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Método interactivo de lectura para edades tempranas


Enviado por   •  20 de Mayo de 2012  •  Monografías  •  1.533 Palabras (7 Páginas)  •  598 Visitas

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MÉTODO INTERACTIVO DE LECTURA PARA EDADES TEMPRANAS

1. Sobre la importancia de la lectura.

2. La increíble historia de Tommy.

3. ¿Pueden los niños pequeños aprender a leer?

4. Este Método de Lectura aplicado a la escuela es eficaz.

5. Principios y fundamentación del método.

6. Cómo enseñar a leer a tu alumno o a tu hijo.

7. El procedimiento.

8. Bibliografía.

9. Agradecimientos.

1. Sobre la importancia de la lectura.

LEER es una de las funciones más elevadas del cerebro humano. Es además una de las funciones más importantes de la vida, dado que prácticamente todo aprendizaje se basa en la habilidad para leer.

Leer bien ha sido y será siempre garantía de éxito en los estudios y en la vida de cualquier persona. La lectura eficaz es la plataforma imprescindible en la que se apoya el éxito de las personas y una excelente vacuna contra el aburrimiento.

Existe la queja generalizada de maestros y profesores de que los estudiantes entienden poco de lo que leen. Creemos que la introducción del método de lectura de Glenn Doman en edades tempranas favorecerá extraordinariamente la renovación de esta vital actividad pedagógica.

2. La increíble historia de Tommy.

Del libro: "Cómo enseñar a leer a su bebé". Glenn Doman

Tommy era el cuarto niño de la familia Lunsky. Los padres no habían tenido una gran educación y habían trabajado mucho para mantener a sus tres hijos normales. En la época en la que Tommy nació, el señor Lunsky tenía su propio bar y les iba mejor.

Sin embargo, Tommy nació con daño cerebral severo. Cuando tenía dos años lo admitieron para hacerle un examen neurológico en un buen hospital en Nueva Jersey. El día en que dieron el alta a Tommy, el jefe de neurocirugía tuvo una conversación sincera con el señor y la señora Lunsky. El doctor les explicó que los estudios mostraban que Tommy era un niño que únicamente tenía vida vegetativa, que nunca caminaría o hablaría y que, por consiguiente, debería ser ingresado en una institución de por vida.

Toda la determinación polaca del señor Lunski reforzó la testarudez norteamericana cuando puso de pie su gran cuerpo, se ajustó su gran cinturón y dijo: «Doctor, está usted completamente confundido. Se trata de nuestro hijo». Los Lunski se pasaron muchos meses buscando a alguien que les dijera que eso no tenía que ser necesariamente así. Todas las respuestas fueron iguales.

Cuando Tommy cumplió tres años, ya habían encontrado al doctor Eugene Spizt, jefe de Neurocirugía del Hospital Infantil de Filadelfia.

Después de hacer minuciosos estudios neuroquirúrgicos, el doctor Spitz les dijo a sus padres que aunque Tommy tenía un daño cerebral severo, quizá se pudiera hacer algo por él en un grupo de instituciones en una zona de las afueras llamada Chesnut Hill.

Tommy llegó a los Institutos para el Logro del Potencial Humano cuando tenía tres años y dos semanas. No podía hablar ni moverse. Su lesión cerebral y los problemas resultantes fueron evaluados en los Institutos. Se le prescribió un tratamiento que reprodujera la pauta de desarrollo de crecimiento normal en niños sanos. Se formó a los padres en cómo llevar a cabo este programa en casa y se les dijo que si lo cumplían escrupulosamente Tommy mejoraría mucho. Debían regresar en sesenta días para una reevaluación y, si Tommy mejoraba, para una revisión del programa.

No había duda que los Lunski seguirían el programa estricto. Lo siguieron religiosamente.

Cuando regresaron para la segunda visita, Tommy podía gatear.

Ahora los Lunski abordaban el problema con la energía que da el éxito. Estaban tan decididos que cuando su coche se estropeó de camino a Filadelfia para la tercera visita, sencillamente se compraron un coche de segunda mano para atender la cita. No se podían resistir a contarnos que Tommy podía decir ya sus dos primeras palabras, «Papi» y «Mami». Tommy tenía ahora tres años y medio y podía gatear con las manos y las rodillas. Entonces su madre probó algo que sólo una madre intentaría con un niño como Tommy. De la misma manera que un padre compra un balón de fútbol para su hijito, la madre compró un libro con el abecedario para su hijo de tres años y medio con lesión cerebral severa que sólo decía dos palabras. Tommy, decía ella, era un niño muy brillante, independientemente de que pudiera

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