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Laberinto De La Soledad


Enviado por   •  31 de Agosto de 2014  •  1.482 Palabras (6 Páginas)  •  273 Visitas

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INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL

Escuela Superior de Comercio y Administración

Comportamiento del consumidor

Fuentes Castillo Sergio Luis

Ensayo del libro “El Laberinto de la Soledad”

Avila Morales Lizeth Ana Canny

Fecha de Entrega: 25 de agosto de 2014

2RM6

INTRODUCCIÓN

Muchos escritores y críticos de todo tipo opinan que la obra de Octavio Paz, fue la mayor aportación de las letras mexicanas del siglo pasado. Es una obra extensa de mucho interés, que te va envolviendo conforme van pasando los capítulos.

Nos lleva de la mano por el camino de la reflexión y la pregunta, del amor y la duda, de la vida y la muerte. “El Laberinto de la Soledad”, es un estudio del mexicano, no del criollo ni el mestizo, no del indígena, ni el descendiente de padres o abuelos extranjeros, no del chilango o el pipope, tampoco del jarocho ni del norteño: sino de todos ellos y muchos más.

El libro contiene ocho capítulos en los cuales recorre la historia de México. Sus momentos simbólicos y dramáticos. A continuación el desarrollo de este ensayo.

DESARROLLO

El escritor Octavio Paz reflejó al mexicano en su libro “El laberinto de la soledad”, tal vez, sin pensar que medio siglo después, éste, seguiría siendo el mismo.

En el libro se define al mexicano como una persona que niega su pasado, Paz lo plasma como una persona sin identidad, una persona que usa distintas máscaras para afrontar su realidad, así como su “doble moral” hacia la mujer.

El machismo sigue vigente. En muchas partes del país se ve a la mujer como un objeto, como un ser inferior al hombre, siendo este uno de los grandes problemas de la sociedad. La Madre, es muy “especial” para el mexicano, podrán maltratar, gritar e incluso golpear a una mujer, pero jamás meterse con las madres, pues es algo que “calienta” al mexicano. Por su madre son capaces de casi cualquier cosa, es por ello que al recibir una mentada cualquiera reacciona de manera agresiva.

Pese a todas las trabas que existen, la mujer ha ido ganando terreno en el campo laboral y ha conseguido que se le reconozcan sus derechos en la sociedad, pero no ha podido erradicar el machismo, puesto que si hablamos de él tendríamos que remontarnos a varios siglos atrás.

Hablamos de doble moral por el hecho de sobajar a la mujer pero a su vez tenerla como “símbolo nacional”, representada en la Virgen de Guadalupe. Hablamos de máscaras que usan los mexicanos para mantener cualquier tipo de relaciones, ya sean: laborales, en pareja, familiares, escolares, sociales, políticas, económicas, en fin, para todo existe una máscara que se debe presentar.

Y decimos “se debe” porque es, ya, una obligación hacerlo, de lo contrario los demás nos tacharían como “hipócritas”, “mal educados”, “convenencieros”, siendo que, al contrario, mostrando esas máscaras podemos ser 3 veces más “hipócritas” que si sólo nos comportáramos como lo hacemos normalmente.

Pero esto casi nunca es posible debido a que ni siquiera nosotros mismos sabemos quiénes somos, nos la pasamos negando nuestras raíces, si alguien nos dice que venimos de pueblo, inmediatamente lo tomamos como ofensa. Debemos recordar que nuestros antepasados vivían en pueblos e hicieron grandes cosas en distintas disciplinas, no siempre fuimos hijos de “Coca-Cola”, “Apple” o cualquier empresa mundial.

Cuando una persona niega su pasado, está negando su historia, y por eso no reconoce el lugar del que viene y jamás sabrá a dónde va, esto mismo pasa con el mexicano, seguir negando su cultura, sus raíces, no lo llevará al lugar que busca, no podrá llegar a ser un “americano de primer mundo”; y no por que no quiera llegar a serlo sino porque las condiciones sociales no se lo permitirán.

Vivimos en la constante contradicción: “me representa la comida mexicana pero amo comer en McDonald’s, el típico “sí pero no”, tal vez sea por el hecho de que al mexicano no le gusta “rajarse”, no puede acobardarse pues se perdería su hombría. Esto nos lleva de nuevo al hecho de usar máscaras, nos quitamos una para ponernos otra, decimos una cosa y si no nos gusta decimos otra.

Paz nos dice que así éramos hace 50 años, así somos y así, tal vez, seguiremos siendo si las cosas no cambian, necesitamos encontrar una identidad, algo que verdaderamente nos represente, necesitamos quitarnos las máscaras y reconocer ese rostro que se oculta tras ellas, ese que al parecer, muchos hemos olvidado.

Seguir el estereotipo extranjero nos irá llevando por

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