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Hiperactividad


Enviado por   •  30 de Marzo de 2013  •  2.189 Palabras (9 Páginas)  •  516 Visitas

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El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) es un trastorno de inicio en la infancia, que presenta un patrón persistente de conductas de desatención, exceso de actividad y dificultad de controlar los impulsos o impulsividad. Es uno de los trastornos mas estudiados en psicopatológica infantil, como lo demuestran los miles de artículos publicados sobre el tema. Sin embargo, pese al interés suscitado existen discrepancias tanto en la terminología utilizada para referirse al trastorno, como respecto a su etiología, al diagnostico diferencial y a los diferentes tratamientos (García y Lorente, 1997). El estudio de este trastorno refleja la misma tendencia que han seguido otros problemas de la infancia. Se partió inicialmente de un enfoque medico. Aparecen posteriormente aproximaciones conductuales, cognitivas, sociales y evolutivas que han enriquecido la comprensión de este polifacético problema.

A lo largo de la historia se pueden encontrar diferentes referencias a lo que hoy denominamos TDAH. En el año 493 A.c. el medico griego Hipócrates describía pacientes que “anticipaban sus respuestas a los estímulos sensoriales, con poca tenacidad ya que su alma se movía rápidamente al siguiente estimulo”. Hipócrates atribuía esta condición a una “preponderancia del fuego sobre el agua”. En 1623, Shakespeare también hizo referencia a una “enfermedad atencional”, en su obra “King Henry VIII”. Asi mismo, el psiquiatra alemán Heinrich Hoffmann escribio un libro de poemas para niños en 1844 sobre niños y sus conductas “indeseables” o lo que es lo mismo con TDAH. Mas tarde, (Clouston,1892) hablaba de la sobreactividad y la inquietud como los rasgos caracteristicos. En 1897 Bourneville describía a estos niños como muy activos e inquietos, llamándolos “niños inestables”, termino que acuño ( Heuyer, 1914) en su tratado sobre “Niños Anormales y Delincuentes Juveniles” los diferentes estudios que han descrito el TDAH a lo largo del siglo pasado.

Still fue el primero en describir sistemáticamente las características del síndrome en el año 1902 (Barkley, 1982) para referirse a “fallos en el control moral” que no obedecían a deficiencias intelectuales. El autor, analizando detalladamente 20 historias clínicas de niños que presentaban problemas de conducta, realizo una descripción precisa de las características que presentaban estos niños describiéndolos como: violentos, revoltosos, inquietos, molestos, destructivos, incapaces de prestar atención y con una reducida sensibilidad a los castigos, con fracaso escolar, labilidad emocional y elevada frecuencia de anomalías físicas sin importancia. Still señalo que a pesar de que este trastorno podía desarrollarse como respuesta a una enfermedad neurológica, muchos casos no presentaban una etiología de tal naturaleza sino posiblemente genética, que afectaba a una cualidad básicamente humana que denomino “control moral” (Still 1902).

(Tredgold,1908), así mismo, describió en su libro “Mental Deficiency” a niños con problemas de conducta, a los que clasificaba como niños con deficiencias mentales ya que no podían beneficiarse de la enseñanza ordinaria, aunque si lo hacían si se les prestaba una atención individualizada. Tredgold habla también de daño cerebral en el área de lo que el denominaba “sentido moral”, lo que a su juicio se transmitía de generación en generación.

El enfoque dominante en toda la primera mitad de ese siglo (Ebaugh, 1923; Hohman, 1922; Kahn y Cohen, 1934; Streker y Ebaugh, 1924) consideraba que el TDAH estaba causado por una alteración neurológica debida a algún tipo de lesión cerebral. (Strauss y Lethinen 1947), por ejemplo, en su “Síndrome Strauss” interpretaron el TDAH como consecuencia de una lesión exógena que incluía síntomas como impulsividad, labilidad emocional, inatención así como dificultades perceptivas. Sin embargo, la mayor aportación de estos autores fue la relativa al tratamiento de estos niños. (Strauss y Kephart 1955) proponían eliminar al máximo los estímulos distractores del ambiente y desarrollar un curriculum académico individual.

(Bender 1956) capto la perspectiva dominante en el primer tercio del siglo XX en la conceptualización del TDAH. Esta autora, revisando la historia del Servicio de Psiquiatría Infantil del Hospital Bellevue de New York, subrayo que en 1930 se asumía que la mayoría de los niños de este hospital de psiquiatría, estaban perturbados a causa de algún tipo de “daño cerebral”.

Durante este primer periodo, la descripción mas sistemática del TDAH fue la realizada por el psiquiatra infantil Laufer y el neuropediatra Denhoff (1957), quienes describieron el trastorno como un defecto en el diencefalo caracterizado por una “sensibilidad inadecuada del sistema nervioso central a los estímulos que constantemente se emiten desde los receptores periféricos y desde las vísceras”. Consideraban que los síntomas principales del trastorno eran periodos cortos de atención, escasa concentración, impulsividad e incapacidad de demorar las gratificaciones, a lo que había que añadir problemas escolares.

A partir de los años sesenta, la dificultad para comprobar la existencia de daño neurológico como factor causal del TDAH, provoca un cambio en la consideración de este trastorno. Comienzan a aparecer planteamientos distintos de las comunidades medica y educativa, que siguen manteniéndose en buena medida en la actualidad. De esta forma, desde la medicina, se sustituye la interpretación del TDAH como un trastorno del comportamiento resultante de un daño cerebral por el concepto de “disfunción cerebral minima”. Este nuevo abordaje era mas aceptable ya que los resultados de diferentes estudios señalaban que los niños con daño cerebral eran mas infantiles, negativistas y compulsivos que los normales, pero no mas activos ni mas agresivos (Erhardt y cols., 1963), hallazgos que entraban en contradicción con la hipótesis de la lesión cerebral.

(Clements 1966) definió la “disfunción cerebral minima” como un trastorno de conducta y del aprendizaje que experimentan niños con una inteligencia normal y que aparece asociado con disfunciones del sistema nervioso central. Las manifestaciones de este trastorno incluían: hiperactividad, desajustes perceptivo-motores, inestabilidad emocional, deficiencias de atención y de coordinación general, impulsividad, trastornos de audición, del habla, deficiencias de memoria y de pensamiento, signos neurológicos menores y/o irregularidades electroencefalográficas y dificultades especificas en el aprendizaje. Bajo la etiqueta de disfunción cerebral minima, por tanto, se agrupaban niños con deficiencias en el aprendizaje, problemas de hiperactividad, inatención e impulsividad, así como con dificultades sociales y emocionales.

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