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Cristianismo Constantino


Enviado por   •  19 de Abril de 2015  •  1.778 Palabras (8 Páginas)  •  138 Visitas

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En el año 313 se promulgó en Milán el edicto por medio del cual se concedía la libertad de profesar el cristianismo. Al mismo tiempo se concedía este derecho a todas las religiones. Desde este edicto data lo que se llama la paz de la iglesia.

También se ordenaba que las propiedades de los cristianos que habían sido confiscadas durante la última persecución, fue¬ran devueltas a sus primitivos dueños, indemnizando los perjuicios que sufriesen los que habían adquirido esas propiedades.

Desde que Constantino tomó esta actitud con los cristianos, aumentó considerablemente el número de los que abandonaban el paganismo. Las iglesias se hicieron cada vez más multitudinistas. No se exigía para ingresar a ellas pruebas de una genuina conversión y todo se reducía a una mera profesión exterior. Las costumbres simples que habían caracterizado a los cristianos, empezaron a desaparecer. El lujo y la pompa entró en las iglesias, y el espíritu ceremonial se manifestó cada vez más profundo.

Constantino se rodeó de consejeros que profesaban el cris¬tianismo, pero que habían perdido, o nunca conocido, la piedad real. Otros que en días de pruebas se habían mantenido cerca del Señor, al verse favorecidos por el monarca, se hicie¬ron mundanos, perdiendo toda influencia espiritual. Los altos cargos en el palacio imperial fueron confiados a cristianos no¬minales y estos favores contribuían a que las iglesias se llenasen de hipócritas que veían en la profesión del cristianismo un medio fácil de alcanzar distinciones oficiales. Los obispos y demás dirigentes del cristianismo, lejos de impedir estas manifestaciones de hipocresía, parece que se hallaban muy satisfe¬chos del nuevo rumbo que tomaban las cosas.

No obstante, Constantino no había renunciado al paganismo, en cuyos actos participaba por varios años más, después del edicto de Milán. Nunca abandonó el título de Pontifex Maximus del paganismo y en muchos de sus actos demuestra inclinación a la superstición que por otra parte se esforzaba en destruir.

En varios casos aparece como queriendo emplear la fuerza para hacer desaparecer las viejas y caducas formas del culto, pero sus ataques al paganismo siempre tuvieron algún justi¬ficativo delante de la opinión pública, porque iban dirigidos contra los actos en que se manifestaba el espíritu bajo e inmo¬ral de aquel culto. Hizo demoler el templo y bosque sagrado de Venus en Apaca, de Fenicia, porque era notorio que aquel centro de pretendida devoción era un verdadero lupanar y foco de la más grosera inmoralidad. Por la misma razón hizo supri¬mir los ritos abominables que tenían lugar en Heliópolis de Fenicia. También suprimió un célebre templo de Escolapio en Sicilia, frecuentado por muchos peregrinos que acudían llevados por la fama de los sacerdotes que pretendían tener poderes sobrenaturales para curar toda clase de enfermedades. El tem¬plo estaba lleno de ofrendas donadas por las personas que se creían deudoras al santuario. Para poner fin a tanto engaño Constantino ordenó que el templo fuese demolido. Muchos de los objetos de arte que habían adornado éste y otros tem¬plos fueron llevados para adornar el palacio imperial.

La destrucción de templos paganos y los favores mani¬fiestos acordados a los cristianos, en nada contribuían en favor del verdadero carácter religioso del pueblo. Los que eran paganos de convicción seguían siéndolo con más fervor, otros caían en un completo escepticismo y los que venían a aumentar las filas de los cristianos, no traían la base de la regeneración que sólo puede hacer eficaz la profesión de un credo que pide a sus adeptos una vida santa y ejemplar.

Una medida que tuvo grandes consecuencias en la futura historia del cristianismo fue la fundación de la ciudad de Constantinopla. El emperador parece no hallarse a gusto en una ciudad cuyo carácter pagano no era fácil hacer desaparecer. No hay dudas de que causas políticas también influyeron sobre el ánimo de Constantino cuando resolvió mudar la capital a la nueva ciudad que levantaba dándole su nombre. Roma era el centro del paganismo y al iniciar una nueva orientación en los destinos de la nación, también quería tener una nueva capital donde el arte cristiano substituyese el arte de la gentilidad y donde las nuevas instituciones pudiesen florecer sin obstáculo.

Sobre la vieja ciudad de Bizancio, situada en uno de los puntos más estratégicos del universo, se levantaría la nueva capital, la nueva Roma, llamada a ser el centro de la mitad del Imperio durante largos siglos. Dentro de sus nuevos y fuertísimos muros no habría templos paganos que hiciesen recordar al pasado en decadencia. Por todas partes se levantarían iglesias cristianas decoradas con un arte nuevo y despojado de todo recuerdo del viejo sistema. Los mejores obreros de todo el Imperio fueron enviados a trabajar en los magníficos palacios que ostentaría ese nuevo centro de cultura. Todos contribuían entusiastas a la realización del sueño dorado de Constantino. Las ciudades de Grecia eran despojadas de sus mejores obras de arte, que eran llevadas para contribuir al embellecimiento de Constantinopla.

En el año 321 Constantino publicó el siguiente edicto, rela¬cionado con el descanso dominical, que los cristianos observaban ya desde los tiempos de los apóstoles: "Que todos los jueces y todos los que habitan en las ciudades, y los que se ocupan en diferentes oficios, descansen en el venerable día del sol, pero que se deje a los que están en el campo, usar

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