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Martires De Jesucristo


Enviado por   •  24 de Abril de 2013  •  2.750 Palabras (11 Páginas)  •  256 Visitas

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Capítulo 1: Historia De Los Mártires Cristianos Hasta La Primera Persecución General

Bajo Nerón

Capítulo 2: Las Diez Primeras Persecuciones

Capítulo 3: Persecuciones Contra Los Cristianos En Persia

Capítulo 4: Persecuciones Papales

Capítulo 5: Una Historia de la Inquisición

Capítulo 6: Historia de las persecuciones en Italia bajo el papado

Capítulo 7: Historia de la vida y persecuciones contra Juan Wicliffe

Capítulo 8: Historia de las persecuciones en Bohemia bajo el papado

Capítulo 9: Historia de la vida y persecuciones de Martín Lutero

Capítulo 10: Persecuciones generales en Alemania

Capítulo 11: Historia de las persecuciones en los Países Bajos

Capítulo 12: La vida e historia del verdadero siervo y mártir de Dios, William Tyndale

Capítulo 13: Historia de la vida de Juan Calvino

Capítulo 14: Historia de las persecuciones en Gran Bretaña e Irlanda, antes del reinado de

la reina María I

Capítulo 15: Historia de las persecuciones en Escocia durante el reinado de Enrique VIII

Capítulo 16: Persecuciones en Inglaterra durante el reinado de la reina María

Capítulo 17: Surgimiento y progreso de la religión protestante en Irlanda; con un relato de

las bárbaras matanzas de 1641

Capítulo 18: El surgimiento, progreso, persecuciones y sufrimientos de los Cuáqueros

Capítulo 19: Historia de la vida y persecuciones de John Bunyan

Capítulo 20: Historia de la vida de John Wesley

Capítulo 21: Las persecuciones contra los protestantes franceses en el sur de Francia,

durante los años 1814 y 1820

Capítulo 22: El comienzo de las misiones americanas en el extranjero

BOSQUEJO DEL AUTOR

John Fox (o Foxe) nació en Boston, en el condado de Lincolnshire (Inglaterra) en 1517, donde se

dice que sus padres vivían en circunstancias respetables. Quedó huérfano de padre a una edad

temprana, y a pesar de que su madre pronto volvió a casarse, permaneció bajo el techo paterno.

Por su temprana exhibición de talento y disposición al estudio, sus amigos se sintieron impelidos

a enviarlo a Oxford, para cultivarlo y llevarlo a la madurez.

Durante su residencia en Oxford, se distinguió por la excelencia y agudeza de su

intelecto, que mejoró con la emulación de sus compañeros de estudios, junto con un celo y

actividad incansables. Estas cualidades pronto le ganaron la admiración de todos, y como

recompensa por sus esfuerzos y conducta gentil fue escogido «Fellow» del Magdalen College, lo

que era considerado como un gran honor en la universidad, y que pocas veces era concedido:

sólo en casos de gran distinción. La primera exhibición de su genio fue en poesía, y compuso

algunas comedias latinas, que aún existen. Pero pronto dirigió su atención a una cuestión más

seria, al estudio de las Sagradas Escrituras: y la verdad es que se aplicó a la teología con más

fervor que prudencia, y descubrió su parcialidad hacia la Reforma, que para entonces había

comenzado, antes que conociera a los que la apoyaban, o a los que le habían protegido. Y esta

circunstancia vino a estar en el origen de sus primeros problemas.

Se dice que afirmó en muchas ocasiones que lo primero que lo llevó a su examen de la

doctrina papista fue que vio diversas cosas de lo más contradictorias entre sí impuestas sobre los

hombres a la vez; por esta razón su resolución y afán de obediencia a la Iglesia sufrieron una

cierta sacudida, y gradualmente se estableció un desagrado hacia el resto.

Su primer cuidado fue investigar la historia antigua y la moderna de la Iglesia; determinar

su origen y progreso; considerar las causas de todas aquellas controversias que habían surgido en

el intervalo, y sopesar diligentemente sus efectos, solidez, debilidades, etc.

Antes de llegar a los treinta años había estudiado los padres griegos y latinos, y otros

eruditos autores, las transacciones de los Concilios y los decretos de los consistorios, y había

adquirido un conocimiento muy competente de la lengua hebrea. A estas actividades dedicaba

frecuentemente una parte considerable de la noche, o incluso la noche entera; y a fin de relajar su

mente después de un estudio tan incesante, acudía a una arboleda cercana al colegio, lugar muy

frecuentado por los estudiantes al atardecer, debido a su recóndita lobreguez. En estos paseos

solitarios se le oía con frecuencia emitir profundos sollozos y suspiros, y con lágrimas derramar

sus oraciones a Dios. Estos retiros nocturnos, posteriormente, dieron origen a las primeras

sospechas de su alejamiento de la Iglesia de Roma. Apremiado a que diera una explicación de su

conducta, rechazó inventar excusa alguna; expuso sus opiniones; así, por sentencia del colegio,

fue declarado convicto, condenado como hereje, y expulsado.

Sus amigos, al conocer este hecho, se sintieron sumamente ofendidos, y le ofrecieron,

cuando había sido así rechazado por los suyos, un refugio en casa de Sir Tliomas Lucy, de

Warwickshim, adonde fue llamado como preceptor de sus hijos. La casa está cerca de Stmtfordon-

Avon, y fue este lugar el que, pocos años después, fue la escena de las tradicionales

expediciones de pesca clandestina del niño Shakespeare. Fox murió cuando Shakespeare tenía

tres años.

Posteriormente, Fox contrajo matrimonio en la casa de Sir Lucy. Pero el temor de los

inquisidores papistas le hizo huir pronto de allí, por cuanto no se contentaban con castigar delitos

públicos, sino que comenzaban también a inmiscuirse en los secretos de familias privadas.

Comenzó ahora a considerar qué debía hacer para librarse de mayores inconvenientes, y resolvió

dirigirse a la casa de su suegro.

El padre de su mujer era ciudadano de Coventry, y sus simpatías no estaban contra él, y

era más que probable que se le pudiera persuadir, por causa de su hija. Resolvió primero ir a casa

de él, y antes, mediante cartas, ver si su suegro le recibiría o no. Así lo hizo, y como respuesta

recibió el siguiente mensaje: «Que le parecía cosa dura aceptar en su casa a alguien que sabía

que era culpable y que estaba condenado por un delito capital; y que tampoco ignoraba el riesgo

en que incurriría al aceptarlo; sin embargo, actuaría como pariente, y pasaría por alto su propio

peligro. Si cambiaba de idea, podía acudir, bajo la condición de que estaría tanto tiempo

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