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Formacion Del Estado Moderno


Enviado por   •  24 de Octubre de 2013  •  5.644 Palabras (23 Páginas)  •  334 Visitas

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Formación del Estado moderno

La idea de “formación del Estado moderno”, remite a un proceso histórico que desemboca en el Estado que conocimos a partir del siglo XIX, el Estado Moderno, pero, a su vez, encuentra sus orígenes en etapas muy anteriores. El Estado Moderno no es exactamente el Estado actual; sucede al absolutismo, por cuanto está configurado por principios que son conceptualmente distintos a los de la monarquía. El primero de esos principios distintos es cómo responder a la pregunta: ¿cuál es la fuente de poder? La monarquía lo responde diciendo: en general el origen del poder reside en la autoridad divina y se ejerce de manera vitalicia, esto es, de por vida; concluye con la muerte del monarca y éste es sucedido hereditariamente.

El segundo gran principio que conforma el concepto de la monarquía es: el poder no se comparte. Está absolutamente centralizado, la exclusividad del poder está en cabeza del rey. El Estado moderno, en cambio, transforma eso a través de distintas etapas de pensamiento político, en otro principio, y es que el origen de la soberanía reside en la Nación o en el pueblo, depende de la etapa a la que nos refiramos. Y en segundo lugar, si bien el poder estatal es, también en este caso del Estado moderno, centralizado, no recae en una sola persona sino que las distintas funciones de poder están descentralizadas, no centralizadas, como en la monarquía.

Para esto hubo que atravesar casi tres siglos en la historia del pensamiento, siglos XVI, XVII y XVIII. Hay tres grandes pensadores: uno inglés John Locke, hacia finales del siglo XVII; Thomas Hobbes, y Jean-Jacques Rousseau, que son las tres grandes figuras de lo que se denominó el contractualismo. Se denomina contractualismo porque son los primeros que, viendo los procesos que se iban dando en sus respectivos países empiezan a poner en cuestión la centralización del poder de la monarquía y dicen: la sociedad tiene una función muy importante en la construcción del poder, y por lo tanto, si bien tiene que haber una autoridad, esa autoridad no deriva exclusivamente de la fuente divina, sino que termina siendo resultado del consentimiento de la sociedad. Es decir, entre gobernantes y gobernados se establece una suerte de “contrato”, por el cual los gobernados le entregan la facultad de gobernar a la autoridad, de gobernar bajo determinados principios y valores, los cuales, en caso de violarse, le devuelven a la sociedad la facultad de cambiar.

Hobbes y Rousseau parten de estudiar al hombre en su estado de naturaleza, pero los dos llegan a conclusiones distintas. Porque Hobbes plantea que el hombre en su estado de naturaleza no puede convivir, debido a que hay una esencia de exclusividad, de violencia, de hegemonismo, de tratar de dominar a sus semejantes, todo lo cual convierte la convivencia entre los hombres, en su estado de naturaleza, en insostenible. Por lo tanto, la aparición de la autoridad se hace imprescindible, pero como el hombre en estado de naturaleza es esencialmente malo —“el hombre es el lobo del hombre” es una de las frases más emblemáticas— se necesita una autoridad muy fuerte para regular esa violencia intrínseca del hombre en su estado natural. Hay que construir un Estado autoritario, al que Hobbes denomina tomando una figura bíblica, el “Leviatán”. La obra cumbre de Hobbes se llama justamente Leviatán, que es como él denomina simbólicamente al Estado, no porque le cambie el nombre jurídico, sino porque se trata de un Estado tan acaparador de las vidas de las personas, tan fuerte, tan envolvente, que lo conecta a la figura del Leviatán bíblico.

En cambio Rousseau, ya en el siglo XVIII, plantea que el hombre en su estado de naturaleza no es esencialmente malo sino que es esencialmente bueno. En la aparición de las primeras colectividades humanas la convivencia era saludable y armoniosa, y que con el mayor poblamiento de la tierra, con la aparición de distintas comunidades, de distintas religiones y demás, eso se hizo más conflictivo, y, por lo tanto, el Estado debe tener un papel ordenador pero que no modifique esa naturaleza esencialmente buena del hombre. Pantea, pues, una noción del Estado democrática, un Estado más abierto, y, además, como Rousseau es discípulo de Montesquieu, que ya había pensado en la división de poderes, esto hace que en Francia resida uno de los centros que dan origen al contexto moderno del Estado ligado a la división de poderes. Esa misma Francia que a principios del siglo XVIII había acuñado ese lema de Luis XIV “el Estado soy yo”, es la que a finales del siglo asiste a la Revolución Francesa, con los principios del Estado moderno y de la división de poderes.

Inglaterra le pone otro ingrediente. Viene de un proceso mucho más progresivo y menos violento que Francia, de formación del Estado moderno. En Francia se produce una fuerte crisis de la monarquía y hay revolución. Inglaterra, en cambio, llega al Estado moderno de una manera mucho más gradual, tan gradual, que allí nunca desapareció la monarquía, y se mantiene hasta nuestros días. En Inglaterra convive la fuerte figura simbólica del Rey con una sociedad civil también muy fuerte. En Inglaterra reside, además, el origen del parlamentarismo, que, por supuesto, no se lo puede identificar totalmente con la imagen que nosotros tenemos de parlamento actual. Cuando uno habla del origen del parlamentarismo, habla de los primeros esbozos de descentralización del poder monárquico. Y esto data nada menos que de 1215, muchos siglos antes, en tiempos en que la clase dominante eran los propietarios de la tierra. Indudablemente, todavía no había burguesía, muchísimo menos proletariado, estamos hablando todavía de la Edad Media, del último tramo de la Edad Media que dura tres siglos, estamos hablando de la unidad política-religiosa del poder, es decir, la autoridad política era la autoridad religiosa, todavía no se había producido un hecho religioso muy importante que se inicia a finales del siglo XV principios del siglo XVI, estoy hablando de la “Reforma”. Todavía faltaban casi tres siglos para que se produjera la Reforma, primero en Alemania, después se traslada a Inglaterra, en el primer caso con Martín Lucero y en el segundo con Calvino, en Inglaterra. La sociedad estaba conformada por los sesctores que vivían al calor del monarca, del Palacio, el ejército para poder defenderse de los ataques y los propietarios de la tierra, no había otras divisiones más complejas en la sociedad.

La economía todavía no generaba suficientes excedentes como para que hubiera una fuerte presencia del comercio, pero, aún así, los terratenientes le dicen al rey Juan “Sin Tierras”, justamente bautizado así para mostrar esa dicotomía entre los que tenían la tierra y los que tenían el gobierno —como

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