INVERTIR O GASTAR

La vida está plagada de opciones, y en especial aquellas relacionadas con el número tres. Veamos, en el futbol tenemos la opción ganar, empatar o perder. En el cine tenemos películas con títulos como el bueno, el malo y el feo. Cuando conducimos podemos elegir entre girar a la izquierda, a la derecha o mantener el mismo carril. Son solo ejemplos. Sin embargo, la sociedad de consumo en la cual estamos inmersos ofrece una serie de variantes acerca de las actividades que podemos realizar con nuestro dinero, y aquí también observamos que las posibilidades, pueden ser tres: Gastar, ahorrar o invertir.

El amplio abanico de posibilidades que ofrece el mercado es una invitación a introducir nuestro dinero en el circuito, porque es nuestro, pero también de otros. Para que se entienda, cuando realizamos un depósito a plazo fijo, ese dinero es nuestro, pero a la vez es del banco, y al mismo tiempo le corresponde a quien la entidad decida prestárselo. Es propio, pero ajeno a la vez. A pesar de que el sistema defiende la propiedad privada, en la práctica no se cumple.

Ahora, en medio de la crisis que a diario nos sorprende, todos empezamos a cuestionarnos y a acrecentar de forma mas profunda, el valor de nuestro dinero. Al fin de cuentas, y si bien se trata de un mero papel, la cuantía no solo está marcada por el numero impreso en la divisa, sino que conlleva un plus, nuestro sacrificio y esfuerzo para conseguirlo. Por eso, y más en estos días donde el dinero es lo que falta, debemos pensar de forma responsable el destino de tanto sacrificio, porque debemos saber que la decisión que tomemos puede poner en juego no solo nuestro presente, sino también nuestro futuro.

Por lo tanto, para darle curso a nuestro dinero tenemos tres opciones: gastarlo, ahorrarlo o invertirlo. Analicemos cada una de las posibilidades.

Gastar

Es posible que no exista mayor placer (me refiero aquello que no tiene que ver con los sentimientos) que gastar dinero. Esa acción compulsiva de satisfacer nuestros deseos consumistas utilizando tarjetas de crédito, efectivo o “a cuenta” es una de las opciones más fáciles, pero conlleva un riesgo enorme. Las compras pueden aplicarse a un slogan viejo, pero real “pan para hoy, hambre para mañana”.Puede ser que el disfrute actual se transforme en un dolor de cabeza a futuro, porque si decidimos vivir “al día” sin ahorros es probable que nuestras expectativas a largo plazo sean nulas y nuestras probabilidades de crecimiento se reduzcan.

También es cierto que la vida está hecha para ser vivida y que los gustos debemos dárnoslos mientras podamos, pero de manera responsable porque la tendencia al gasto continuo no solo nos encontrará a finales de mes sin un centavo, sino que además elevará las posibilidad de endeudarnos.

Ahorrar

Es una de las opciones más recomendables,

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