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Extremos De Un Segmento Conciliatorio: Anarquismo Y Espiritismo En La Cultura Obrera De Principios De Siglo XX


Enviado por   •  27 de Agosto de 2013  •  6.213 Palabras (25 Páginas)  •  531 Visitas

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Ponencia sometida al Círculo de Investigación "Diálogos de Espiritismo y Cultura," San Juan, Puerto Rico

Como parte de los requisitos de participación del segundo congreso de Diálogos de Espiritismo y Cultura, a celebrarse el sábado 6 de noviembre de 2010 en San Juan, Puerto Rico

Dr. Carlos I. Hernández-Hernández,

Catedrático Auxiliar

Departamento de Ciencias Sociales

Universidad de Puerto Rico,

Recinto Universitario de Mayagüez

Extremos de un segmento conciliatorio: Anarquismo y espiritismo en la cultura obrera de principios de siglo XX

Introducción

Este esfuerzo investigativo abordará las posibles tangencias ideológicas entre el anarquismo y el espiritismo y su impacto en la comunidad obrera puertorriqueña de principios de siglo XX. La consulta a pensadores anarquistas y espiritistas de primer orden, es menester a la hora de establecer posibles vínculos con el contenido ideológico de la prensa obrera. Con esto en mente habré de examinar el discurso de la prensa obrera de la época, con la intención de identificar, trazar y problematizar las ideas anarquistas y espiritistas, así como los protagonistas puertorriqueños que en alguna medida se vieron identificados con lo anterior. En el inicio del siglo XX en Puerto Rico las expresiones políticas marginales -entiéndase anarquismo, librepensamiento, masonería, espiritismo, socialismo utópico entre otras-, parecen desembocar en las luchas iniciadas en el siglo anterior bajo un manto común, la idea de la fraternidad universal.

En un artículo titulado: La invención anarquista, Christian Ferrer, afirma que en la modernidad, el anarquismo se difundió al modo de las antiguas herejías, como una urgencia espiritual que impulsó a los ideales emancipadores a correrse más allá de los límites simbólicos y materiales permitidos por las instituciones a las que se había otorgado el monopolio de la regulación de la verdad. A juicio de Ferrer, lo anterior se debió probablemente a que los anarquistas fueron los albaceas más fieles del ideal jacobino tanto como correas de transmisión del antiguo impulso milenarista, que pudieron transformar el lema "libertad, igualdad y fraternidad" en el trípode de una mística desmesurada.

A tono con los ideales de la fraternidad universal -ampliamente difundidos durante todo el siglo XIX- apunta Ferrer que tres doctrinas: liberalismo, marxismo y anarquismo se constituyeron en los vértices del tenso triángulo de la filosofía política emancipadora. A juicio de este autor, los matices particulares tanto de Stuart Mill, como Marx y Bakunin estaban atravesados por los ideales de pasión y excelencia imperantes en el siglo XIX.

Proyecciones materiales y espirituales de la vida en sociedad

Luisa Capetillo -una de las primeras líderes obreras de la Isla- sugiere en un artículo que lleva por título: "Anarquismo y espiritismo," unas claves que muy bien podrían sugerir más afinidad que diferencias. Capetillo con la intención de armonizar ambos pensamientos destaca lo siguiente: 1. que muchos ignorantes dirán cómo pretendo unir los anarquistas y espiritistas, 2. ¿Qué acaso los anarquistas no tienen alma o la tendrán constituidas en otra manera? La autora señala en tono de crítica: que muchos espiritistas desearían ser como los anarquistas, que son más justos, equitativos, humanos, amigos leales y seguros compañeros a pesar de la distancia. La líder feminista sugiere que para realizar un estudio de ese tipo es imprescindible revisar las siguientes obras: La filosofía anarquista, La conquista del pan, Dios y el Estado y La psicología del Socialismo anarquista.

En sintonía con la intención de Luisa Capetillo de acoplar los anarquistas y espiritistas so pretexto de que los primeros tienen alma y que son más justos y equitativos que los segundos, Allan Kardec en su obra, El libro de los espíritus, presenta un tema dedicado al egoísmo que por un lado, podría servir de defensa al argumento de la líder obrera, mientras que por el otro deja entrever las bases del proyecto espírita. Se pregunta Kardec: "¿Qué medio hay para destruir el egoísmo?" a lo cual contesta: "De todas las humanas imperfecciones, la más difícil de desarraigar es el egoísmo, porque deriva de la influencia de la materia de la cual el hombre está muy próximo aún a su origen, no ha podido emanciparse, y todo contribuye a sostener esa influencia: las leyes, la organización social y la educación. El predominio amenguará con el predominio de la vida moral sobre la material, y sobre todo con la inteligencia que os da el Espiritismo de vuestro estado futuro real, y no desnaturalizado con ficciones alegóricas". Sentencia Allan Kardec que el egoísmo en el ser humano y la influencia material que el mismo ejerce, es lo que lleva a éste a sostener todo un sistema de ley y de organización social de carácter antinatural. De ahí, que el osado junte de Luisa Capetillo a dos propuestas ideológicas aparentemente distantes no estaba tan lejos de su observación.

A simple vista la pregunta de: ¿Qué medio hay para destruir el egoísmo? podría interpretarse como una mera interrogante doctrinal de la filosofía espírita, sin embargo el espiritismo se concibió como una ciencia al servicio de la humanidad a la par con las otras ciencias conocidas en su momento, pero con la misión de llenar el vacío generado por el discurso de la razón con argumentos intuitivos como la reencarnación. De ahí que en la contestación de la misma está contenido parte del proyecto social espiritista. Entre las propuestas del proyecto espírita están: en primer lugar, desarraigar al egoísmo, porque es precisamente el egoísmo el responsable de la segunda, la influencia material. Influencia material que el ser humano está aún muy próximo a su origen y que no ha podido emanciparse, porque el mismo sujeta su progreso. Esa misma restricción contribuye a sostener las leyes, la organización social y la educación, factores que contribuyen a su vez a reproducir y se quiere a perpetuar la enajenación del ser humano de lo que los espiritistas consideran lo real. Por lo real deducimos la preponderancia de la vida moral sobre la vida material, predominio que sólo se consigue a través de la inteligencia que da el Espiritismo de su estado futuro real, y no desnaturalizado con ficciones alegóricas.

Esta desnaturalización con ficciones alegóricas parece llamar la atención del desenlace de las propuestas cientificistas de moda en la Europa del siglo XIX. Es precisamente en este punto donde se puede apreciar cierta confluencia de ideas entre los proyectos espiritistas y anarquistas, sobre todo en lo que respecta a ofrecer alternativas al predominio de la vida moral

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