajos habían alcanzado la altura de 15 varas, 6 de largo y 4 de ancho, habiéndose invertido en ella $ 5.100.00 en trabajos de albañilería y 5.900.00 en mozos y materiales, con un total de $11,000 .00. La tesorería específica estuvo a cargo de don Jesús Gálvez, quien la desempeñó gratuitamente. (32). Precisamente por estar los trabajos a punto de concluirse, la municipalidad de 1920, al rendir cuentas de su gestión, exhortada a la entrante, que la presidiría don Melecio Recinos, a que los continuase hasta su culminación. En la sesión del 19 de febrero de 1921, el síndico de la municipalidad, don Florencio Castañeda, expuso: “…Que con base en el Acuerdo Gubernativo de 4 de septiembre de 1920, se gestionase ante el gobierno de la república de se entregase a la municipalidad los dos pesos que, de acuerdo con el citado acuerdo, le corresponde a cada municipalidad para la promoción de obras públicas.

En esa sesión el señor Castellano indico a los miembros de la corporación municipal que “…habiendo urgente necesidad de comprar un reloj público y terminar la torre que está en construcción y que servirá para ello, es el caso de suplicar al señor Presidente de la República se sirva dar sus respectivas órdenes a efecto de que por quien corresponde se entere la cantidad que en aquel concepto correspondía a la municipalidad de Quezaltepeque…” (34)

El 29 de junio de 1921 el señor jefe político departamental, coronel Marco Aurelio Molina y el profesor Pedro Zea, inspector departamental de Instrucción Público, visitaron la villa de Quezaltepeque para informarse de la marcha de asuntos administrativos y de educación. La municipalidad los recibió en sesión extraordinaria, a la que concurrió un buen número de vecinos. En esta sesión el síndico don Florencio Castañeda, insistió, en presencia de los visitantes, se solicitase al gobierno el “dinero para la compra de un reloj público, para cuya postura se estaba construyendo la torre respectiva…” El coronel Molina, anticipándose a la posible respuesta del gobierno, manifestó a los circunstantes que… “no era posible al gobierno conceder toda la cantidad necesaria, tanto porque la municipalidad tiene hoy día vida propia, como porque está muy próxima la celebración del centenario de nuestra independencia y eso causará inmensos gastos a la nación…” (35) Empero, deseoso de colaborar y estimular a la municipalidad de Quezaltepeque, ofreció para intervenir para “conseguir que el gobierno conceda la franquicia para la introducción del reloj y un subsidio de diez mil pesos”; oferta que fue recibida con general beneplácito.

La visita del jefe político, coronel Molina, con todo, fue fructífera pues desde entonces tomó especial interés en la gestión del la gestión de la municipalidad de Quezaltepeque había gestionado la aprobación de su plan de obras públicas y de un subsidio, del que sin duda el funcionario ya estaba informado.

En el ínterin, la municipalidad había solicitado la asesoría de la Dirección de Obras Públicas, no solo para la construcción de la torre sino también para la compra y empotramiento del reloj público. Testimonio de estas gestiones lo encontramos en la nota que el ingeniero, León Yela, subdirector de obras públicas, envía a la municipalidad de Quezaltepeque por conducta de la jefatura política departamental, en la que el profesional le indico: “Para podre emitir informe acerca de la obra de esa Corporación que proyecta hacer colocar un reloj público, agradecería a usted se sirva remitir a esta oficina el dibujo del diseño que tiene al respecto, expresando las medidas necesarias

El gobierno de la república, por su parte y tal como lo había prometido, cumplió su promesa de otorga a la municipalidad de Quezaltepeque un subsidio de $ 10.000.00 para las obras proyectadas, incluyendo la compra de reloj, según acuerdo de 3 de mayo de 1922, subsidio que permitió

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