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Genocidio En Ruanda.


Enviado por   •  22 de Julio de 2014  •  2.884 Palabras (12 Páginas)  •  360 Visitas

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LA GUERRA DE RUANDA

En esta zona existen (en torno a los Grandes Lagos africanos), dos grupos étnicos tradicionalmente rivales: los tutsis que han sido siempre ganaderos y los hutus que se han dedicado a la agricultura.

En Ruanda los radicales hutus en el poder exterminaron en 1994 a cientos de miles de tutsis y hutus moderados.

La guerrilla tutsi del Frente Patriótico Ruandés derrotó a los hutus, y buena parte de ellos tuvo que huir a los países vecinos. Fue tal el número de muertos que se considera uno de los últimos episodios de genocidio del siglo XX.

Guerra Civil Ruandesa

La Guerra Civil de Ruanda fue un conflicto interno de África Central, en el cual se enfrentaron las fuerzas gubernamentales del presidente Juvénal Habyarimana contra los rebeldes del Frente Patriótico Ruandés (FPR). Las hostilidades comenzaron el 1 de octubre de 1990 con la ofensiva del FPR. La firma de los Acuerdos de Arusha el 4 de agostode 1993 detuvo unos meses los enfrentamientos mientras se definía un nuevo gobierno, aunque la violencia continuaba latente.

Sin embargo, el asesinato de Habyarimana en abril de 1994 fue el detonante del Genocidio de Ruanda, cuya cifra de muertos se estima en 800.000 personas en pocos meses. Las causas compartidas tanto de la guerra como del genocidio han llevado a varios estudiosos a afirmar que los asesinatos en masa de civiles fueron un resurgir del conflicto militar y no una nueva fase del conflicto étnico. El FPR retomó su ofensiva hasta lograr el control total del país. Fue entonces cuando el gobierno hutu en el exilio utilizó los campos de refugiados que se habían creados en países limítrofes para desestabilizar el nuevo gobierno del FPR. La intervención del FPR y de sus fuerzas paramilitares desencadenaron la Primera Guerra del Congo (1996–1997) la cual a su vez condujo a la Segunda Guerra del Congo (1998–2003), conflictos en los cuales las fuerzas hutus aspiraban a recuperar el control de Ruanda. Mientras que la guerra civil terminó oficialmente en 1993, parte de la historiografía mantiene que el conflicto terminó realmente en 1994 con la captura de Kigali, o bien con el desmantelamiento de los campos de refugiados en 1996. La presencia de pequeños grupos rebeldes a lo largo de la frontera ruandesa es también otro elemento que ha sido utilizado para afirmar que el conflicto civil no ha terminado, sino que sigue en curso aunque en estado latente.

Hutus y tutsis: hermanos enemigos

Los pueblos que tradicionalmente habitaron el territorio de la actual Ruanda y de sus países vecinos del África ecuatorial tienen un origen común. Los banyaruandas incluyen a los hutus, a los tutsis y a los twas. Su lenguaje es el kinyaruanda y sus vínculos se extienden a los bayakoles y los bakigas de Uganda y los barundis de Burundi.

• Además del idioma, ellos comparten el mismo territorio, y las mismas instituciones políticas tradicionales.

El reino de Ruanda era altamente organizado y con una fuerte estratificación social. La nobleza y la comandancia del ejército -así como la casi totalidad del ganado- pertenecía mayoritariamente a los integrantes tutsis del reino, mientras que los twas se dedicaban a la caza y la alfarería y los hutus se ocupaban de la agricultura.

A mitad del presente siglo los hutus constituían 84% de la población mientras que los tutsis alcanzaban el 14% y los twas el 1% restante. Pero, contrariamente a la idea general, no todos los tutsis eran miembros de las clases gobernantes o privilegiadas.

La dominación que los señores tutsis lograron mantener sobre la mayoría hutu hasta los albores de la independencia se basa en la casi exclusiva posesión del ganado. En los tiempos tradicionales, la distribución de este bien se realizaba por medio de un mecanismo social denominado "ubuhake". Según esta costumbre, una persona de menor prestigio y situación económica -generalmente un hutu- ofrecía sus servicios a otro -generalmente un tutsi- quien a cambio le entregaba el usufructo de uno o varios animales.

Otro de los elementos que le permitía los tutsis mantener su espíritu de cuerpo y su sentimiento de superioridad, fue la dedicación a las estructuras militares, inaccesibles a los otros grupos integrantes del estado.

La cohesión social estaba garantizada por una serie de jerarquías (territoriales, militares, de solidaridad mutua, etc.) a las que todo habitante estaba integrado y a la cabeza de las cuales se encontraba el rey.

Las relaciones establecidas desde la colonización europea fueron minando algunos aspectos de esta estructura social del país. Todavía bajo control belga de la región Ruanda-Burundi, un movimiento de reivindicación hutu comenzó a surgir en 1957. Dos años después, la misteriosa muerte del rey Mutara, un reformista que vivía en Bujumbura, la actual capital de Burundi, abrió el camino a una cruenta guerra civil. En 1962 ya sumaban 22.000 los tutsis desplazados dentro del país.

Los hutus, que por medio de elecciones conquistaron el poder en Ruanda, nunca lograron establecer una armonía entre los diferentes grupos humanos que comparten el mismo espacio geográfico. Las rivalidades violentas se sucedieron de manera periódica y afectaron tanto a Burundi (gobernada mayoritariamente por tutsis hasta poco tiempo antes) como a sus vecinos del norte.

El miedo a las matanzas hizo que entre 1959 y 1964 cerca de 60% de los tutsis abandonaran Ruanda, dirigiéndose principalmente a Burundi. En 1966 las venganzas étnicas volvieron a cobrar un alto número de víctimas. Por su parte, la violencia entre grupos tuvo sus picos en Burundi en 1965, 1966 y 1969, 1972 y 1988.

Los últimos episodios de esta cadena de violencia comenzaron en Ruanda a fines de los 90, cuando el gobierno dirigió un movimiento apelando a la primacía hutu. La campaña alcanzó su paroxismo durante el genocidio de 1994, que costó por lo menos 500.000 vidas y afectó en gran medida, aunque no exclusivamente, a los tutsis. Las confrontaciones entre ambos grupos continuaron en Burundi, y el golpe de 1996 provocó la huída de miles de burundianos que buscaron asilo en Zaire.

Se denomina Genocidio de Ruanda al intento de exterminio de la población tutsi por parte del gobierno hegemónico hutu deRuanda en 1994. En el pasado, en Ruanda se distinguían dos estamentos dentro de la etnia banyaruanda, a la que pertenece casi toda la población: la mayoría hutu y la minoría tutsi. No existe ningún rasgo racial ni lingüístico específico que diferencia a hutus y tutsis. Por lo tanto, después del genocidio, en 1994 ambas distinciones fueron eliminadas de los carnés de identidad. Antes de la independencia del país, sus líderes siempre fueron tutsis. Desde 1961 hasta 1994, el poder fue asumido por los hutus.

Genocidio

En abril de 1994 el asesinato del general Juvénal Habyarimana y el avance del Frente Patriótico Ruandés desencadena una multitud de masacres en el país contra los tutsis obligando a un desplazamiento masivo de personas hacia campos de refugiados situados en la frontera con los países vecinos, en especial el Zaire(hoy República Democrática del Congo).

En agosto de 1995 tropas zaireñas intentan expulsar a estos desplazados a Ruanda. Catorce mil personas son devueltas a Ruanda, mientras que otras 150.000 se refugian en las montañas. Más de 800.000 personas fueron asesinadas y casi cada una de las mujeres que sobrevivieron al genocidio fueron violadas. Muchos de los 5.000 niños nacidos fruto de esas violaciones fueron asesinados.

Considerando todos los datos y testimonios que se poseen acerca del genocidio de Ruanda, hay que aclarar que éste no fue exactamente un genocidio de hutus por un lado contra tutsis, por otro, sino que una falange radical y mayoritaria de los hutus fue la que preparó el aniquilamiento masivo tanto de tutsis como también de hutus moderados u opositores del régimen del Habyarimana y cercanos al Frente Patriótico Ruandés (FPR). Por lo tanto, el genocidio no fue sólo de carácter étnico sino también político. Por otro lado no debemos olvidar que también hubo entre las víctimas miles de ciudadanos hutus muertos a manos del FPR.

El 6 de abril de 1994 ha pasado a ser una fecha macabra no sólo para la historia de Ruanda sino también para la historia de la humanidad. A raíz, sobre todo, del asesinato de presidente Habyarimana, el conflicto interno ruandés ganó en crueldad y se convirtió en un enfrentamiento a gran escala que alcanzó todos los rincones del país.

Las víctimas

Probablemente, nunca se sabrá cuántos muertos provocó. Se calculan entre 500.000 y 1.000.000. Si fueron 800.000 equivaldrían al 11 por ciento del total de la población y 80% de los tutsis que vivían en el país. Además el genocidio y conflicto civil provocó el exilio de dos millones de ruandeses en el entonces Zaire, 480.000 en Tanzania, 200.000 en Burundi y 10.000 en Uganda, junto a más de un millón de desplazados internos. Tampoco se sabe cuántas víctimas ha provocado la venganza tutsi. Aunque se habla del "otro genocidio", parece que no es en absoluto comparable.

El papel de la religión

Ruanda es un país mayoritariamente católico (65% católico, 15% protestante). El involucramiento de la religión en la política contingente de Ruanda se evidencia en que el obispo de Kigali (capital del país), Vincent Nsengiyumva era miembro del comité central del partido único del presidente Habyanmana, el NRMD (movimiento revolucionario nacional para el desarrollo, por sus siglas en inglés). Aun a pesar de la enorme presencia religiosa un alto número de ruandeses no vaciló en participar en el genocidio.

Reacciones internacionales

Francia

Mientras ocurría la tragedia, el mundo entero parecía ajeno a la barbarie y no intervino para parar el trágico conflicto. En el caso de Francia, y esto puede ser extensivo a Bélgica y a Alemania, todos con importantes intereses en la zona desde el siglo XIX, el comportamiento no fue del todo solidario.

A pesar de todo Francia se encargó, a través de la Operación Turquesa, de pacificar parte del territorio. El país galo, con 2.500 soldados provenientes de sus bases en África, garantizó la seguridad en la parte suroeste del país y la llegada de la ayuda internacional. Todo hasta que la misión UNAMIR lograra reunir a los 5.500 soldados necesarios para hacerse cargo de la situación. De este modo, Francia se erigió con el mando del discurso de la solidaridad. Sin embargo, las críticas no se hicieron esperar. Según Victoria Brittain, Francia había prestado apoyo militar y logístico al gobierno del asesinado Habyarimana desde hacía años, lo que definió las intenciones del ejército galo como sospechosas. Según el estudio de Joan Casòliva y Joan Carrero Francia había permanecido al lado de Habyarimana hasta la firma de los Acuerdos de Arusha. Apoyó al gobierno hutu con armamento para evitar la invasión del FPR y otras incursiones de los tutsis. Finalmente, se retiró del país con la llegada de los primeros soldados de la MINUAR (UNOMUR), en noviembre de1993 y no volvió hasta junio de 1994 con la Operación Turquesa, a petición de las Naciones Unidas y con estrictas condiciones de no apoyar al gobierno radical hutu.

Por otro lado, el ejército francés permitió que miembros de las milicias hutus y responsables de las primeras matanzas se refugiaran en «zonas seguras» fronterizas evitando así caer en manos del FPR y permitiendo que controlaran la gestión de la ayuda humanitaria.

Estados Unidos

Durante el tiempo que duró el genocidio, ninguno de los gobernantes estadounidenses, usó esta palabra para definir lo que estaba ocurriendo en el país centroafricano. El haberlo admitido les hubiera obligado a intervernir en el conflicto.

En su lugar, utilizaron la definición «actos de genocidio» para describir la situación. Pero lo más importante y que más influencia tuvo en el seno de las Naciones Unidas y por lo que no se actuó antes, fueron las continuas discrepancias que Estados Unidos sostuvo con el Secretario General de la ONU en ese momento, Boutros Boutros-Ghali. Las decisiones de este, en varias ocasiones, chocaron de frente con las intenciones del Gobierno estadounidense.

Durante la guerra de Ruanda, entre 1990 y 1994, soldados del FPR que atacaron el norte del país desde el vecino Uganda, habían adquirido formación militar en los Estados Unidos a través del programa IMET, lo que coloca al país estadounidense del lado de la población tutsi y de Uganda.

La misión de las Naciones Unidas MONOUR (o UNOMUR), que pretendía controlar la frontera entre Uganda y Ruanda para evitar más conflictos como los que se habían dado durante los últimos años por las incursiones del FPR en Ruanda, se vio entorpecida por Estados Unidos y Gran Bretaña, con el pretexto de que faltaban pruebas objetivas que verificaran esas agresiones, incluso cuando fueron los responsables de la MONOUR los que informaron al Cuartel General de las Naciones Unidas de que Uganda les impedía realizar su trabajo y había adoptado un comportamiento radical.

La primera embajada en abandonar Ruanda fue la embajada estadounidense (7 de abril de 1994) y durante el genocidio puso todo tipo de impedimentos a las Naciones Unidas para poder actuar de forma decidida y enérgica y poder así parar el conflicto.

Pasados dos años de la masacre, el 15 de noviembre de 1996, Estados Unidos bloqueó la adopción y la aplicación de la resolución 1080, por la que el Consejo de Seguridad aprobaría el despliegue de una fuerza multinacional de protección de los refugiados y población civil amenazada en el Este del ex Zaire y que estaban siendo masacrados por los militares ruandeses.

Expansión del conflicto

El genocidio ruandés trajo consigo graves consecuencias para la región de los Grandes Lagos. Poco tiempo después del término de la crisis local, ésta se trasladó a los vecinos Zaire, Burundi y Uganda. El más afectado por esto fue Zaire, que ya vivía una crisis interna producto de la desestabilización generada por el desastroso gobierno de Mobutu Sese Seko.

Esto se debió a que el corrupto presidente Mobutu, había permitido a los extremistas Hutu entre la población de refugiados para operar con impunidad. En octubre de 1996, continuó el apoyo de los militantes hutus conduciendo a un levantamiento de la etnia Tutsi Banyamulenge en el Zaire oriental (apoyado política y militarmente por Ruanda), que marcó el comienzo de la Primera guerra del Congo.

La llegada de millones de refugiados se convirtió en el caldo de cultivo que desataría la Primera y la Segunda Guerra del Congo y que dejaría el trágico saldo de 3.8 millones de muertos. Cuando se acercaba la guerra en el Congo, muchos escaparon hacia otros países pero otros miles murieron por la crueldad de estos asesinos, entre un incalculable número de niños y jóvenes inocentes.

Castigos y juicios

El 8 de noviembre de 1994, por resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y en virtud de lo dispuesto en el Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas, al considerar que el genocidio ruandés era un grave atentado contra la paz y la seguridad internacional, se creó un Tribunal Penal Internacional para Ruanda. Éste tribunal tiene como objeto la persecución de los líderes e instigadores del genocidio.

Al mismo tiempo, una vez que la situación estuvo medianamente normalizada, los tribunales ruandeses iniciaron centenares de procesos en contra de inculpados de cometer las graves violaciones a los derechos humanos. Hasta la fecha más de 700 personas han sido condenadas por los tribunales culpables de genocidio.

Caso Akayesu

Constituye un hito mundial al ser considerada la primera condena internacional por genocidio y la primera en reconocer la violencia sexual como actos constitutivos de genocidio. El Tribunal Penal Internacional para Ruanda, creado el 8 de noviembre de 1994, en el caso Akayesu, declaró a un acusado culpable de violación por no haber impedido ni detenido una violación en su calidad de oficial, y no por haberla cometido personalmente. El tribunal consideró que la violación constituía tortura y que, dadas las circunstancias, la violación generalizada, como parte de unas "medidas dirigidas a impedir nacimientos dentro del grupo", constituía un acto de genocidio. Por ejemplo, en las sociedades donde la pertenencia a una etnia está determinada por la identidad del padre, violar a una mujer para dejarla embarazada puede impedirle dar a luz a su hijo en el seno de su propio grupo.

Jean Paul Akayesu antiguo alcalde de la ciudad ruandesa de Taba, fue arrestado en Zambia el 10 de octubre de 1995 y fue transferido a la Unidad de Detención del Tribunal en Arusha el 26 de mayo de 1996. El juicio comenzó en junio de 1997 y el 2 de septiembre de 1998 la Cámara Procesal I lo encontró culpable de genocidio, incitación directa y pública a cometer genocidio y crímenes de lesa humanidad. El 2 de octubre de 1998 fue sentenciado a prisión de por vida. Akayesu cumple condena a cadena perpetua en una prisión de Malí.

Theoneste Bagosora fue encontrado culpable por un tribunal de la ONU y condenado a cadena perpetua. Fue acusado de comandar las tropas y milicias hutu Interahamwe, responsables de la masacre. Además, el tribunal consideró que Bagosora fue "responsable" del asesinato de la primera ministra Agathe Uwilingiyimana y destacados miembros de la oposición, así como de diez soldados belgas.

Además, los jueces condenaron a los oficiales Aloys Ntabakuze y Anatol Nsengiyumva por su participación en el genocidio. El acusado general Gratien Kabiligi fue puesto en libertad.

El ICTR ha sentenciado a 32 personas desde 1997. El más reciente fue el famoso cantante ruandés Simon Bikindi, quien fue condenado a 15 años de prisión por haber pronunciado un discurso en junio de 1994 en el que instó a los hutus a matar a la minoría tutsi.

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