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La escuela a muerto de E. Reimer


Enviado por   •  24 de Septiembre de 2019  •  Informes  •  53.803 Palabras (216 Páginas)  •  246 Visitas

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EVERETT REIMER

LA ESCUELA HA

MUERTO

ALTERNATIVAS EN MATERIA DE EDUCACIÓN

Breve

Biblioteca de respuestas

Barral editor

1976

Título de a la edición original:

School is dead: alternative in education

(Doubleday & Company, Inc.)

Traducción de

Ernesto Mayans

Primera edición: marzo, 1973

Segunda edición: noviembre, 1973

Tercera edición: noviembre, 1973

Cuarta edición: marzo, 1974

Quinta edición: diciembre, 1974

Sexta edición: octubre, 1976

© Everett REimer, 1970, 1971

© de los derechos en lengua castellana y de la traducción española: BARRAL EDITORES, S. A.- Barcelona, 1973

IBSN: 84-211-0202-1

Depósito Legal: B. 48771 – 1976            Printed in Spain

LA ESCUELA HA MUERTO

ALTERNATIVAS EN MATERIAL DE EDUCACIÓN

Mi abuela quiso que yo tuviera una educación;

Por eso no me mandó a la escuela.

             MARGARET MEAD.

Prefacio.

Este libro es el fruto de una conversación con Iván Illich continuada a lo largo de quince años. Hemos hablado de una infinidad de cosas, pero de manera especial acerca de la educación y la escuela, y, consiguientemente, acerca de alternativas a las escuelas.

Illich y yo nos conocimos en Puerto Rico, adonde llegue en 1954 como secretario del Comité de Recursos Humanos del gobierno de las Commonwealtb, con el encargado de evaluar las necesidades de la isla referentes a la mano de obra y de recomendar un programa educativo para hacerles frente. Por entonces Puerto Rico se hallaba en el curso d una rápida industrialización y mis cálculos demostraban que, para satisfacer las necesidades de mano de obra de la economía según habían sido estimadas, las tasas de deserción tendrían que declinar a lo largo de todo el sistema escolar. Se hizo todo lo posible para reducir dichas tasas, y prácticamente declinaron durante un tiempo, pero muy pronto se puso de manifiesto que la declinación había tenido lugar a expensas de los estándares de cada nivel y que, por lo tanto, no tenía sentido.

Illich llego a Puerto Rico en 1956, a petición del desaparecido Cardenal Spellman, con el objeto de organizar un programa de entrenamiento para los sacerdotes neoyorquinos de parroquias inundadas de inmigrantes puertorriqueños. Muy pronto encontramos intereses comunes y muchos paralelos entre los problemas de la iglesia y los de la escuela. En 1960, illich abandono Puerto Rico y se fue a Mexico[1] uniéndome yo al poco tiempo de Alianza para el progreso. Comenzamos a estudiar los problemas de la educación hispanoamericana casi al mismo tiempo, resultando que estos eran similares a los problemas en Puerto Rico, salvo que a una escala inmensamente mayor; muy pronto caímos ambos en la cuenta de que los países de América Hispana no podrían, durante muchos años, costear escuelas para todos los niños. Al mismo tiempo, la educación  parcia ser la necesidad básica de estos países; y eso también lo veían sus líderes y partidos políticos. En 1968 comenzamos un estudio sistemático de dicho dilema y de sus posibles soluciones.

Nuestro análisis de las escuelas abarco muy pronto otras instituciones y la estructura de la sociedad a la que las escuelas están al servicio. Al principio pesamos que la escuela era una institución rezagada en una sociedad tecnológica de una eficacia creciente.  Más tarde pudimos ver en las escuelas el respaldo indispensable para una sociedad tecnológica que no es viable en sí misma. La manera más sencilla de exponer las contradicciones de esa sociedad es indicar que promete un progreso ilimitado a un número ilimitado de personas. El absurdo de tal pretensión se refleja en el reconocimiento de la necesidad del control de natalidad, pero el propio control de natalidad depende de en última instancia del progreso. Las mujeres tiene menos hijos si han asistido a la escuela durante un mínimo de cuatro años, pero para cuando los niños puedan ser mantenidos en la escuela el tiempo suficiente como para que ellos tenga un impacto significativo en las tasas de natalidad, la población mundial se habrá triplicado; y ello incluso empleando estimaciones conservadoras. Si las modernas técnicas médicas estuvieran al alcance de todos, la tasa de incremento demográfico se duplicaría o triplicaría. Nosotros retenemos espacio para respirar, dejando que los críos pobres mueran a una proporción diez veces mayor que la de los niños privilegiados Durante la década pasada, la tasa real de mejoramiento de los estándares de vida entre los pueblos subprivilegiados del mundo ha sido escasamente mayor que la tasa de crecimiento demográfico. Sobre una base per cápita los individuos se han beneficiados marginalmente en todo caso.

Parte del problema radica en la ineficacia de las instituciones modernas, incluidas las escuelas. La mayor parte se basa en la naturaleza ilimitada de la promesa de progreso. Tal como está organizado el mundo, el estándar de vida de la India puede aumentar considerablemente solo si aumenta también el estándar de vida en Estados Unidos. Debido a sus efectos sobre la demanda de exportaciones hindúes y sobre el suministro de capital estadounidense al extranjero, un estancamiento de la economía estadounidense tiende a comprimir el crecimiento económico hindú. Empero, lo que en Estados Unidos es un aumento natural del ingreso promedio, para el hindú es el doble de su ingreso total. La subida de los estándares mundiales de consumo hasta alcanzar los niveles estadounidenses multiplicaría cincuenta veces el uso de combustible orgánicos, cien veces el del hierro y más de doscientas el de otros metales. Pero para cuando se alcanzan esos niveles, los del consumo estadounidenses se habrían triplicado nuevamente lo mismo que la población mundial. Tales proyectos conducen a resultados tan absurdos como las premisas de las que parten. No puede haber un progreso sin fin sin embargo, eso es lo que prometen las instituciones modernas. Esa es la promesa que ha promovido el crecimiento de las escuelas y otras instituciones modernas, y que a su vez propagan dichas instituciones. Las escuelas producen los sujetos de un mundo en que reina la tecnología.

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