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FUNDAMENTOS ESENCIALES DEL ENFOQUE HUMANISTA Y TRANSPERSONAL


Enviado por   •  19 de Septiembre de 2011  •  2.275 Palabras (10 Páginas)  •  1.970 Visitas

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FUNDAMENTOS ESENCIALES

DEL ENFOQUE HUMANISTA Y TRANSPERSONAL

Alejandro Celis H.

Como movimiento cultural, el Humanismo antecede en muchísimos años a la aparición de la psicología y es mucho más amplio que ésta. La ciencia psicológica que conocemos como tal surge originalmente ligada a la Filosofía, y es una de las diferentes expresiones del espíritu humanista propio del Renacimiento. Por su parte, la Psicología Humanista -que es conocida también bajo otros nombres, como por ejemplo, Tercera Fuerza o Movimiento del Potencial Humano, entre otros- emerge mucho tiempo después. Sus inicios se encuentran en los Estados Unidos, en la época posterior a la Segunda Guerra Mundial. Por entonces, surge un movimiento fundamentalmente académico de discrepancia con los postulados del psicoanálisis y el conductismo. Más tarde, a partir de los años 60, el movimiento toma auge y alcanza los ámbitos de la psicoterapia, el cambio personal y las búsquedas religiosas o de autodesarrollo. Así, la Tercera Fuerza forma parte de un movimiento de contracultura mucho más amplio que buscaba romper con lo establecido, rebelándose contra el conformismo y el materialismo que caracterizó a la generación que padeció la Gran Depresión.

Los movimientos y terapias que se inscriben dentro de la Psicología Humanista quedan representados por una gran cantidad de personas con posturas, lenguaje e incluso técnicas diferentes, siendo difícil plantear un modelo teórico único en sus bases. Lo que los autores del movimiento Humanista comparten es un concepto del ser humano y su desarrollo, una cierta forma de concebir y practicar la psicoterapia y una fuerte crítica hacia las teorías psicológicas imperantes al momento de su gestación (Chacón y Winkler,1991; Kalawski, 1992).

Detrás de la variedad de nombres que tomó la psicoterapia humanista está la certeza de que los nombres son limitados para describir su espíritu. A pesar de esta multiplicidad, la psicoterapia humanista es una realidad coherente, aún cuando es importante considerar que parte del espíritu humanista es la resistencia a las definiciones estrictamente lógico-racionales.

INICIOS

Con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, cuando el psicoanálisis gobernaba sin ningún contrapeso las prácticas en psicoterapia y el conductismo era el rey indiscutido de la psicología académica, surge -liderada en su ordenamiento teórico por Abraham Maslow- la psicología Humanista. Al considerársela en sucesión al Psicoanálisis y al Conductismo es por lo cual también se la denomina Tercera Fuerza.

En lo académico, la psicología Humanista comienza a salir a la luz como tal alrededor de los años 50, con conocidos autores como Carl Rogers, Fritz Perls, Víktor Frankl, Rollo May, Aldous Huxley, Alan Watts y el ya mencionado Maslow. Ya en esos años, ciertos psicoanalistas -llamados "culturalistas"- habían empezado a disentir del tronco más ortodoxo del psicoanálisis. Entre estos autores se contaban Sullivan, Karen Horney y Erich Fromm (Suzuki, D.T. y Fromm, E, 1964). Las rupturas con el psicoanálisis se habían iniciado con Carl G. Jung, Alfred Adler, Víktor Frankl y, posteriormente, Wilhelm Reich, precursor de las actuales terapias corporales. Adler es de los primeros autores que enfatizan las variables sociales y también la dimensión de lo consciente. En cuanto a Jung, es considerado por la psicología transpersonal como uno de sus primeros representantes -junto con Víktor Frankl-: su interés por lo trascendente es anterior al surgimiento del movimiento transpersonal, y fue una de las causas principales de su rompimiento con Freud.

A partir de los años 60, en los principales paises de Occidente comienza a observarse un fenómeno socio-cultural que adquiere expresión en las artes, la educación, la filosofía, la política y la psicología. Es la época del amor libre, de cambios en la relación hombre-mujer, del rechazo de los jóvenes a participar en la guerra de Vietnam, de protestas estudiantiles, de reformas educacionales, en fin (Celis, A., 1990). Se vive, en Estados Unidos y algunos países de Europa, un ambiente de búsqueda, de idealismo y revolución, que pretende restaurar el espíritu humanista del Renacimiento al poner al hombre como centro de la preocupación humana.

Los acontecimientos desencadenados en la década de los sesenta son captados y se manifiestan en forma importante en la psicología y en la psicoterapia. La psicoterapia Humanista surge como una verdadera revolución que responde al pulso cultural de la época, y recoge las semillas plantadas en la década anterior. Su auge se manifiesta principalmente en los Estados Unidos, y desde allí se difunde progresivamente a otros paises occidentales. El Movimiento del Potencial Humano desborda, de muchas formas, los límites que hasta entonces demarcaban el quehacer en psicoterapia.

En primer término, como decíamos al comienzo de este artículo, sus propuestas se basan en un concepto diferente del hombre. El postulado humanista afirma que dentro de cada persona está contenida la sabiduría necesaria para alcanzar un estado de salud óptima; que todo ser humano tiene, dentro de sí, la capacidad de saber lo que necesita para activar y realizar su potencial. Es lo que Rogers llamó valoración organísmica (Rogers, C.R., 1964), una capacidad que tiene el organismo -la totalidad del ser humano: mente, cuerpo, emociones, espíritu-, como un todo, de “valorar” cada experiencia como enriquecedora o no enriquecedora para sí, en ese momento particular. Este reconocido autor rompe con el autoritarismo que es herencia del modelo médico y que regía hasta entonces la relación paciente-terapeuta. Encontramos huellas de este revolucionario planteamiento en el campo de la educación, en el currículum conocido como educación personalizada, en la moderna psicología laboral, en el entrenamiento en relaciones humanas, etcétera. Con el correr del tiempo, éste será uno de los principios que caracterizará más nítidamente al enfoque humanista en psicoterapia. Los terapeutas se concebirán a sí mismos como compañeros o "catalizadores" del proceso que está ocurriendo en sus pacientes, en lugar de sus causantes.

En concordancia con el supuesto de la sabiduría organísmica, los teóricos se abocan a la tarea de descubrir los mecanismos mediante los cuales el potencial o sabiduría interna ha quedado alienada y, consecuentemente, la forma a través de la cual el contacto pueda restablecerse. Este potencial, al ser descubierto y activado, es lo que permitiría que las personas alcancen una calidad

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