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Octavio Paz


Enviado por   •  9 de Octubre de 2011  •  1.873 Palabras (8 Páginas)  •  1.106 Visitas

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El laberinto de la soledad

Capítulo uno.

El Pachuco y otros extremos.

La adolescencia es la etapa mas importante de nuestras vida y esto Octavio paz lo comparaba con los pueblos.

Fue por esta razón por la que distintos niveles de personas convivían y a pesar de la gran variedad de lenguas que había y era muy difícil de entender

Fue en los ángeles donde Octavio paz inicio su ensayo por la gran porción de gente mexicana que habita en ese lugar.

Son personas que se van por alguna razón pero no van con la mirada de hacerse estadunidenses. El pachuco según Octavio paz es la soledad de un mexicano la soledad es lo mas cercano al mexicano. La historia de México es la búsqueda de su origen: indigenista, hispanista, afrancesado; México, quiere volver al centro de la vida de dónde un día, en la conquista o en la independencia fue desprendido.

Capitulo dos.

Máscaras mexicanas.

El mexicano usa máscaras para proteger su intimidad, no le interesa la ajena y por lo tanto, el círculo de la soledad se vuelve a cerrar. La manera instintiva en la que consideramos peligroso a todo lo que representa lo exterior.

La mujer mexicana cuyo recato tiene que ser a toda prueba. La vanidad masculina, heredada de los indígenas y los españoles, se regodea bajo la sumisión, económica, moral y social de la mujer. “En un mundo hecho a la imagen del hombre, la mujer es sólo un reflejo de la voluntad y querer masculinos”.

Las máscaras del mexicano, sus mentiras, reflejan sus carencias, lo que fuimos y queremos ser. Sin embargo, de tantas posturas y tantas mentiras terminamos simulando lo que queremos ser, -la referencia a la obra El Gesticulador de Rodolfo Usigli no es gratuita- Ignorando nuestra condición, estamos condenados a representar una verdad ficticia, ajena a la realidad. El ejemplo que usa el autor es en verdad desconcertante: De niño, escuchó un ruido y al preguntar quién era, una sirvienta recién llegada le contestó: “No es nadie señor; soy yo”. Alguien se vuelve nadie y sin embargo, está presente siempre.

Capítulo tres.

Todos santos, día de muertos.

La contradicción forma parte del mexicano. Cualquier pretexto es bueno para interrumpir la marcha del tiempo” y las Fiestas populares, resultan el desagüe idóneo para tal efecto. Durante las Fiestas populares, desde el grito de independencia hasta el día de la raza, el mexicano se siente completo, seguro. La razón es sencilla, en ese instante, en ese presente, “el pasado y el futuro al fin se reconcilian.

En todos los rincones de México existen sus Ferias y tradiciones, aún en los más miserables.

Uno de los festejos que más llama la atención: es el día de muertos. Ya desde antes de la llegada de los españoles, los indígenas creían que la vida se continuaba con la muerte, y de hecho, la vida misma se alimentaba de la muerte. Nada más privilegiado en vida, que ser sacrificado para los Dioses. Mientras que para los cristianos la muerte es la antesala a otra vida, para los aztecas, la manera de participar fundirse con las fuerzas creadoras. Para los aztecas, ni la vida ni la muerte les pertenecía, todo era un capricho de los dioses. La religión y el destino, trazaban la vida de sus hijos.

Paz señala, “todo funciona como si la muerte no existiera”, se exalta la salud con drogas milagrosas en un siglo donde también hubo campos de concentración. Para el mexicano moderno, la muerte ha dejado de ser tránsito, ahora es su amor más permanente, su juguete favorito.

Capítulo cuatro.

Los hijos de la Malinche.

Paz abre el capítulo, con una dura crítica al capitalismo. Sistema económico o modo de producción (según Marx) donde la condición humana es rebajada hasta sus últimas consecuencias. El individuo se vuelve obrero, número de fábrica prescindible. Produce mercancía que el mismo consume. Se disuelve en la masa y entonces cobra significado. Ahora pertenece a una clase. “El mexicano no quiere o no se atreve a ser el mismo” Demasiados fantasmas lo habitan: la conquista, la colonia, la independencia, las guerras contra Francia y Estados Unidos. Sin embargo, los mexicanos tenemos una manera de exorcizar a nuestros demonios.

La Malinche, encarna al mito, nadie en México le perdona su colaboración con el invasor y también, nadie en México negaría a la Virgen de Guadalupe su lugar como madre suprema de todos los mexicanos; seres provenientes de la soledad “fondo de dónde brota la angustia y que empezó el día en que nos desprendimos del ámbito materno y caímos en un mundo extraño y hostil”.

Capítulo cinco.

Conquista y colonia.

Al llegar los españoles al nuevo continente, encontraron una civilización perfectamente estructurada: Mesoamérica. La próxima Nueva España comprendía el centro y sur del actual México y parte de Centroamérica, además, se encontraba poblada con distintas culturas peleadas entre si y con enemigo común: los últimos pobladores del Valle de México, los aztecas.

La agricultura, el uso del maíz, el juego de pelota, y los sacrificios humanos, eran rasgos característicos de todos los pobladores de Mesoamérica. Y todos también, se regían por un sistema teocrático y militar.

Al arribo de los españoles, todos los pueblos sometidos por los Aztecas, vieron una posible liberación, por ello, muchos o no oponían resistencia, o se dejaban llevar por la indiferencia. Algunos más, como los Tlaxcaltecas se aliaron incluso a Cortés. Sin embargo, Moctezuma, emperador Azteca sabia que una era cósmica estaba por terminar, para dar paso a otra más. Moctezuma recibe a Cortés con presentes, y Cortes, con un puñado de hombres, la mayoría aventureros, realizó la conquista más absurda de la historia. Ningún pueblo se habrá sentido tan desamparado como ellos. Cuauhtémoc se enfrenta al invasor, pero se enfrenta sabiendo de antemano su derrota.

Posteriormente,

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