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APRENDER A LEER


Enviado por   •  8 de Enero de 2013  •  1.862 Palabras (8 Páginas)  •  608 Visitas

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Introducción

Aprender a leer, parece que está de moda. Todos parecen estar muy preocupados porque los alumnos aprendan a leer y porque las personas lean más. La cantidad de libros que una

persona lee, por ejemplo cada año, parece ser una medida válida para determinar su nivel

cultural, su capacidad de aprendizaje, y hasta, su estilo de vida.

Las familias que tienen hijos en los primeros años de la escuela y los docentes que trabajan en este nivel escolar regularmente se preocupan por el tiempo que les lleva a los niños aprender a leer. Pareciera, entonces, que aprender a leer es algo que sucede en un tiempo breve y claramente delimitado. Sin embargo, los conocimientos y las habilidades que permiten leer en un sentido completo, es decir, comprender los textos para usar la información que éstos ofrecen, para dar sentido a las ideas que en ellos se plasman, imaginando, sintiendo o entendiendo los mensajes, los vamos construyendo progresivamente durante gran parte de nuestra vida.

¿Qué tipo de lectores hay?

A partir de estas formas de enseñanza muchos alumnos, a quienes llamaremos lectores

frustrados, se quedan en el umbral de la lectura y la escritura. Realizan las actividades

escolares con poco interés y gran esfuerzo, sin lograr obtener de ellas un sentido, pues apenas si logran sonorizar los textos, que no leerlos, o graficar las letras, que no escribir. Mientras tanto, las demandas escolares van en aumento, la necesidad de realizar lecturas y de escribir (o al menos copiar) fluidamente van creciendo y los chicos y chicas que no alcanzaron pasar el umbral, terminarán frustrándose y fracasando en la escuela o desertando de ella.

Otros más, que llamaremos lectores incipientes, logran traspasar el umbral entre decodificar y leer-escribir con alguna fluidez. Pueden leer textos sencillos, su comprensión suele limitarse a recordar algunos datos y en cuanto a la escritura, más bien copian, o bien, con el uso de las tecnologías (computadoras), cortan y pegan. Quienes alcanzan este nivel, prácticamente leen y escriben para satisfacer demandas escolares y necesidades básicas de información o comunicación interpersonal (leer o escribir recados, buscar información en una guía o directorio, llevar una agenda o directorio personal, etc.). Los lectores incipientes rara vez leen por iniciativa propia o para la recreación, y por supuesto, escriben sólo cuando les es indispensable. En la actualidad, muchos lectores incipientes logran, con buen éxito, utilizar la tecnología para intercambiar mensajes (chat, mensajes por celular) con propósitos de socialización. Le sorprendería saber que las preparatorias y universidades cuentan entre sus estudiantes con muchos más lectores incipientes de lo que les gustaría reconocer, y en muchos casos, les otorgan certificados terminales de estudios.

Los lectores ávidos o personas lectoras son escasos y generalmente consiguen hacerse lectores y, a veces escritores, fuera de la escuela (generalmente, aprovechando las buenas prácticas de sus familias), o al menos, fuera de la escuela básica. Los lectores ávidos pueden entender una gran variedad de textos, logran hacer conexiones entre los textos que leen, pueden aprovechar la información que leen, se les facilita aprender por cuenta propia, juzgan con cierta precisión la calidad de lo que leen, pueden disfrutar de la lectura recreativa y de hecho la ejercitan de manera cotidiana. Si escriben, lo hacen para múltiples propósitos, no sólo para cuestiones laborales o escolares. Incluso pueden hacer escritos originales y creativos, aunque no necesariamente literarios.

Finalmente, estarían los lectoresescritores profesionales cuyas habilidades de lectura -escritura se derivan de su entrenamiento profesional u ocupacional. A este grupo también se le

conoce como los intelectuales. Le sorprendería saber que entre ellos hay algunas personas que dejaron la escuela en edades tempranas, no concluyeron una carrera universitaria o que simplemente aprendieron por cuenta propia.

En los grupos donde se enseña con medios verbales también suele privilegiarse el aprendizaje

de la lectura y la escritura por lo que se promueve el uso de libros desde temprana edad. Estas

familias, a las que llamaremos centradas en el lenguaje (CL), exponen a sus hijas e hijos a

diversos actos de lectura y escritura, les compran material impreso y material para dibujar, les

leen cuentos, ven libros con ellos, platican mientras ven folletos o carteles. Estas actividades,

las realizan de manera natural, en forma de juego, como parte de la convivencia, con lo que

dan mensajes positivos y funcionalidad a lo que se aprende en la escuela. En pocas palabras,

hay una gran cercanía entre lo que se aprende en la escuela y lo que se usa en la casa.

En contraste, las familias con baja escolaridad o de culturas no occidentalizadas, centran su

atención en la acción, más que en las explicaciones verbales y en la lectura y la escritura. Las

familias centradas en la acción (CA) también se interesan porque sus hijos aprendan y

vayan a la escuela; sin embargo, no han incorporado la enseñanza verbal, la lectura y la

escritura a su vida cotidiana y no la inculcan en forma natural a sus hijos e hijas. Cuando tratan

de practicar el lenguaje, la lectura y la escritura lo hacen empleando las rutinas que

aprendieron en la escuela: pidiendo a sus hijos/as que repitan palabras, haciendo planas de

bolitas y palitos, pidiéndoles que escriban bonito, que iluminen sin salirse de la raya, que

copien, que tomen dictado, que se queden callados mientras oyen un cuento, que

nombren (sin más comentario) los objetos de un folleto, libro, etc. (Romero Contreras,

2005). Esto se debe a que su experiencia escolar es limitada (regularmente sólo de algunos

años de educación básica) y a que ellos mismos (los adultos) no usan la lectura y la escritura en su vida cotidiana,

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