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LA PRODUCCIÓN DE LA VIDA SOCIAL Y LAS PRÁCTICAS SOCIALES


Enviado por   •  11 de Diciembre de 2012  •  Tesis  •  4.623 Palabras (19 Páginas)  •  751 Visitas

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LA PRODUCCIÓN DE LA VIDA SOCIAL Y LAS PRÁCTICAS SOCIALES

Un breve resumen de los trabajos de Castro y sus asociados nos permitirá mostrar sus

Planteamientos en relación a las causas históricas de la dominación, incluyendo la de las

Mujeres.

En tal sentido, los autores han producido las obras “Teoría de la producción de la vida social” (Castro et al. 1996) y “Teoría de las prácticas sociales” (Castro et al. 1998); ambas teorías son de carácter general sobre la sociedad misma, su estructuración y su desenvolvimiento, su historia. Se desprende que este planteamiento es similar al que hace Narotzky, en el sentido de que los estudios sobre la dominación de la mujer no son un campo de conocimiento, sino son o deben ser un enfoque teórico. Simultáneamente, los/as investigadores/as se han aproximado a la aplicación de esa teoría en la comprensión de las manifestaciones de las sociedades arqueológicas.

La teoría sobre la producción de la vida social de Castro y su grupo podría ser considerada una teoría de orden general, dinamizada, a su vez, por la teoría de las prácticas sociales.

Según la teoría de la producción de la vida social, los/as autores/as han propuesto la existencia de tres tipos de producciones: lo que denominan producción básica, la producción de objetos y la producción de mantenimiento. La primera, parte de la concepción del ”… reconocimiento de la reproducción biológica como un proceso de trabajo específico (…) es la única producción en la que la obtención de plusproducto (…) no depende en ningún caso de la mejora de los medios de producción (…) sólo el sobretrabajo de las mujeres permite un incremento de la producción de hombres y mujeres” (1998)

Uno de los aportes fundamentales en estos trabajos de Castro es el referido a sus planteamientos sobre “distancia social”. En tal sentido, señalan que en la distancia social se incluyen los factores que expresan disimetría social y diferenciación sexual como socialización de la diferencia sexual. La disimetría social “...Sinónimo de explotación económica (…) se consolida en el seno de las prácticas sociopolíticas…” (1996: 36), mientras que la diferenciación sexual “…ejercida sobre las mujeres en cuanto a su potencial reproductivo, por no ser únicamente biológica, sino que también es social (…)…implica lo noción de explotación, y se sitúa al mismo nivel de las restantes disimetrías sociales…” (1996: 36).

La explotación involucra a los sujetos sociales que configuran las condiciones objetivas de la vida social, a las mujeres y a los hombres, de manera que la diferenciación sexual se muestra como una de las dimensiones fundamentales de las relaciones sociales de producción disimétricas. Según sus proposiciones en torno a las prácticas sociales, éstas pueden pertenecer a lo que denominan “esferas relacionales”: las prácticas sociopolíticas, las prácticas socioeconómicas y las prácticas socioparentales.

Las prácticas socioparentales tienen como protagonistas a las mujeres y/o hombres unidos por lazos de consanguinidad o afinidad e incluyen “…actividades de gestación, al amamantamiento, a la realización de tareas relacionadas con el mantenimiento de la fuerza de trabajo de una comunidad y a la formación de niños y niñas en tanto que hombres y mujeres, en lo que constituye la primera socialización de la condición sexual de los sujetos sociales” (1996).

Para los/as autores/as, las prácticas socioparentales implican tanto la producción básica como la producción de mantenimiento de los individuos sociales. Definen a las mujeres como la fuerza de trabajo en la producción básica en el marco de las prácticas socioparentales, pero dicen, “…igualmente cabe la importación de la fuerza de trabajo de los hombres si no existe una división social del trabajo que aísle a las mujeres como único sujeto social en este tipo de prácticas”. (1998: 9).

Las prácticas socioparentales comprenden las actividades básicas del mantenimiento dela vida e involucran relaciones generadoras de los sujetos sociales en su condición sexual. La reproducción y mantenimiento de los sujetos sociales tienden a fragmentarse de acuerdo con relaciones de consanguinidad y afinidad.

Para los/as autores/as, las prácticas socioeconómicas consisten en aquellas actividades vinculadas con la producción de objetos sociales y con la producción de mantenimiento de los mismos. Conciben las prácticas sociopolíticas como aquéllas que, mediante acuerdos o imposiciones, están destinadas a establecer las formas políticas e ideológicas que regirán la vida social (1998: 9-10).

ALGUNOS APORTES PARA LA CREACIÓN DE UNA TEORÍA FEMINISTA.

Estudios de cualquier disciplina han partido de diversas posiciones paradigmáticas en la elaboración de sus teorías. Santa Cruz. Han planteado que no existe un feminismo unívoco, pero, dicen, los diversos feminismos coinciden en advertir “…la situación de sujeción de la mujer, las injusticias de tal situación, la voluntad de revertirla y la convicción de que es posible lograrlo” (1994).

Como bien señala di Leonardo “…en la creación de una antropología feminista existe una historia compleja de caminos iniciados y luego abandonados, nuevos comienzos, y alianzas así como fisuras entre disciplinas y entre los campos antropológicos mismos”

(1991:). La autora también apunta, que la antropología feminista “…se ha visto influida por los cambios que se han producido en la escena intelectual más amplia y también por la economía política en la cual todos vivimos” (di Leonardo 1991:1, traducción nuestra). En este sentido, es notorio cómo los movimientos feministas del siglo XX, también reflejan y son producto de esos cambios sociopolíticos.

Sintetizando los planteamientos de Narotzky en la obra mencionada, observamos que la autora centra su atención, fundamentalmente, en un intento por definir una teoría feminista, independientemente de su conexión con una disciplina particular de la ciencia social. Para ello, comienza por aseverar que las investigaciones sobre género no son un campo de estudio de la antropología social, sino un enfoque teórico que pone en cuestión ciertas prácticas de investigación, ya que la antropología del género, al tener, en sus palabras “…una dimensión epistemológica y metodológica fundamental (…) obliga a la definición de planteamientos conceptuales que afectan a toda la disciplina” (1995: 11).

Este enfoque teórico, de carácter holístico es, pensamos, uno de los aportes más importantes de Narotzky en su trabajo.

La autora define género como “…una construcción social y cultural que

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