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EXCEL FORMULA


Enviado por   •  12 de Agosto de 2014  •  1.018 Palabras (5 Páginas)  •  165 Visitas

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ESTA ES UNA FORMULA IMPORTANTISIMA DE EXCEL.

En nuestro caminar a través de la materia, a menudo olvidamos quienes somos, de donde venimos y a donde volveremos, tras la muerte de nuestro cuerpo carnal. Hay veces que ni siquiera recordamos que somos seres espirituales, seres que hemos creado pensamientos y emociones, que hemos creado un cuerpo físico y el maravilloso decorado del planeta-escuela-tierra

La vida nos empuja a una actividad convulsa, llena de deseos y frustraciones, donde los sentidos y la mente están siempre atareados en prácticas cuanto más triviales mejor.

La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros ya no somos

Hemos conseguido los hombres perdernos hasta tal punto entre los espejismos de nuestra mente y los laberintos de nuestras costumbres sociales, que hemos olvidado que somos “el niño eterno del cosmos”, hijo del Padre Celestial y de la Madre Terrenal. Para que nuestra vida sea agradable y placentera, necesitamos sentir que los seres que pueblan los mundos de luz nos apoyan y nos guían.

La vida nos empuja a una actividad convulsa, llena de deseos y frustraciones, donde los sentidos y la mente están siempre atareados en prácticas cuanto más triviales mejor. Por eso el verano –si somos capaces– es una de las ocasiones propicias del año para marcar nuestro propio punto y a parte, y pensar. Reflexionar por cuenta propia ¿Pero sobre qué? Uno puede perderse en infinidad de detalles, en los numerosos árboles de toda condición que reúne el bosque de nuestra vida. Por eso lo esencial es centrar nuestra atención en los fundamentos. Y la muerte, qué duda cabe, es uno de los más decisivos. Es el dato inexorable de nuestra existencia ¿Entonces, por qué vivir como si no existiera? Cierto que para un joven la muerte es, por razones biológicas, un hecho lejano, incierto, aunque posible. Pero para un adulto tiende a ser cada vez más un elemento que forma parte de lo cotidiano.

Plantearse la muerte personal en serio significa necesariamente reflexionar sobre el instante siguiente ¿Y si a fin de cuentas fuera cierto? ¿Y si existiese vida después de la muerte? ¿Qué sucede si ésta sólo fuera una “alteración de estado” y no la supresión absoluta de lo que somos: cuerpo, memoria, sentimiento del presente, capacidad de pensar el futuro. Y si esto fuera así, ¿cuáles son las condiciones que determinan la calidad de esa “otra” vida sin fin? ¿Es independiente de nuestros actos en “esta” vida? Seamos prácticos y razonables. Si nos interesamos por la jubilación y el plan de pensiones, ¿por qué no aplicamos el mismo criterio a preparar la Vida que durará siempre? “!Oh, es que yo no creo en ella!” De acuerdo, pero hay que estar muy seguro de esa afirmación. Y eso no es nada fácil. Para ser exactos, es imposible. Una duda razonable es lo máximo que se puede conseguir. Pero, ¿quién antes de emprender un largo viaje y ante la incertidumbre de que el indicador de gasolina del coche funciona correctamente, no llena, por si acaso, el depósito?. La mayoría de nosotros creemos, con más o menos detalle, que nuestra muerte no es el final, que existe otra vida consciente. Esa es la creencia de cristianos y musulmanes, así como de la mayoría de nuestros hermanos mayores, los judíos, para señalar algunas de las respuestas más importantes que la humanidad ha encontrado; sólo los materialistas filosóficos y, en un determinado sentido, el budismo lo niegan. Por esa razón, las encuestas señalan abrumadoramente que la mayoría creemos que existe vida después de la muerte.

La vida nos empuja a una actividad convulsa, llena de deseos y frustraciones, donde los sentidos y la mente están siempre atareados en prácticas cuanto más triviales mejor. Por eso el verano –si somos capaces– es una de las ocasiones propicias del año para marcar nuestro propio punto y a parte, y pensar. Reflexionar por cuenta propia ¿Pero sobre qué? Uno puede perderse en infinidad de detalles, en los numerosos árboles de toda condición que reúne el bosque de nuestra vida. Por eso lo esencial es centrar nuestra atención en los fundamentos. Y la muerte, qué duda cabe, es uno de los más decisivos. Es el dato inexorable de nuestra existencia ¿Entonces, por qué vivir como si no existiera? Cierto que para un joven la muerte es, por razones biológicas, un hecho lejano, incierto, aunque posible. Pero para un adulto tiende a ser cada vez más un elemento que forma parte de lo cotidiano.

Plantearse la muerte personal en serio significa necesariamente reflexionar sobre el instante siguiente ¿Y si a fin de cuentas fuera cierto? ¿Y si existiese vida después de la muerte? ¿Qué sucede si ésta sólo fuera una “alteración de estado” y no la supresión absoluta de lo que somos: cuerpo, memoria, sentimiento del presente, capacidad de pensar el futuro. Y si esto fuera así, ¿cuáles son las condiciones que determinan la calidad de esa “otra” vida sin fin? ¿Es independiente de nuestros actos en “esta” vida? Seamos prácticos y razonables. Si nos interesamos por la jubilación y el plan de pensiones, ¿por qué no aplicamos el mismo criterio a preparar la Vida que durará siempre? “!Oh, es que yo no creo en ella!” De acuerdo, pero hay que estar muy seguro de esa afirmación. Y eso no es nada fácil. Para ser exactos, es imposible. Una duda razonable es lo máximo que se puede conseguir. Pero, ¿quién antes de emprender un largo viaje y ante la incertidumbre de que el indicador de gasolina del coche funciona correctamente no llena, por si acaso, el depósito? La mayoría de nosotros creemos, con más o menos detalle, que nuestra muerte no es el final, que existe otra vida consciente. Esa es la creencia de cristianos y musulmanes, así como de la mayoría de nuestros hermanos mayores, los judíos, para señalar algunas de las respuestas más importantes que la humanidad ha encontrado; sólo los materialistas filosóficos y en un determinado sentido el budismo, lo niegan. Por esa razón, las encuestas señalan abrumadoramente que la mayoría creemos que existe vida después de la muerte.

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