Reseña - Te Doy Mis Ojos

¿Amor o posesión?

La película “Te doy mis ojos” aborda el tema de la violencia doméstica, que muchas veces no es lo que se da a conocer en las noticias y reportajes sobre la misma. Esta película permite a la audiencia conocer y analizar la psicología del abusador, ver cómo se siente, por qué hace lo que hace, como se arrepiente, pero también como pierde el control, de no pensar en el momento de reaccionar, y las consecuencias que tiene tanto en la vida de la mujer abusada como en la del mismo violador.

No busca justificar las acciones del violador, sino que da una perspectiva más amplia y completa para los que se preguntan por qué una mujer sigue con un hombre que la maltrata. La respuesta que propone la directora Icíar Bollaín es que dicha mujer continúa esperando que el hombre cambie.

Durante la película vemos sufrir a Pilar una y otra vez, aunque hay momentos en los que las cosas parecen mejorar, la audiencia anticipa que todo empeorará nuevamente, pero eso no es lo que Pilar espera y tampoco Antonio, en cierto modo. La violencia a la que es sometida a lo largo de toda la película no es precisamente física sino mental y emocional, que la mantiene en una constante preocupación por Antonio, qué es lo que va a hacer cuando regrese, no sabe si cuando viene es realmente para reconciliarse y arrepentirse o si es parte del mismo ciclo violento al que se enfrenta cada día.

Presenta uno de los muchos casos de violencia contra la mujer que hay en un mundo donde lo que significa ser hombre, debe caber con ciertos estándares, y el papel de la mujer, tiene su lugar dentro de la sociedad, aunque con menos importancia que un hombre. Por su propia inseguridad, Antonio odia que su mujer trabaje, y al final intenta privarla de este derecho, tratándola como una posesión que puede dominar absolutamente.

Cuando Pilar quiere hacer otras cosas, ser más autónoma, Antonio se siente inferior y tiene miedo de que ella acabe encontrando a otro hombre que le ofrezca otras cosas que él no puede. Ante esta situación, reacciona tratando de controlarla y de evitar que desarrolle sus capacidades, y empieza a humillarla, ridiculizarla, aislarla. Su miedo e inseguridad le llevan a reforzar su idea de que Pilar es su posesión y actúa con la intención de dominarla absolutamente. El problema de Antonio, y de muchas personas dentro de nuestra sociedad, es que está confundiendo amor con posesión y poder. Esta situación se presenta con muchas parejas, donde el amor pasa al control y a deja de tener en cuenta el derecho a una vida digna que tiene la otra persona, aunque dentro de nuestro contexto eso a veces se define como “querer”.

Por lo tanto, encontramos que el hombre, sin justificar ni disculpar sus acciones, también sufre la misma construcción tradicional de lo que es ser hombre. Es en este punto donde Bollaín hace reflexionar al público sobre lo que significa ser hombre y ser

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